Guillermo Lasso y Andrés Arauz, que ya cerraron sus campañas para la segunda vuelta presidencial de Ecuador, aparecen muy parejos en las encuestas de intención de voto. En algunas se despega el correísta Arauz, en unas pocas aparece primero el banquero de derecha Lasso, y en todas se registran altos porcentajes de indecisos, voto en blanco y anulado. En un promedio de varios sondeos, estas tres categorías rondan el 27%, Lasso alcanza un apoyo de 34% y Arauz, de 38%. Pero es frecuente que en esos estudios, la diferencia entre los dos dirigentes no supere el margen de error.

En su cierre de campaña, Lasso dijo que esta será su última candidatura a la presidencia. En 2013 perdió frente a Rafael Correa, y en 2017 ante Lenín Moreno. “Venimos de 14 años de dos gobiernos que se dedicaron a enfrentar a los ecuatorianos”, afirmó el candidato de Creando Oportunidades (Creo).

Aludió a Correa al decir que “ante la diversidad, caben dos actitudes”: una de ellas es la de un gobierno “que durante más de una década persiguió a todos los que no se ajustaban a los gustos de un caudillo”, y la otra, la de su partido, es la que considera “la diversidad” como “uno de los mayores capitales”.

También Arauz habló de unidad, y dijo que se propone construir un “nuevo bloque histórico” entre las fuerzas sociales y las productivas, y recordó las protestas de octubre contra la suba de los combustibles y las condiciones de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) promovido por Moreno. En aquellas manifestaciones, el movimiento indígena se consolidó como un actor político central.

Tanto es así que su brazo político, Pachakutik, estuvo a punto de quedar en el segundo puesto en las elecciones de febrero. Su candidato, Yaku Pérez, quedó fuera del balotaje con apenas 0,3% de diferencia entre su votación y la de Lasso.

Pérez pidió una revisión del escrutinio en algunas regiones, pero este reclamo fue rechazado. Ante la negativa de las autoridades electorales, Pachakutik llamó al voto anulado, y manifestó que ninguna de las opciones de la segunda vuelta representan al movimiento indígena.

Esta visión no es homogénea. La compañera de fórmula de Pérez, Virna Cedeño, anunció que votará a Lasso porque se opone a un posible regreso del correísmo, mientras que Jaime Vargas, el líder de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), una de las principales del país, le declaró su apoyo a Arauz. Poco después se anunció que tanto Cedeño como Vargas serían expulsados de organizaciones del movimiento indígena.

Otro dirigente, Leonidas Iza, que compitió con Pérez por la candidatura de Pachakutik, reconoció que esta elección impacta en el movimiento indígena: “El proceso electoral nos ha fraccionado y es nuestro deber sostener el proyecto político de los pueblos, basado en la lucha popular”.

Tensiones con las dos propuestas

A la distancia, Pachakutik y la Unión por la Esperanza (Unes) de Arauz parecen proyectos cercanos a la izquierda, que tienen mayor sintonía entre sí que con el de Creo. Sin embargo, durante los gobiernos de Rafael Correa hubo una confrontación muy fuerte con el movimiento indígena. Consultado por la diaria sobre estas tensiones, Pablo Ospina Peralta, historiador, docente del área política de la Universidad Andina Simón Bolívar e investigador del Instituto de Estudios Ecuatorianos, dijo que “el gobierno de Rafael Correa eliminó o debilitó las autonomías indígenas en el manejo de sus asuntos propios”, impulsó políticas extractivistas en sus territorios y mantuvo una “política sistemática de debilitamiento, persecución, división y criminalización de la protesta social”. Esta última política, dijo, es la que en su opinión hacen “irreconciliables” las dos posiciones. Señaló además que la “diferencia entre lo que representa el movimiento indígena y lo que representa Rafael Correa se podría resumir crípticamente como la diferencia entre una izquierda comunitaria y un estatismo tecnocrático”.

Andrés Arauz, durante el acto de cierre de campaña, el 7 de abril, en Guayaquil, Ecuador.

Andrés Arauz, durante el acto de cierre de campaña, el 7 de abril, en Guayaquil, Ecuador.

Foto: Rodrigo Buendía, AFP

Para Alfredo Serrano Mancilla, doctor en Economía, investigador y director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), existe una gran diversidad de posturas dentro del movimiento indígena ecuatoriano, y hay una mayoría contraria a Lasso. “El movimiento indígena tiene un papel protagónico en esta cita electoral porque se ha convertido en un actor clave”, y “después de las protestas de 2019, es fundamental a la hora de frenar y de ponerles un amortiguador y un ‘no’ a las medidas de ajuste neoliberal que venían casi exigidas por el FMI y obedecidas por el gobierno”. Para el investigador, ese gobierno no era sólo de Moreno, sino también de Lasso, porque Creo “cogobernó” al votar en el Parlamento “más de 80% de las iniciativas” del oficialismo.

El director de la Celag dijo que si bien hay una mayoría contraria a Lasso, “hay un sector dentro del movimiento indígena que es marginal pero que ha cooptado la dirigencia”, y agregó que líderes como “Yaku Pérez y Marlon Santi han estado más alineados con Guillermo Lasso”. En cambio, otros dirigentes, como Vargas o Leonidas Iza, si bien llaman al voto anulado, le dan a Arauz “un grado de confianza mayor que el que le podrían dar” al candidato de Creo.

Consultados sobre el lugar que pueden tener en el próximo gobierno las reivindicaciones de los pueblos originarios y de los manifestantes que salieron a las calles en las protestas de octubre de 2019, los dos académicos coincidieron en que aquellas movilizaciones tuvieron un impacto en la política ecuatoriana y no pueden ser pasadas por alto por el gobierno que resulte electo este domingo.

Gane quien gane, las reivindicaciones del movimiento indígena “serán atendidas parcialmente porque es una fuerza social y política que no puede ignorarse”, consideró Ospina Peralta. Sin embargo, “con Lasso puede esperarse una agenda económica claramente proempresarial que no favorecerá a las zonas ni a los grupos más empobrecidos; con Arauz es de esperar una reedición de la persecución previa y la política de división y debilitamiento de las organizaciones populares”, opinó, y dijo que “la postura de independencia ante ambas por partes de Pachakutik y la Conaie es el reflejo de esa previsión”.

En cuanto a las protestas contra las políticas económicas de Moreno, recordó que “Arauz ha dicho que no revertirá el alza de combustibles aplicada durante la pandemia, pero que los congelará en los niveles en los que estén el día de su posesión”, mientras que “Lasso ha prometido subsidios focalizados para compensar el alza”. Acerca de las negociaciones con el FMI, afirmó que ese rumbo comenzó durante el gobierno de Correa.

Para Ospina Peralta, después de aquellas protestas, “las políticas económicas de liberalización o privatización serán un poco más cautas ante el temor de una respuesta de movilización popular poderosa, aunque hay campos en los cuales la movilización es menos probable, por lo que los ajustes son más posibles, como las reducciones de gasto público en salud, en educación y sobre todo en seguridad social (cuyos efectos se difieren en el tiempo, pero son catastróficos a largo plazo)”.

Consultado sobre las diferencias entre el proyecto de Lasso y el de Arauz, Serrano Mancilla dijo que son “antagónicos en todos los sentidos”. Sintetizó: “Por un lado tenemos a Lasso, que representa el modelo neoliberal, que es dueño de un banco y que ha cogobernado con Lenín Moreno en estos últimos cuatro años. Más de 80% de las iniciativas legislativas en estos cuatro años las votaron conjuntamente. Por lo tanto es un modelo ya probado, contrastado, con unos efectos devastadores en materia económica, en materia social, de desigualdad, de vulnerabilidad”.

En su opinión, el proyecto político de Arauz “está en las antípodas”, y es “un modelo más social, más inclusivo, en el que el Estado tiene un rol protagónico sin que eso sea excluyente con el sector privado; un modelo que apuesta más por la integración regional, en el que la economía real productiva debe ser la base de la generación de empleo y de la sostenibilidad del ingreso, con un Estado que sea garantista en derechos sociales y que pueda resolver o ayudar en momentos puntuales como el que se está viviendo. Incluso a la hora de afrontar la pandemia uno [de los candidatos, Arauz] apuesta por una sanidad pública fuerte y el otro por una sanidad privada”.

Arauz y Correa

El candidato de Unes cerró su campaña en un acto político en el que se exhibió un video enviado por Correa desde Bélgica, donde reside el expresidente ecuatoriano desde 2017. Para Ospina Peralta, la figura de Correa construyó la candidatura de Arauz en la primera vuelta, pero se convirtió en su “principal pasivo” para la segunda. El historiador señaló que “Arauz no es como Luis Arce, en Bolivia, que le debe tantos votos a Evo Morales como Evo Morales le debe votos a Luis Arce. Arauz no es como Alberto Fernández, que representa una tendencia diferente de la de Cristina Fernández dentro del peronismo. Arauz es más dependiente políticamente de su mentor. Ha hecho gestos en la segunda vuelta, habló incluso de ‘errores’, como la criminalización de la protesta social, pero eso ha pasado completamente desapercibido y es muy secundario en su campaña”. Sin embargo, señaló, es posible, e incluso probable, que al llegar a la presidencia tome más distancia de la figura de Correa.

Para Serrano Mancilla, Arauz y Correa “tienen rasgos característicos comunes pero también diferencias, algunas marcadas por una cuestión estrictamente generacional”, y esto implica “matices respecto de aspectos importantes, desde el ecologismo, el indigenismo, el feminismo”. Otras diferencias se relacionan con “un contexto y una episteme distinta: estamos ante una pandemia, estamos ante un país distinto, destrozado totalmente por el gobierno de Lenín Moreno, con un sujeto político indígena muy sólido que además precisamente emerge y se consolida contra el FMI y contra las medidas de Lenín y de Lasso en octubre de 2019”.

Integración regional

Acerca del rumbo que puede tomar Ecuador en cuanto a la integración regional, Ospina Peralta señaló que “Lasso se alineará con el grupo de Lima y Arauz con la Argentina de Fernández, la Bolivia de Arce y el México de Andrés Manuel López Obrador. Venezuela y Nicaragua seguirán siendo unos convidados terriblemente incómodos para cualquier política internacional alternativa. Es difícil, desde cualquier perspectiva de izquierdas, defender lo que hacen o han hecho tales gobiernos”.

Guillermo Lasso saluda a la campeona nacional de ajedrez de Ecuador Carla Heredia, durante una partida de ajedrez en el marco de un encuentro con atletas, el 31 de marzo, en Quito.

Guillermo Lasso saluda a la campeona nacional de ajedrez de Ecuador Carla Heredia, durante una partida de ajedrez en el marco de un encuentro con atletas, el 31 de marzo, en Quito.

Foto: Rodrigo Buendía, AFP

A su vez, Serrano Mancilla consideró que Arauz probablemente “volverá a hacer una apuesta por los modelos de integración regional”, tanto “con los países de un signo ideológico más parecido como los otros”, y recordó que “en el caso de la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas], han entrado absolutamente todos”.

Por otra parte, el presidente de la Celag consideró que “si Arauz gana, se consolida la segunda oleada progresista que está teniendo lugar en América Latina, con las victorias de Luis Arce en Bolivia, de Andrés López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina”. Serrano Mancilla agregó que con un triunfo de Arauz, “también observaríamos cómo en muchos países de la región donde había gobiernos progresistas en los últimos 20 años, los gobiernos neoliberales pasarían a ser anomalías: por ejemplo en Argentina, en los últimos 20 años, los cuatro años de gobierno de Macri serían la anomalía. En Bolivia, en los últimos 20 años, un año de Jeanine Áñez sería la anomalía. En el caso ecuatoriano, si gana Andrés Arauz, los cuatro años de Lenín Moreno –que dicho sea de paso, gobernó gracias a una oferta progresista, pero luego adoptó medidas neoliberales– también serían la anomalía”.

¿Quién gana las elecciones?

Como muestran las encuestas, no hay un ganador cantado en esta segunda vuelta. “Será un resultado muy apretado. Cualquiera de los dos puede ganar”, dijo Ospina Peralta. “La paradoja es que el electorado más conservador, el que se encuentra en la costa, votará masivamente por Arauz, mientras que el electorado que más tradicionalmente ha votado por la centroizquierda, el de la sierra, votará masivamente por Lasso. La pregunta es qué tan masivo será el voto en cada lugar. De eso dependerá el resultado”.

También Serrano Mancilla consideró que “es difícil prever un ganador, porque hay todavía un alto voto de indecisos, pero si uno analiza la totalidad de las encuestas publicadas en el último mes –a pesar de que no sea riguroso hacerlo, porque tienen metodologías distintas (presencial, telefónica, virtual)–, el promedio a favor de Andrés Arauz es evidente, es casi cinco puntos sobre voto total, que significaría mucho más sobre voto válido”. Sin embargo, insistió en que “hay que esperar porque el porcentaje de indecisos sigue siendo elevado y podría ocurrir de todo”.