Izquierda y derecha ya presentaron algunas ideas que defenderán en la Convención Constituyente, cuyos integrantes se eligen hoy y mañana. Los candidatos que surgieron por fuera de los partidos políticos y la incógnita sobre la participación en un país en que el voto no es obligatorio son dos elementos que pueden determinar los resultados.

La ciudadanía chilena elige este fin de semana 155 integrantes de la Convención Constitucional, un mecanismo nunca antes usado en Chile para redactar una nueva carta magna, que se convirtió en una posibilidad real sólo tras una crisis política y social sin precedentes en el país. El apoyo de la población a una nueva constitución fue aplastante: 79% de los votos estuvieron a favor de cambiarla y 80% respaldó que la labor quedara a cargo exclusivamente de personas elegidas para ese fin, sin participación del Congreso Nacional. Pero el contenido que tendrá esa constitución es una incógnita que recién se va a comenzar a despejar con el conteo de votos.

Nunca una elección nacional en Chile había reunido tantas candidaturas como la constituyente: son 1.191 postulantes para los distritos y 182 para representar a los pueblos originarios, lo que quiere decir que uno de cada ocho candidatos resultará electo. El sistema electoral será el mismo que se utiliza para el Parlamento, que sigue un principio de proporcionalidad y que esta vez, además, cuenta con un mecanismo de corrección por paridad de género. Otra modificación que se dispuso para esta votación se enfocó en las candidaturas independientes, que en este tipo de mecanismos tienen menos oportunidades de obtener escaños debido a la imposibilidad de formar listas y sumar los votos entre candidatos. Por primera vez, una norma los habilitó a inscribirse agrupados en bloques.

Los independientes

“En esta elección hay 79 listas y 60 son de independientes. En la última elección parlamentaria había diez listas y todas eran políticas”, señala Axel Callís, director del estudio de opinión pública Tú Influyes. En sus mediciones, 81% de la ciudadanía ha afirmado que este fin de semana votará por candidatos independientes o del mundo social, sin militancia política. La elección, en efecto, llega en el peor momento para la institucionalidad chilena: en la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, una de las mediciones más confiables del país, el gobierno obtuvo 9% de aprobación, el Congreso 8% y los partidos políticos 2%, con lo que se convirtieron en la entidad menos valorada para la población.

Trabajador de una escuela arregla cajas con alcohol para usar en las elecciones, el 12 de mayo, en Santiago.

Trabajador de una escuela arregla cajas con alcohol para usar en las elecciones, el 12 de mayo, en Santiago.

Foto: Martín Bernetti, AFP

Además de la existencia de listas de independientes, el momento político obligó a los partidos a dar un paso al costado y permitir la integración de personas sin militancia a sus propias listas. De ese modo, buscaron, por un lado, asegurar el respaldo en votos a sus ideas, y por otro, facilitar la entrada de independientes en un mecanismo que premia a los partidos. De los 700 independientes inscritos para competir, 239 lo hacen con cupos de un partido político y las encuestas indican que son, en su mayoría, los favoritos de los electores de esas listas.

“Los independientes que probablemente sean electos son los que van a pactos, los que los partidos fueron a buscar para ser candidatos independientes”, afirma el decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno. Entre ellos abundan los comunicadores, escritores, académicos y dirigentes sociales. “Ese tipo de independientes, creo yo, va a actuar con mucha autonomía de los partidos –a pesar de que van como candidatos de esos partidos–, porque ninguno pidió un protocolo o acuerdo de cómo votar una vez que salgan elegidos. Los partidos, entonces, no van a tener control de ese grupo importante de independientes. Creo que ellos van a jugar un rol destacado en esta geometría variable de alianzas circunstanciales, de acuerdos, que van a ir más allá de los colores políticos. Va a haber mucha variabilidad”, agrega.

Por eso los analistas señalan que es muy difícil predecir qué ocurrirá en la Convención Constitucional: lo que quede escrito en ella dependerá no solamente de las tendencias políticas de las personas que resulten electas, algo que a veces es más simple calcular en órganos como el Parlamento, sino también de la volatilidad que representan las candidaturas independientes.

Las ideas en juego

En el ejercicio de la convención se enfrentarán diferentes visiones de país y las que queden en el papel deberán hacerlo con un apoyo de dos tercios del pleno, un requisito que obligará a una negociación profunda. Mientras se define la estructura y el funcionamiento del órgano constitucional, las ideas a discutir ya están, en cierta forma, sobre la mesa. La que más se adelanta es la evaluación del sistema de gobierno, que en Chile se ha descrito como hiperpresidencialista. La crisis actual ha llevado la discusión hacia vertientes como la implementación de un sistema semipresidencial o uno parlamentario, una idea que encuentra adeptos en ambos lados de la política, bajo el consenso de que se deben limitar las atribuciones del Poder Ejecutivo.

Desde la izquierda, las ideas que se han propuesto tienen relación con poner fin al Estado subsidiario, nacionalizar recursos naturales como el litio y el agua, y reconocer constitucionalmente a los pueblos originarios, todas con un gran nivel de apoyo desde los partidos más radicales a los más conservadores. La participación ciudadana en la democracia también es una propuesta del sector, pero que encuentra distinto nivel de apoyo en cada partido: mientras más a la izquierda se encuentran, las iniciativas son más directas, como mecanismos de democracia deliberativa, referéndums revocatorios e iniciativas legislativas populares.

Mesas de votación en un colegio de Santiago, el 12 de mayo.

Mesas de votación en un colegio de Santiago, el 12 de mayo.

Foto: Martín Bernetti, AFP

También aparecen conceptos como el combate efectivo a la crisis climática, la paridad de género y la creación de institucionalidad para la defensa del pueblo, sobre todo entre los sectores del Frente Amplio, que también proponen un país plurinacional. “Subordinar efectivamente a las Fuerzas Armadas y de orden”, regular el Banco Central por ley –incluyendo en su consejo a representantes de los trabajadores– e instalar “mecanismos efectivos de redistribución” también son propuestas que surgen de este sector.

En la centroderecha los conceptos que resuenan son en algunos casos todo lo contrario, como la “consagración del Estado subsidiario” y un “Estado unitario, como el actual”. También existe la intención de defender o perfeccionar algunas instituciones vigentes en el sistema actual, como el control ejercido por el Tribunal Constitucional y la autonomía del Banco Central. Otras de las ideas del sector tienen que ver con proteger la libertad de enseñanza y el derecho a la educación, la descentralización efectiva del país y la noción de que la familia debe estar “en el centro de la sociedad”.

La participación

Cuando la ciudadanía chilena eligió el Congreso más reciente, participó 46% del padrón electoral, lo que ya representaba una baja de 3,3% con respecto a la elección anterior. Entre esos comicios y el plebiscito constitucional del 25 de octubre de 2020 hubo un aumento de medio millón de electores. La votación batió récords absolutos y proporcionales: fue la que sumó mayor número de votos desde la presidencial de 1993 y la única desde la implementación del voto voluntario en superar 50% del padrón electoral.

“En las dos vueltas de 2017 y en el plebiscito ha habido cambios importantes de público que ha entrado y salido”, explica Callís. “En la segunda vuelta presidencial de 2017 no fueron a votar más de un millón de personas que sí habían votado en la primera, y llegaron a votar 1,4 millones de personas que no lo habían hecho. En el plebiscito, en tanto, votaron aproximadamente 1,5 millones de electores que no habían votado en 2017 y dejaron de votar entre 600.000 y 700.000, principalmente adultos mayores, que sí votaron en ambas vueltas presidenciales. Hoy día no sabemos quiénes van a ir a votar, y la composición de quienes voten va a ser la que determine el tipo de Convención Constitucional que tengamos”, agrega.

A la luz actual, se conoce con certeza que los aumentos de la votación en el plebiscito se dieron sobre todo en grandes comunas urbanas donde los niveles de votación eran bajos para elecciones nacionales y correspondieron a personas jóvenes que no participaban en procesos eleccionarios. “Si vuelve a votar la gente del plebiscito, vamos a tener muchos más votos para independientes y movimientos ciudadanos que estén fuera de los partidos. Qué constitución tendremos va a depender de cuántos y quiénes voten”, dice Callís.

Ya en octubre había análisis que explicaban que el incremento de la participación se debía al hecho de que lo que se votaba “no eran candidatos, sino una idea”. Por eso existe expectación sobre lo que ocurra este fin de semana: se desconoce si la juventud se sentirá tan llamada a elegir a sus representantes como se sintió a responder ante una interrogante abstracta de cambio. También se podrá evaluar ese día si el rápido avance del plan de vacunación en Chile, que ya ha inmunizado a más de 85% de los mayores de 60 años, podrá atraer nuevamente a las urnas a esta población.

Consuelo Ferrer, desde Santiago.