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Rómulo Martínez Chenlo

Óscar Washington Tabárez, el 6 de setiembre. Foto: Iván Franco
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La vigente idoneidad de Óscar Washington Tabárez

Sin necesidad de haber estado allí, y mucho menos de habernos tomado un par acodados al mostrador, muchos de nosotros sabemos de la existencia de una taberna de Londres llamada Freemason’s Tavern. Hasta la ubicamos en una fecha del siglo XIX, en Uruguay, como la mayoría de las fechas que conocemos del pasado. El 26 de octubre de 1863, Ebenezer Morley y un grupo de personas, que además representaban a otros grupos que jugaban a la pelota, decidieron que, tal como ya pasaba con el cricket, aquel juego debía tener reglas fijas y unificadas que se usaran en todos los campos de Londres, así como en las ciudades y universidades donde se practicara ese juego. Ese día nació el fútbol global, bastante parecido al que conocemos hoy y que es motor de parte de nuestros días.
Egidio Arévalo Ríos, de Uruguay, y Ramiro Funes Mori, de Argentina, ayer, en el estadio Malvinas Argentinas. Foto: Juan Mabromata, Afp
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En la pelea

Con un gol inesperado, de rebote, de Lionel Messi, Argentina le ganó y bien a Uruguay 1-0 anoche en Mendoza y se encaramó en el liderazgo de las Eliminatorias mundialistas que seguirán el martes, día en que los celestes recibirán a Paraguay en el Centenario. No hay frontera para lo justo o injusto en el fútbol, para el estuvo bien o estuvo mal, el casi casi, el no se podía. Argentina con Messi, la localía y esa ventaja inesperada al final del primer tiempo sostuvo, aun en inferioridad numérica durante todo un tiempo, una victoria fundamental para el elenco dirigido por primera vez por Edgardo Bauza.
Ángel Rodríguez, de Peñarol, y Vladimir Marín, de Sportivo Luqueño, ayer, en el Campeón
del Siglo.Foto: Federico Gutiérrez
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Sin nada

Caos, frustración y seguramente dolor, del deportivo, del emocional, dejó la eliminación de Peñarol ayer en el estadio Campeón del Siglo. Sportivo Luqueño lo eliminó por gol de visitante al volver a empatar como en la ida. Aquella vez había sido 0-0. El 1-1 de anoche significó la eliminación del equipo de Jorge da Silva y la clasificación de los paraguayos, que capearon el temporal cuando lo tuvieron en contra y se aprovecharon del desorden y las fallas carboneras para salir adelante.
Nicolás Albarracín, de Peñarol, y Jorge Núñez, de Sportivo Luqueño, ayer, en el estadio
Feliciano Cáceres de Luque, Paraguay. Foto: Norberto Duarte, Afp
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Averiguaré

En su debut en la Copa Sudamericana Peñarol consiguió un empate de visitante en Paraguay ante Sportivo Luqueño y quedó bien perfilado para definir la llave la semana que viene como locatario. El 0-0 refleja la poca capacidad ofensiva y creativa de los contendientes. Los momentos iniciales fueron intensos, interesantes, por el juego desplegado y por el ambiente que había en el Chiquero de Luque -nombrete del estadio de Luqueño-, y capaz que hasta por esa extraña y agradable sensación de un campo plenamente verde en sinergia con las ganas de los protagonistas.
Hincha uruguayo al final del partido con Venezuela, ayer, en Filadelfia, Estados Unidos. Foto: Don Emmert, Afp
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Nos quitó el sueño

Ilevantable. Difícil de tragar. Es más: no sé cómo todavía usted, que está frente a estas líneas, tiene ganas de encarar una lectura que sólo le retocará el dolor, la herida, el recuerdo.
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NoPedíSerUruguayoSolamenteTuveSuerte

Próximo al mediodía se me mezclaron los tantos y se me empezaron a caer los cataplines al presenciar la llegada de miles de uruguayos a Filadelfia, que se fueron repartiendo entre las inmediaciones del hotel Le Méridien, donde está Uruguay, y fundamentalmente en el área de estacionamiento del estadio Lincoln Financial Field, donde, pasadito el mediodía, empezaron a entrar autos y más autos, camionetas y hasta casas rodantes llenas de camisetas celestes, tambores, mates y chorizos prontos para llorar en las falsas brasas.
Final del partido entre Peñarol y Plaza Colonia, el domingo, en el estadio Campeón del Siglo.Foto: Pablo Vignali
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Pizza con champán

Yo me sentí campeón. Era eso. Ser campeón sin nunca haber estado en una práctica, sin haber quedado registrado en ningún formulario, sin que a Eduardo Espinel se le hubiese ocurrido nunca considerarme ni como sobrestante en aquella obra en construcción permanente; yo me sentía campeón, y así iba, alto del piso, con el pecho inflado y pensando sin pensar en eso, en la gloria de esa gente que no era mi gente, pero que parecía ser la mía.
Jorge Fucile y Carlos Tévez, ayer, en el estadio la Bombonera, en Buenos Aires. Foto: Eitan Abramovich, Afp
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La constelación de Orión

No sé a quién le gustan los penales. A los que quieren resolver partidos sin seguir jugando o algo así; pero lo cierto es que para unos y para otros, y para nosotros -los que la vemos de afuera-, son series incómodas, de desacomodo, de nervios. Nacional estuvo cerca, muy cerca de conseguir la clasificación a semifinales, pero la falta de acierto en los tres últimos penales lo dejó afuera.
Hinchada de Plaza Colonia en el estadio Luis Franzini. Foto: Santiago Mazzarovich (archivo, abril de 2016)
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No hay en Plaza

Como todos los veranos, la pelota andaba corriendo en aquellos santuarios del fútbol que enriquecían la luminosidad del pueblo con sus focos prendidos, tan ubicables como el campanario de la iglesia, y yo estaba ahí. Vi el partido, desandé el camino gozosamente hasta la casa de mi abuela, donde, en la frontera de la madrugada, me esperaba un suculento plato de comida cuidadosamente tapado con un plato hondo y envuelto en el mantel repasador, artilugio operativo precursor del microondas.
Leandro Barcia, de Nacional, y Leonardo Jara, de Boca Juniors, ayer, en el Gran Parque Central. Foto: Iván Franco
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En la lucha

En partidos que son largos, tan largos como disímiles, que se juegan aquí y allá, con estos y aquellos, es difícil desentrañar los efectos de un empate en la mitad exacta de la competencia. Seguramente, aquel que lo consigue lejos de casa y con un gol de visitante que tiene el mismo valor virtual de un bono de la Bolsa de Valores, experimente una sensación ligeramente menos nerviosa o ansiosa que su rival. Lo cierto es que, más allá de ese hipotético valor de la localía, que nos hace sentir, pensar y razonar que hay colectivos que juegan mejor aquí o allá, con más gritos o menos gritos, ambos equipos se fueron al entretiempo de este partido extenso con las mismas expectativas de seguir adelante, con los mismos temores de no poder atravesar esta nueva valla de la competencia.
Nicolas López tras su gol ante Corinthians ayer en el Arena Corinthians de San Pablo, Brasil.  /Foto: Nelson Almeida, AFP
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Le toma el gusto

La clasificación de Nacional a cuartos de final de la Libertadores es tan trascendente como la forma en que la logró. Empató y debió haber ganado de visitante ante el enorme Corinthians, al que dejó afuera en su propio estadio. El younguense Esteban Conde fue determinante en su arco, y el resto de sus compañeros hicieron un partidazo que genera ilusión.
Leonardo Barcia y Bruno Henrique, ayer, en el Parque Central. Foto: Javier Calvelo
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O qué será, qué será

Fue intenso, lindo, emocionante. Nacional pudo haberlo ganado y hacer una diferencia para ir la semana que viene a San Pablo a deifnir la llave, pero se queda con la solidez de su postura y, como dato trascendente entre tanta paridad, no haber recibido goles de local. Un buen 0-0 con un rival de fuste.