Las repercusiones del asalto al Capitolio incluyen renuncias en el equipo de gobierno, discusiones sobre declarar al presidente inhabilitado para ocupar el cargo, y la amenaza de juicio político. Los congresistas demócratas planean denunciar a Donald Trump por “incitación a la insurrección” el lunes, y Twitter anunció la “suspensión permanente” de su cuenta.
Las imágenes de seguidores de Donald Trump invadiendo el Capitolio, la sede del Congreso estadounidense, marcaron los últimos días de su gobierno y los primeros de 2021. El miércoles, cientos de personas entraron a la sede del Congreso, algunos con armas, otros con la bandera confederada con la que se identifican los supremacistas blancos y otros con carteles de Trump, banderas de Estados Unidos o ropa militar. Obligaron a evacuar a los congresistas de las dos cámaras, que sesionaban juntas para certificar el triunfo electoral del presidente electo en noviembre, Joe Biden.
Entraron a las oficinas, ocuparon la banca desde la que presidía la sesión el vicepresidente, Mike Pence, e hicieron destrozos para repudiar un supuesto fraude electoral del que nunca se presentaron pruebas. Los impulsó a marchar hacia el Capitolio el propio presidente, que más temprano participó en un acto masivo convocado por sus partidarios cerca de allí, en Washington.
Cuando la Policía retomó el control del edificio, Trump tuiteó: “Estas son las cosas y hechos que ocurren cuando una victoria electoral arrolladora es arrebatada de manera tan abrupta y viciada a los grandes patriotas que han sido tratados tan mal y de manera tan injusta durante tanto tiempo. Vayan a casa y en paz. ¡Recuerden este día para siempre!”, dijo. El mensaje fue borrado, porque Twitter –como después hizo Facebook– suspendió temporalmente la cuenta del presidente.
Este viernes la red social anunció: “Tras una revisión minuciosa de los tuits recientes de la cuenta @realDonaldTrump y el contexto que los rodea, hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia”.
El asalto del miércoles terminó con cinco muertos: una mujer, veterana de la Fuerza Aérea, que recibió un disparo de un funcionario de seguridad, un policía que fue herido “cuando estaba trabajando”, según un comunicado oficial, y otras tres personas que murieron en el Capitolio a causa de “urgencias médicas”, según dijo a los medios el jefe de la Policía Metropolitana de Washington, Robert Contee.
La Policía informó también de otros 14 funcionarios heridos con tubos de metal y otras armas, decenas de detenidos y bombas caseras desactivadas cerca de las sedes de los comités nacionales de los partidos Demócrata y Republicano. La alcaldía de Washington extendió el estado de emergencia en la ciudad por 15 días.
Algunas pistas
Los indicios de que la manifestación del miércoles podía ser violenta sobraban. El propio presidente estadounidense había dicho que esa protesta sería “salvaje”, los más extremistas entre sus partidarios hablaban de tomar el Congreso y lo anunciaban en las redes sociales, y grupos violentos habían convocado a participar.
Enrique Tarrio, el líder de uno de esos grupos, el ultraderechista Proud Boys, fue arrestado antes de la movilización, el lunes, por cargos vinculados con el robo y la quema de un cartel del movimiento Black Lives Matter, y la Justicia le impidió participar en la protesta en Washington. Pero Tarrio sí pudo celebrar lo ocurrido y dijo después a The Wall Street Journal que acciones como esta “seguirán ocurriendo”, en el propio Capitolio, en la sede del Congreso de uno de los estados del país o en cualquier otro edificio gubernamental.
Estaba previsto que unas 15.000 personas participaran en la protesta en Washington, convencidas de que les habían robado la elección y debían defender sus votos. También por eso llamó la atención el escaso despliegue de seguridad, después de que durante los últimos meses se ha visto al Capitolio blindado con una guardia militarizada ante marchas contra la discriminación racial.
El presidente electo, Joe Biden, cuestionó el “doble rasero” y manifestó: “Nadie puede decirme que si hubiese sido un grupo del movimiento Black Lives Matter el que protestaba ayer, no habría sido tratado de manera muy, muy diferente que a la turba de maleantes que irrumpieron en el Capitolio”.
Kamala Harris, la vicepresidenta electa, también cuestionó: “Hemos sido testigos de dos sistemas de justicia: uno que permitió que los extremistas asaltaran el Capitolio de Estados Unidos” y “otro que lanzó gases lacrimógenos contra manifestantes pacíficos el verano pasado. Es inaceptable”.
Senadores y diputados de los partidos Demócrata y Republicano anunciaron el jueves que abrirán una investigación para determinar cómo fue posible que el asalto al Congreso ocurriera. El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, que hasta hace unos días era un aliado de Trump, dijo que esto fue “un fracaso masivo de las instituciones, los protocolos y la planificación”, y los presidentes de las bancadas demócratas en las dos cámaras, la congresista Nancy Pelosi y el senador Charles Schumer, pidieron la renuncia del jefe de la Policía del Capitolio, Steven Sund, que la presentó horas después. La dimisión del responsable de seguridad del Congreso, Paul Irving, ya había sido anunciada por Pelosi.
La Policía busca a varios de los participantes en la manifestación. Uno de ellos es un integrante del movimiento conspiracionista QAnon, que se convirtió en símbolo de estos manifestantes, Jake Angeli, conocido ahora como QAnon Shaman, que recorrió el Capitolio con cuernos de bisonte en la cabeza y una bandera de Estados Unidos y posó para las fotos junto a la banca de Pence.
Este viernes fue detenido en Arkansas Richard Barnett, el hombre que se vio en fotos sentado en el despacho de la presidenta de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, con los pies sobre el escritorio. Según informó la agencia de noticias Efe, es acusado de ingreso ilegal y violento a un edificio público y de robar propiedad pública, por llevarse correspondencia, y en sus redes sociales Barnett defiende posturas supremacistas y dijo que está preparado para una muerte violenta.
Renuncias en el gobierno
Otra de las consecuencias de este episodio fue una serie de renuncias en el equipo de Trump y varios intentos de tomar distancia de todo lo ocurrido. La secretaria de Educación, Betsy DeVos, que estuvo en el gobierno desde su inicio, dijo en su carta de dimisión: “Es innegable el impacto que su retórica tuvo en la situación, y para mí es el punto de inflexión”. También presentó su renuncia la secretaria de Transporte, Elaine Chao, que al igual que DeVos estuvo durante los cuatro años en el gabinete. En un comunicado, Chao se declaró “profundamente preocupada” por lo ocurrido “tras un acto que encabezó” el presidente.
También renunciaron la viceportavoz de la Casa Blanca, Sarah Matthews, la ex vocera de Trump y actual jefa de gabinete de la primera dama, Stephanie Grisham, y el viceasesor de seguridad nacional, Matt Pottinger.
¿Qué pasará con Trump?
“Creo que no hay duda de que Estados Unidos estaría mejor si el presidente dimitiera o fuera destituido del cargo, y si Mike Pence, el vicepresidente de Estados Unidos, dirigiera una transición pacífica del poder durante los próximos 13 días hasta que el presidente Biden jure”, dijo el gobernador de Maryland, Larry Hogan, republicano, como Trump.
Congresistas demócratas se manifestaron dispuestos desde el miércoles a iniciar un juicio político al presidente, un proceso que difícilmente pueda terminar antes de que finalice su mandato, el miércoles 20. “Insto al vicepresidente a que destituya de inmediato al presidente invocando la Enmienda 25. Si el vicepresidente y el gabinete no lo hacen, el Congreso puede estar preparado para salir adelante con un juicio político”, dijo en conferencia de prensa Pelosi el jueves. El senador Schumer, que estaba junto a ella, dijo que antes de la conferencia los dos llamaron al vicepresidente para pedirle que invocara la Enmienda 25, que permite declarar al presidente inhabilitado para gobernar. Pero, según Schumer, Pence no los atendió.
La Enmienda 25 fue aprobada después del asesinato de John F Kennedy, en 1963, y fue prevista para situaciones en que la salud de un presidente le impida ejercer el cargo. Según informó The New York Times, la posibilidad de aplicarla a Trump fue considerada y discutida por algunos integrantes del gobierno, pero Pence se opuso.
La bancada demócrata, mayoritaria en la cámara baja, planea acusar a Trump el lunes de “incitación a la insurrección”, y pedir su inhabilitación para ocupar cargos, informó este viernes CNN. La acusación abriría paso a un proceso de juicio político.
Acusaciones e indultos
En otro ámbito, la Fiscalía de Nueva York pidió que el Departamento de Justicia investigue si Trump tiene responsabilidades legales por lo que calificó como un “golpe fallido” y la instigación a una “incursión violenta en propiedad gubernamental con la intención expresa de menoscabar la certificación de unas elecciones legales”. La solicitud, según informó la agencia de noticias Efe, partió de la fiscal Letitia James y fue derivada al fiscal general en funciones, Jeffrey Rosen.
La cadena CNN publicó que distintos fiscales iniciaron 15 investigaciones vinculadas con el asalto al Capitolio, que incluyen la invasión del edificio, pero también delitos relacionados con armas, agresión y robos. El fiscal federal de Columbia Michael Sherwin dijo que “hubo una gran cantidad de robos en el Capitolio, se robaron materiales de varias oficinas”.
Ese mismo medio informó que Trump buscó asesoramiento en las últimas semanas sobre la posibilidad de un indulto presidencial para sí mismo. Si bien hay opiniones jurídicas divididas al respecto, el Departamento de Justicia manifestó que Trump no se puede autoindultar, sino que tendría que encargárselo a Pence y dejarle su cargo temporalmente.
La fiscal James también aludió a esa posibilidad y advirtió que un perdón de ese tipo otorgado “bajo circunstancias corruptas” podrían volver a Trump “vulnerable a un enjuiciamiento cuando abandone el cargo, el 20 de enero”.
Cambios en el presidente
El jueves Trump recuperó el uso de su cuenta de Twitter. Ese día publicó un video con una declaración en la que da un giro en su discurso y reconoce que “el Congreso certificó el resultado” de las elecciones y que este mes asumirá una nueva administración. “Ahora me centraré en asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas”, agrega.
En el video también condena el “atroz ataque al Capitolio de Estados Unidos” y afirma que aquellos que cometieron delitos “pagarán por eso”. Acerca de su propia conducta, agregó: “Mi único objetivo era asegurar la integridad del voto, estaba luchando para defender la democracia estadounidense”.
Pese a los cambios en sus posiciones, este viernes, en un tuit, anunció que no va a asistir a la ceremonia de asunción de Biden: “A todos los que preguntaron, no iré a la toma de posesión del 20 de enero”. En una conferencia de prensa, Biden afirmó: “Esta es una de las pocas cosas en las que él y yo hemos estado de acuerdo alguna vez. Es algo bueno que no venga”. Consultado en conferencia de prensa si pensaba lo mismo acerca del vicepresidente, Biden dijo que Pence “es bienvenido. Sería un honor tenerlo allí”. Reiteró que los “terroristas locales” que atacaron el Congreso lo hicieron “alentados activamente por el presidente de Estados Unidos”.
Por su parte, Pelosi pidió este viernes que se le retiren al presidente los códigos para un ataque nuclear. “Esta mañana hablé con el presidente del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, para analizar las precauciones disponibles para evitar que un presidente inestable inicie hostilidades militares o acceda a los códigos de lanzamiento y ordene un ataque nuclear”, manifestó la dirigente en un comunicado, citado por AFP. La dirigente dijo que “la situación con este presidente desequilibrado no podría ser más peligrosa”.
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