Cerró sus redes sociales

En el cenit de su popularidad, el Picudo Rojo fue muy activo en Instagram y Tiktok; hacía publicaciones, respondía comentarios y hasta llegó a monetizar su enorme cantidad de seguidores. Fue precisamente una polémica publicidad sobre insecticidas la que dio inicio a la caída. Las acusaciones de haberse pasado al bando enemigo brotaron por todos lados y dieron paso a insultos y agresiones de todo tipo, incluso al surgimiento de una teoría que lo responsabilizaba por el mal estado del césped del estadio Centenario. Finalmente, el Picudo Rojo cerró sus redes, no sin antes despedirse con un emotivo posteo en el que no sólo se quejaba por las agresiones permanentes, sino que también cuestionaba la presión que reciben los influencers para mantener estándares de belleza hegemónicos. “Mi cuerpo es mío. Debo aprender a aceptarme como soy y entender que mis antenas son hermosas, que no hay nada malo con mis patitas con pinchos y, sobre todo, que no debo avergonzarme por el color de mi pico”, concluía el posteo.

La tibieza de Orsi permitió que se expandiera

El Picudo Rojo comenzó su expansión en Canelones. Ni bien apareció el insecto, Yamandú Orsi estimó que si bien el insecto les haría mucho daño a las palmeras, seguramente también tenía sus cosas buenas. El actual presidente recomendó a los técnicos de la intendencia enfrentar al Picudo “con mucho diálogo y sin agresividad ni confrontaciones innecesarias que puedan dañar el clima de convivencia entre los canarios”. Dos años más tarde, el insecto estaba devorando palmeras en Montevideo, Canelones, Maldonado, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja.

Quedó adentro con Conexión Ganadera

“Esto es muy efímero”, le había advertido Pepe Grillo, amigo personal, cuando la fama del Picudo Rojo comenzó a escalar. “Tenés que empezar a hacerte un colchón de inversiones para tener una renta cuando pase el momento de fama, pero no hagas como yo, que me compré un taxi”. Fueron palabras que el Picudo nunca olvidó. Después de haberse comido la palmera de la cancha de Danubio, notó que comenzaba a mermar su aparición en los portales de noticias y ya no había tantas palmeras disponibles para alimentarse, por lo que tomó sus ahorros y los puso enteros en la Sección Insectos de Conexión Ganadera. Hasta el día de hoy, reclama las 50 vaquitas de San Antonio adquiridas a la empresa, mientras picotea con bronca los arbustos de la casa de Pablo Carrasco en la calle Llambí.