En la otra vez pobre transmisión televisiva de los primeros partidos de Uruguay en los mundiales de fútbol femenino, el serio y honesto José Carlos Álvarez de Ron, nutrido de una serie de datos interesantes, pero cruzándolos con conceptos equivocados, afirmaba que “esto es fútbol, pero fútbol femenino, que es otro deporte”. Como se sabe, o tal vez se desconoce para neófitas/os e iniciadas/os, tal afirmación es errónea, dado que el fútbol es un único deporte para mujeres y hombres, y en este caso está universalmente regido por las reglas ordenadas por la FIFA.
¿Cómo puede ser que sea tan distinto? Sí, ya sé, vivimos bajo el mismo cielo, estás a menos de una hora de la ciudad donde todo se decide, donde todo se hace, pero, sin embargo, es distinto. Y, en este caso, es mágico. Es volver a la edad de la inocencia, volver a sentir el olor del cielo, el olor del pasto, porque vos sabés que ahí hay un perfume iniciático que no se olvida.
El presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), Joseph Blatter, dijo sentirse muy emocionado después de su visita a la ciudad de Nueva Helvecia. Su llegada tuvo lugar en un año en que la localidad busca rescatar rasgos de su cultura al cumplirse 150 años de su fundación. Aprovechamos para dar una mirada a la historia de la antigua Colonia Suiza, su economía, su aparición en la literatura de Onetti, a las corrientes migratorias de la propia Suiza y a la carrera mismísimo Joseph Blatter.
Para muchos de los muchachos que participaron la semana pasada en el amistoso ante Egipto, ese juego quizá haya sido el último internacional de esta categoría dado que los dos próximos, ante Chile y Honduras, serán la última semana antes de irse a Londres, en julio, y ya estarán definidos los 18. Dado que existe la posibilidad de que se incluya a tres integrantes de la selección absoluta y varios de los sub 23 que juegan en otras ligas, en ese grupo no estará la mayoría de los que están entrenando actualmente.
La noticia ha sido que por primera vez en su historia, la del Ranking FIFA, y también la del país, Uruguay ha subido al podio del Ranking que la Federación Internacional de Fútbol Asociado elabora desde hace años, más precisamente desde el 93, cuando Luis Cubilla hacía jugar a los "con hambre" en su selección.
Hebraica y Macabi, el candidato inicial a definir la Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB), derrotó a Aguada 80-66 en el quinto partido de semifinales y se medirá en las finales con Malvín a partir del viernes.
Ahora parece que todos los que alentaban el despido, dimisión o renuncia de Marcelo Gallardo olvidaron que esta historia pudo no haber sido si, como ellos anunciaban -símil "bajan hordas desesperadas del Cerro" de 2002-, hacían saltar al novel técnico argentino después de que en la séptima fecha perdiera su invicto.
Hoy a las 17.00 nuestra selección, la campeona de América, la cuarta en el Mundial de Sudáfrica 2010, la cuarta en el mundo según el ranking de la FIFA, saldrá al campo del Centenario a empezar la competición preliminar para Brasil 2014 con la firme expectativa de terminar entre los cuatro primeros de los nueve participantes de la Conmebol -Brasil no participa dado que está clasificado de oficio como organizador- para poder llegar a la fase final del mundial brasileño. El rival es Bolivia, y es el primer partido de los 16 que se jugarán a lo largo de tres años calendario en régimen de ida y vuelta.
¿Por qué lo brasileños juegan así? ¿Por qué son millonarios en técnica y desenfado y no tienen que andar pidiendo a tácticas y estrategias réditos para su fútbol? La visión Brahma o Antarctica que uno puede tener del Brasil remite a pandeiros, mulatas caderudas, folhas secas, garotas de Ipanema y carnaval. ¿Ésa es la cara del fútbol brasileño? Este fallido identikit no nos conduce a ningún sospechoso, pero nos deja con la idea de que algo hay.
La aparición de un tan simple como complejo proyecto de desarrollo del fútbol a través de la selección nacional sorprendió hace ya cinco años cuando Tabárez lo dio a conocer públicamente en la Asociación Uruguaya de Fútbol, haciendo oficial un compendio de ideas y acciones que venía manejando desde su reasunción como entrenador principal de las selecciones nacionales, en marzo de aquel año.
Es mediodía. El sol entra a pleno por las ventanas del hotel Intercontinental. Afuera, el centro porteño arde, pero adentro es todo tranquilidad a pesar de la cantidad de periodistas que invaden la planta baja. En el hall, Diego Lugano no larga el termo y el mate. El alguna vez pichón de Paolo Montero lo sucedió y hoy es capitán y referente del equipo. Cuando le recordás que decían que le pesaba el brazalete de capitán, vuelve a sonreír. “Las críticas son parte de la cosa”, responde. Se lo nota sereno, convencido, como disfrutando del momento.