“La resistencia cotidiana necesita ser alimentada por sueños y esperanzas”. Es una de las frases que lanzó en su entrevista con la edición brasileña de Le Monde Diplomatique Guilherme Boulos, el coordinador nacional del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST). Boulos es una figura ascendente en una izquierda brasileña fragmentada en decenas de agrupaciones que buscan reconectarse con su electorado.
En un escenario en el que los movimientos sociales no parecen contar con la fuerza suficiente para enfrentar la arremetida conservadora del gobierno de Michel Temer, el MTST es la excepción. Hace unos días, el 31 de octubre, llevó a 25.000 personas en una marcha por 23 kilómetros hacia la sede de gobierno de San Pablo para reclamar vivienda para los trabajadores, en una movilización inédita y que muchos atribuyen al liderazgo de Boulos.
El punto de partida de la marcha fue la ocupación en São Bernardo do Campo de un terreno privado de 60.000 metros cuadrados que está abandonado desde hace más de 40 años. La ocupación comenzó el 1º de setiembre con 500 familias y desde entonces se han sumado unas 7.500. Según el MTST, sólo en São Bernardo do Campo hay 90.000 familias sin vivienda; la cifra sube a 230.000 si se considera lo que se conoce como el “ABC paulista”, que incluye a siete municipios en los alrededores de San Pablo.
La ocupación de São Bernardo do Campo fue noticia en los últimos días, no sólo por la masiva marcha del MTST sino también porque la Justicia impidió un recital de Caetano Veloso en respaldo a los ocupantes. Decenas de artistas han mostrado su respaldo, pero también algunos políticos, como el ex diputado paulista Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores, quien siempre ha sido muy cercano al movimiento. Además, decenas de organizaciones sociales se han acercado para colaborar con los ocupantes.
De la casa a la barraca
Boulos se sumó al MTST en 2002 cuando, con 20 años, optó por dejar su casa para acampar junto a cientos de personas en una ocupación en el municipio paulista de Osasco. Filósofo, psicoanalista e hijo de uno de los médicos más reconocidos de San Pablo, un año después Boulos era uno de los coordinadores de la ocupación de un terreno de Volkswagen en São Bernardo do Campo. En enero de este año, la detención de Boulos en la desocupación de la toma de São Mateus generó una respuesta automática de partidos políticos y organizaciones sociales que reclamaron su liberación y acusaron al gobierno de haberlo detenido para intimidar a todos los activistas. El propio Boulos se manifestó en ese sentido, asegurando que la suya fue “una detención política” que forma parte de “una escalada del estado de excepción en Brasil” y de la “criminalización de los movimientos y de sus dirigentes”.
Su liderazgo generó reconocimiento también en otros ámbitos, al punto que el año pasado fue premiado con la Medalla del Mérito Legislativo, entregada por la Cámara de Diputados, y fue convocado como columnista por Folha de São Paulo, uno de los diarios más grandes y conservadores de Brasil, posición que mantuvo hasta marzo de este año.
Quienes lo han acompañado en las ocupaciones destacan que conoce por su nombre a prácticamente todos los militantes, que es tan correcto al comunicarse con ellos como lo es cuando lo hace con la Policía durante las desocupaciones, y que se divide entre arengar desde los parlantes y hacerlo en conversaciones mano a mano. Los militantes lo consideran un líder que incide mucho más allá de la lucha por la vivienda, y que pelea por cada techo como si fuera para él mismo.
Pero no por ese trabajo interno Boulos ha dejado de lado la difusión de sus ideas, algo que hace desde las columnas que escribe en varios medios de izquierda y en las entrevistas que brinda, así como en los videos e infografías que hace el MTST para informar sobre su lucha y sus ideas, difundiendo un pensamiento estratégico tanto acerca de la situación de la vivienda en Brasil como del contexto político actual, difícil en particular para la izquierda del país.
Muchos atribuyen a la visión estratégica de Boulos el hecho de que en 2013 el MTST dio un salto y pasó a articularse con otras luchas sociales. Esto comenzó con las movilizaciones previas al Mundial de Brasil, durante las cuales el MTST se aproximó al Movimiento Pase Libre y otras organizaciones que protestaron durante varias semanas. Continuó con varios ejemplos, entre los cuales destacan las decenas de movilizaciones que intentaron frenar la destitución de Dilma Rousseff por parte del Congreso, que en muchos casos contaron con más presencia del MTST que de otras organizaciones más involucradas, como el propio Partido de los Trabajadores.
Sin límites
La figura de Boulos continúa creciendo en la izquierda brasileña, al punto que hay quienes proyectan en él a un joven Luiz Inácio Lula da Silva, por su vínculo con la lucha social, su cercanía con los militantes y su visión estratégica.
Incluso dentro del Partido de los Trabajadores su nombre ha sonado ante la eventualidad de que Lula no pueda mantener su candidatura por las causas judiciales que enfrenta. Pero no es la única puerta que se le ha abierto: varios diputados del Partido Socialismo y Libertad han dicho públicamente que quieren ofrecerle la candidatura para las elecciones presidenciales del próximo año. Consultado sobre esta posibilidad, Boulos no la aceptó ni rechazó: “En este momento estoy enfocado en ayudar a organizar el proceso de resistencia ante el desmonte del gobierno de Temer de los derechos sociales, haciendo movilizaciones como la ocupación en São Bernardo do Campo y promoviendo un debate más amplio de proyecto país”.
Boulos inauguró en julio la plataforma política ¡Vamos!, mediante la que promueve debates con intelectuales brasileños y extranjeros. El grupo reúne a integrantes de varios sectores del Partido de los Trabajadores, el Partido Socialismo y Libertad y el Partido Comunista, en una plataforma que se maneja como uno de los espacios en los que se puede armar un programa para una candidatura única de izquierda en las elecciones de 2019, que nadie descarta que pueda ser liderada por el propio Boulos.