El senador del Movimiento de Participación Popular (MPP) Alejandro Sánchez entiende que el Frente Amplio (FA) tiene que prepararse, con propuestas de futuro, para la “situación de emergencia” que quedará después de “cinco años de gobierno neoliberal”.
Para el legislador, la gestión de Luis Lacalle Pou no tiene “rumbo estratégico” ni “mirada a largo plazo” y, sobre las reformas previstas para este año, piensa que la de la seguridad social “va a naufragar” en Diputados, y que la educativa “tiene más maquillaje que otras cosas”.
En entrevista con la diaria también habló de la interna frenteamplista, y si bien no está en contra de que haya múltiples candidaturas, entiende que actualmente “hay dos candidatos naturales”, que son Yamandú Orsi y Carolina Cosse. El escenario ideal que se imagina es al FA concentrado “en ganar el gobierno y que la campaña de junio ya no sea una interna” de la fuerza política, “sino el comienzo del desarrollo de las grandes mayorías hacia adelante”.
¿Qué características va a tener el Congreso del MPP de este año?
Es un Congreso distinto. Generalmente en los congresos se reúnen los militantes, se ponen a discutir y después largan algún documento que va a ser su lineamiento para los próximos años. Nosotros nos propusimos hacerlo al revés. Entonces empezamos con los fogones, que fue un proceso abierto a la gente, y después hicimos seminarios y actividades, donde pedimos a la academia y la sociedad civil que nos vinieran a hablar de los desafíos del presente. Con esos argumentos se armó un documento que bajó a las agrupaciones en diciembre, pero que no lo discutieron por el momento del año, así que ahora en febrero van a retomar la actividad y en marzo vamos a realizar nuestro congreso.
A nivel programático, ¿qué ejes tiene que impulsar el FA de cara a 2024?
El debate tiene que ser bastante diferente a cómo dimos los debates programáticos anteriormente. De hecho, yo diría que muchos de los debates programáticos que vivió el FA fueron continuidad de su propuesta inicial, de 2005. Después se hacía un refritado de lo que habíamos hecho más lo que nos proponíamos hacer y eso terminó evidenciando en los tres gobiernos un agotamiento de las propuestas programáticas. Si bien se hicieron cosas bien, en lo que tuvo más dificultades el FA fue en explicitar cuál es su proyecto en términos de desarrollo hacia adelante. Vamos a tener una situación de emergencia por cómo va a quedar el país después de cinco años de gobierno neoliberal y estos problemas serios van a tener que ser abordados por el programa. Por ejemplo, el problema de la violencia estructural que está viviendo la sociedad, que se ve con un nivel de letalidad enorme, es un tema que hay que abordar obviamente. Nosotros no tuvimos la capacidad de resolver los problemas de la delincuencia y la convivencia, ensayamos experiencias distintas, como la “Estrategia por la vida y la convivencia”, y ese péndulo que se generó en el debate con la sociedad y el FA entre más represión y menos represión. Lo cierto es que el FA no pudo resolver el problema de la seguridad pública, pero hoy estamos viviendo momentos de muchísima más violencia, de penetración muchísimo más fuerte del narcotráfico en los barrios. Vemos que las cosas que pasan en el mundo están empezando en Uruguay. Por ejemplo, el narcotráfico prestando dinero en los barrios. Cuando los narcos pasan a ser los prestamistas, pasan a tener un control demasiado grande del territorio. También vamos a tener una situación muy compleja desde el punto de vista carcelario, que es una bomba de tiempo. Después están los problemas por la falta de políticas de desarrollo que ha tenido este gobierno, que han sido inexistentes, por lo tanto, hay toda una tarea de reconstrucción en lo social, en la seguridad pública, en el acceso a los bienes públicos que se han visto enormemente disminuidos, como la vivienda, salud y educación.
Algunos dirigentes frenteamplistas, en el proceso de la autocrítica, reconocieron que en el ciclo alto de la economía se pudo haber hecho más en materia de redistribución de la riqueza. En un escenario a futuro, ¿qué transformaciones se podrían impulsar en este sentido?
El FA fue muy bueno distribuyendo ingresos. Hay una teoría que dice que la riqueza es ingreso acumulado, entonces si yo afecto el flujo de ingreso, a largo plazo, voy a poder afectar la distribución de la riqueza. Está demostrado que la riqueza acumulada no se distribuye. Tuvo que venir [Thomas] Piketty y escribir tres libros para explicar que esto no era así, que vos podés afectar la distribución del ingreso, pero que si no afectás las grandes riquezas, se reproducen a una tasa mayor y, por tanto, lo que termina generando es un mayor crecimiento de la concentración económica. Entonces hay que pensar en cómo se pueden construir herramientas para redistribuir la riqueza, además de los ingresos. Ahí hay varios temas para encarar. El acceso a la vivienda ¿afecta o no la riqueza de las personas? Sí, 25% de los uruguayos alquila y gasta más de la mitad de su salario en ese alquiler. También tenemos a una altísima proporción de otros uruguayos que están endeudados por 25 años y no saben si van a poder pagar esa vivienda. Entonces está claro que, por ejemplo, uno de los mecanismos para actuar en lo que hace la distribución de la riqueza es la posibilidad de acceder a una casa digna y ahí nos hemos quedado muy cortos en términos de nuestras propuestas cuando uno mira el déficit habitacional. También es cierto que habría que pensar en otros mecanismos que pueden ser más interesantes. Hoy toda la vivienda subsidiada vuelve al mercado y se transforma en una mercancía. En Viena 60% de la vivienda es pública y las personas acceden en buenas condiciones. Tenemos el instituto de la reforma agraria, que es el Instituto de Colonización, que lo han matado y habrá que recuperarlo, pero lo que busca, justamente, es que aquellos que no pueden acceder por la vía del mercado a la tierra puedan acceder por otra vía. El suelo urbano está mucho más concentrado y privatizado y ha demostrado que hay una segmentación horrible que va generando grietas mucho más grandes en términos socioeconómicos, por tanto, yo creo que hay que pensar un instituto de la reforma urbana, en donde se busque generar no sólo acceso a la vivienda sino a la vivienda con servicios.
Otra herramienta podría ser el impuesto a la herencia, un debate que se ha dado en el FA, pero que no ha avanzado ¿Es una discusión que ya caducó?
Hay que dar esa discusión. Se llaman impuestos pero nadie los quiere pagar y la victoria de los poderosos es convencer a la mayoría de la sociedad de que hay que estar en contra de los impuestos, cuando en realidad si voy a cobrar un impuesto a la herencia va a ser a aquellas herencias mayores a 500.000 dólares. Seguramente, 99% de los uruguayos no lo paguen. Ahora, si hacés una encuesta, muchos van a estar en contra porque mirá si les van a cobrar un impuesto por el fitito que heredan del padre. Acá lo que hay que dar es un debate más político, y parte de las dificultades que tuvo la izquierda fue dar batallas de ideas en términos de cómo avanzamos. En la herencia vos no ganaste nada, son tus genes, tuviste la suerte de nacer en esa familia y vas a heredar una fortuna. Habría que impulsar un impuesto a la herencia, pero para financiar una política fuerte de vivienda, por ejemplo. Que la contrapartida sea resolver algunos de los problemas estructurales fuertes de la sociedad. Este debate hay que darlo de esta manera: es posible grabar las altas herencias para poder financiar infraestructuras que nos hagan más productivos o viables socialmente en términos de construcción de ciudadanía.
¿Qué evaluación hacés de la situación actual de gobierno y de lo que han sido estos casi tres años de gestión?
Hay un antes y un después de la pandemia, que es un elemento que distorsiona la mirada de cómo uno puede evaluar el gobierno. Recién tenemos el primer año sin pandemia y, por tanto, se ve descarnadamente la opción de política en el gobierno que es la opción por unos pocos. Ahora hay un debate que Carolina [Cosse] está instalando con fuerza y es si el gobierno no tiene rumbo o es este su rumbo. El gobierno ha ido atendiendo los problemas de determinados sectores corporativos que tienen buena llegada con el Ejecutivo porque les financiaron las elecciones o porque el gobierno representa esos sectores. Entonces uno va viendo que se van tomando decisiones en función de los grupos de interés. Este es el gobierno más corporativo que ha tenido el país. No tiene un rumbo estratégico, no tiene una mirada a largo plazo. El gobierno se junta con una empresa y cambia el decreto de tabaco; se junta con dos o tres frigoríficos y habilita el ingreso de pollo de Brasil, después cuando quiere echar para atrás no puede, termina rompiendo una política y no sabe qué hacer. Es un gobierno de corporaciones de amigos, pero no es un gobierno que tenga una propuesta de futuro.
A la hora de pasar raya, el presidente Luis Lacalle Pou podría decir que concretó varias de las políticas que se planteó, como la ley de urgente consideración, la reforma de la seguridad social, la transformación educativa…
Lo que va a decir es que tuvo la capacidad de mantener unida a la coalición y esta le dio los votos para sacar las leyes más importantes que pretendía sacar. La confrontación con ese discurso es decirles a las personas que miren su heladera. Al relato del gobierno hay que confrontarlo con la realidad. Hoy una enorme mayoría de las personas están en contra de la reforma de la seguridad social. ¿Por qué? Porque están empezando a entenderla.
Pero más allá de la situación socioeconómica, parecería que los casos de Astesiano y Marset son los que en definitiva han tenido un impacto directo en la caída de la aprobación del presidente.
Lo que es necesario demostrar es que este gobierno ha sido un paréntesis en el desarrollo del país. No basta con los elementos de corrupción y las situaciones que le han pasado, y que todavía está por descubrirse muchas otras. Ahora llegó la noticia de que ASSE contrataba traslados a una empresa de logística marítima. Estos hechos se dan porque el gobierno confunde lo público con lo privado y todo es una gauchada, porque son todos patrones de estancia. Entonces estos elementos naturalmente dañan al gobierno porque rompe una construcción que había hecho Luis Lacalle Pou y por eso se ve afectado. Él dijo que nada tenía que ver con la corrupción de los 90 y esto lo termina juntando hasta con los mismos nombres. Astesiano une a los dos [por su padre], entonces creo que rompe algo que él había construido diciendo que era una cosa distinta, que no tenía nada que ver con el pasado. Me parece que lo que tiene que golpear más al gobierno es que no hay sectores estratégicos de la sociedad que hayan mejorado las condiciones de vida. Y esa tiene que ser la base para poder construir un espacio mucho más amplio y una alternativa para la esperanza.
En el FA se dijo que este año se buscarán las responsabilidades políticas, ¿dónde más creen que las hay?
Estoy muy de acuerdo con lo que señaló [Guillermo] Besozzi: ¿nadie del entorno del presidente sabía sobre lo que hacía Astesiano? ¿El secretario y prosecretario de Presidencia no tienen nada que decir nada de este tema? ¿El ministro del Interior por qué no hizo auditorías externas? Heber ha recurrido a investigaciones de 24 horas antes de que sesione el Parlamento, donde siempre dice que no pasó nada. Los chats de la persona que manejaba el sistema de seguridad pública muestran que le decía a Astesiano que cambiaran la clave para entrar. Entonces el ministro dijo que el sistema era inviolable y está pasando esto. Esto muestra que no es manija. Acá lo que hay son responsabilidades institucionales que no se llevaron adelante y se tienen que hacer cargo frente al Parlamento y al pueblo uruguayo. El secretario de Presidencia [Álvaro Delgado] no puede andar liviano por ahí cuando en realidad es el que se tiene que hacer cargo de lo que sucede en la Torre Ejecutiva, y Rodrigo Ferrés, que era el jerarca directo de Astesiano, también tiene responsabilidad. El abogado de Astesiano dijo recientemente que su problema fue que no supo decir que no y nos da a entender que recibía órdenes. ¿Quién daba esas órdenes? ¿Y quién sabía que le daban órdenes a Astesiano y dejaba que las cosas pasaran? Porque acá hay dos tipos de responsabilidades. Hay que averiguar quién daba las órdenes y quién dejaba hacer, y yo creo que muchos jerarcas dejaban hacer.
Hablabas de la reforma de la seguridad social y el aumento del rechazo de la ciudadanía; el FA, en el gobierno ¿daría marcha atrás a algunos puntos de la reforma?
Soy de los que creen que esa instancia no va a llegar, porque la reforma va a naufragar. La reforma va a tener muchas dificultades para ser aprobada en Diputados. Las últimas encuestas de Equipos lo que hacen es mostrar que en la medida en que crece el rechazo, baja el desconocimiento. Hay toda una etapa para trabajar adelante en los meses que quedan, que es clave. Eso no quiere decir que no haya que hacer una reforma, hay que hacerla, pero no esta.
¿Terminó siendo una reforma que no toca los privilegios de los militares?
Si uno mira el proyecto original del Poder Ejecutivo, que iba mucho más a fondo, y la negociación que hubo después, claramente ahí estuvo la negociación de Cabildo Abierto (CA).
¿Y el FA intentó negociar con el Partido Colorado (PC) o el Partido Nacional (PN) para intentar eliminar estas inequidades?
Sí, intentamos hablar con todas las bancadas, el problema es que no hay voluntad de acuerdo. El gran problema de los partidos tradicionales -que el FA tiene también- es que han dejado que la llave de la mayoría sea CA porque se han abroquelado en un regimiento, en donde la línea del gobierno está muy marcada. Es más, CA logró hacer lo que toda la vida soñó Pablo Mieres y nunca pudo porque no tuvo votos, que es ser la bisagra en el Parlamento, acordar con uno y el otro. Eso es lo que busca CA todo el tiempo. No es que el FA no negocie con el PN y PC, el problema es que no se puede hablar. Con los colorados hablás y no tienen opinión, y los blancos no pueden hacer nada porque les bajaron línea. ¿Qué termina sucediendo? CA utiliza ese margen de maniobra que tiene, ese poder de negociación, para defender los intereses que representa.
También este año el gobierno buscará avanzar en la transformación educativa. El MPP tuvo un rol protagónico en la gestión de la educación en el anterior período, y si bien se impulsaron varios cambios, ¿el FA perdió la chance de generar una reforma más integral, por ejemplo, con cambios curriculares?
La derecha está haciendo una reforma que tiene más maquillaje que otras cosas y que va a tener muchísimas dificultades de implementación. Sí, siento que se pudo haber perdido tiempo. Durante los gobiernos del FA hubo un debate demasiado concentrado en los recursos y poco concentrado en los contenidos y en la gestión educativa en sí misma. Ahí hubo un problema tanto en el movimiento sindical como en la fuerza política, porque el debate era llegar al 4,5% del PIB y después era llegar a 6%, entonces se transformó en un debate meramente económico. Todo eso hay que lograrlo, pero tenemos que preguntarnos cómo se piensa una reforma, cómo se accede al conocimiento en el mundo actual, cómo pensamos las dinámicas hacia adelante. Eso nos faltó. Por ejemplo, si bien esto requiere recursos, ¿va a seguir estando ausente en el debate que Primaria debería ser de tiempo extendido? Esto se resuelve con la mercantilización: el que tiene recursos logra que los gurises vayan a un tiempo extendido en inglés, que hagan esto y lo otro. ¿Y los hijos de los trabajadores qué hacen? Me parece que hay una política para aplicar que implica más recursos, más maestros y mejores locales educativos. Hay que salir del trancazo del debate únicamente presupuestal, decir qué es lo queremos hacer en educación y después financiarlo.
Yendo a la interna del FA, ¿tiene que abrirse el espacio para la mayor cantidad de precandidaturas posibles o no?
Ahí tengo una contradicción. Siempre pensé que el que se siente con ganas, que largue y que después la gente decida. En definitiva, es una especie de principio democrático, que todo el que quiera jugar ese partido que lo juegue. No soy ingenuo, sé que hay muchos que juegan el partido para posicionarse y no para ganarlo. También es cierto que antes capaz la gente se peleaba por salir de pintadas, ahora vivimos en una lógica en la que todo el mundo quiere ser candidato. Son parte de las cosas que han cambiado. Esa es mi primera impresión; si hay múltiples candidaturas, bienvenidas sean. Lo otro que siento, en base a un principio de realidad, es que hay dos candidatos naturales, [Yamandú] Orsi y [Carolina] Cosse. No es nada personal con Mario [Bergara]. Mario es un gran aporte para el FA y el sector que intenta aglutinar es muy importante que esté fuerte y potente. Si el seregnismo entiende que tiene que tener un candidato, que lo tenga. Lo que creo es que en la sociedad hay instalados dos candidatos. Entonces si lo importante es lo programático y resolver la urgencia que van a dejar cinco años de neoliberalismo, que sean esos dos y que los frenteamplistas ordenen quién va primero y segundo. Claro, uno de esos dos candidatos es el mío, entonces es fácil decirlo. Así que frente a esa disyuntiva soy de los que piensan que si hay múltiples candidaturas, que las haya, pero en mi fuero íntimo creo que, frente a los desafíos que tiene el país, el sufrimiento que tiene la gente, el FA tendría que concentrarse en ganar el gobierno y que la campaña de junio ya no sea una interna del FA, sino que sea el comienzo del desarrollo de las grandes mayorías hacia adelante.
Entre los sectores de Convocatoria Seregnista-Progresistas está planteada la disyuntiva de si largar una candidatura propia o no, ¿ves viable que los seregnistas terminen apoyando a Orsi?
A mí me gustaría. Soy muy respetuoso de los procesos de los compañeros, Convocatoria tiene planeado discutir en marzo si ellos tienen que tener una candidatura o no. Una cosa es la generación de un espacio político y otra es que ese espacio político necesite sine qua non una candidatura, porque no necesariamente se fortalece un espacio con una candidatura. El MPP pasó a ser la primera fuerza sin tener una candidatura. La creación de la 609 no fue con la candidatura de Mujica en 2009, sino que fue en 2004. Es cierto, [Óscar] Andrade fue candidato y eso le da visibilidad, Carolina Cosse fue candidata, hoy es intendenta, pero no tiene un espacio político propio. ¿El cossismo existe? No existe. La Amplia existe, por supuesto, pero no tiene un gran caudal electoral. Me parece que una cosa son las candidaturas y otra son los liderazgos. El FA necesita al seregnismo fuerte, así como necesita que el PCU siga creciendo, que el espacio alrededor de Carolina lo haga y nosotros queremos seguir creciendo como 609. Creemos que todavía hay oportunidad -y debería ser parte de una política del FA- de generar un espacio de entrada para ese pedazo de pueblo que necesita estar bajo la bandera de Otorgués y todavía no entró. Nosotros apoyamos a Orsi no porque es del MPP, lo apoyamos porque vemos que tiene la posibilidad de encabezar un amplio movimiento social, político y productivo para volver a colocar al Estado y a los más humildes en el centro de la atención. Para nosotros Yamandú hoy tiene esa posibilidad porque tiene diálogo con sectores muchos más amplios que el frenteamplismo.
Hablabas del escenario actual, con dos candidatos naturales, pero si largan Bergara y Andrade, ¿qué puede pasar en la interna del FA?
Uno de los principales apoyos de Carolina es el Partido Comunista. Si no la apoya, obviamente se va a debilitar esa candidatura. Igual, todos los que piensan que tienen que ser candidatos, que lo sean, pero creo que Uruguay necesita un presidente que tenga la posibilidad de tender puentes lo más amplios posible con la sociedad. Miremos lo que pasó en Brasil y los grandes desafíos que tenemos en América Latina, donde lo que precisamos es una enorme alianza política para el desarrollo, la esperanza y la democracia. En ese sentido Orsi calza los puntos. Después, que haya siete candidatos. No cambia mi percepción de quien entiendo que tiene que liderar este proceso. Los frenteamplistas y las frenteamplistas después decidirán.