El proyecto de ley recibió 330 votos a favor y 275 en contra. Fue presentado por la diputada del Partido Laborista Kim Leadbeater y permitiría que los adultos con enfermedades terminales y una esperanza de vida inferior a seis meses accedan a la muerte asistida, a condición de que su solicitud sea aprobada por dos médicos y un juez del Tribunal Superior.
Leadbeater explicó en el Parlamento que la ley no se implementaría hasta dentro de dos años, dado que “es más importante hacer las cosas bien que hacerlo rápidamente”.
Según explicó el Instituto para el Gobierno de Reino Unido, el siguiente paso es la “etapa de comisión”, en la que un grupo reducido de diputados analizará la ley y sugerirá modificaciones. A continuación, se llevará a cabo la “etapa de informe”, en la que todos los diputados podrán sugerir modificaciones adicionales, y luego la “tercera lectura”, en la que los diputados votarán la versión final del proyecto de ley. Luego, el proyecto de ley deberá ser aprobado por la Cámara de los Lores antes de recibir la “sanción real” del rey.
El proyecto fue propuesto como una “cuestión de conciencia”, que permitía a los diputados votar de acuerdo con sus convicciones personales en lugar de tener que votar según las posiciones de su partido.
Mientras el primer ministro, Keir Starmer, y la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, votaron a favor del proyecto de ley, hubo algunas divisiones en el Partido Laborista. La vice primera ministra Angela Rayner, el secretario de Salud, Wes Streeting, y la secretaria de Justicia, Shabana Mahmood, estuvieron entre los parlamentarios laboristas que votaron en contra del proyecto de ley.
En el Partido Conservador, el proyecto recibió el apoyo del ex primer ministro Rishi Sunak y del exconsejero de Hacienda Jeremy Hunt, pero no fue respaldado por la líder actual del partido, Kemi Badenoch.
El Liberal Demócrata, el Partido Reformista y Plaid Cymru, partido independentista de Gales, también estuvieron divididos.
Win Crew, la viuda de Reginald Crew, que murió voluntariamente bajo la supervisión de la clínica suiza Dignitas en 2003, dijo a la BBC que se sentía “absolutamente maravillosa” por el resultado de la votación. Crew le había prometido a Reginald, que padecía de la enfermedad de la neurona motora, poco antes de su muerte que abogaría por cambios en la ley. Explicó: “No puedo expresar lo feliz que me siento, porque ha sido un viaje muy largo”.
Elise Burns, que tiene un cáncer terminal, dijo a la BBC que estaba “muy feliz” por los resultados de la votación. Afirmó que las personas con enfermedades terminales tendrán “el derecho a una buena muerte”, y agregó que los familiares podrán evitar el “estrés” de enfrentar un posible proceso judicial al regresar a Reino Unido después de llevar a sus seres queridos al extranjero para someterse a la eutanasia.
Por otro lado, Nik Ward, que tiene la enfermedad de la neurona motora, dijo que estaba “un poco decepcionado” por el resultado. Le preocupa que las personas con enfermedades terminales opten por terminar con sus vidas innecesariamente, y explicó: “Será la abuela que vive en el asilo quien no quiera gastar todo el dinero que tiene en su cuenta de ahorros porque quiere que lo reciban sus nietos. […] Serán personas como ella las que busquen acabar con sus vidas”.
La organización benéfica Disability Rights UK (Derechos de Discapacidad en Reino Unido) cree que la ley podría “presionar” a las personas con discapacidad a tomar decisiones impulsadas por “miedo, desesperación o falta de opciones”. Acusa al gobierno de “priorizar el derecho a morir sobre el derecho a vivir” en una sociedad donde “la atención social está crónicamente insuficientemente financiada, la vivienda accesible es escasa y muchas personas discapacitadas no pueden pagar la comida, la energía u otros productos esenciales”.