El exdirigente sindical Richard Read se encuentra armando un nuevo partido político, que se presentará públicamente dentro de tres meses, luego de que junten las firmas necesarias para presentarlo a la Corte Electoral. El diagnóstico es que al Frente Amplio (FA) le faltó una política de alianzas y que por sí solo ya llegó a su techo, por lo que se propone conformar un partido independiente que en las elecciones pueda estar bajo un gran paraguas junto al FA, “pero no abrazados”. Sobre esta iniciativa y la situación política actual habló en entrevista con la diaria.
¿Por qué decidiste pasar a la política partidaria y dejar la militancia social?
Obviamente no es por cargos, a mí no me interesan, podría haber sido senador dos veces y diputado dos veces. Tampoco es por plata. Estoy más cerca del arpa que de la guitarra, entonces, ¿qué hago jodiendo a esta altura del partido? Me movilizó el deterioro del debate político y de las relaciones políticas. Soy generación 83. Sé lo que significa y cuesta vivir en democracia. Y la democracia se sostiene con pilares muy fuertes; con partidos políticos fuertes, constituidos, ideológicos, de debate; con separación de poderes, con instituciones fuertes del Estado y con credibilidad. Una credibilidad que a nivel mundial se está perdiendo alocadamente y el resultado son las apariciones de los Trump, los Bolsonaro, los Macron, los Milei. La política no le da alternativa a la gente, le da promesas incumplidas, y la gente se va deteriorando. Si, además, el sistema político abona con una ausencia de debate y argumentos y entra en el descalificativo y el agravio, un sector de la población se margina.
Factum sacó el otro día que 17% de la gente dice que hay que cambiar este gobierno, pero que no vuelvan los otros. Seguramente ese 17% no es por ignorancia, es por muchas cosas, entre ellas el descreimiento. Esta fotografía no es nueva. Ya Nacho Zuasnabar, de Equipos, la traía hace un año y pico cuando decía que hay entre 16% y 22% de gente que no se ve representada, entonces, cuando te dicen que hay que sacar a los que están, pero que no vuelvan los anteriores, te están diciendo que quieren política, pero no la que se está mostrando. Motivados por eso y por la ausencia de debate fue que nos juntamos con un grupo de gente. Al inicio, la mayoría éramos votantes frenteamplistas, después fueron sumándose votantes blancos, colorados y, últimamente, votantes de Cabildo. ¿Cuál era el tema? Yo quiero hacer política, pero no esta política. Quiero mezclarme con propuestas, alternativas, debates, confrontación de ideas. Hoy [la política] es una serie de Netflix, llega un momento que te aburre. ¿Y qué sucede? Hoy es 17%, pero ¿si fuera un 47% que no se siente representado? Eso es un deterioro del sistema democrático, y cuando se deteriora el sistema democrático se deteriora la sociedad, entonces, por eso, vamos a juntarnos.
Una de las primeras discusiones del grupo fue si iban a estar dentro o fuera del FA. Terminaron eligiendo el segundo camino. ¿Cómo llegaron a esa decisión?
Tenemos diferencias con el FA, sobre todo los votantes frenteamplistas. Yo soy votante frenteamplista y sigo creyendo que el programa del FA es mejor que cualquier otro. Lo creo yo, pero 17% no cree eso. Si bien ha mejorado, porque la presencia de Fernando Pereira le ha dado un viraje más orgánico y de opinión al FA, el comportamiento como opositor en tres años fue flaco, y el que tuvo en la pandemia fue malo, porque el FA no asimiló la derrota. Un grupo de militantes de gestión -no sociales- salió con el hashtag “yo no los voté”, al otro día de la elección, como que la culpa había sido de quien votó a este gobierno, cuando la pregunta tendría que haber sido por qué no los votaron a ellos. Se te fueron 185.000 votos. Hay como un vicio en América Latina e incluso a nivel mundial: la izquierda siempre adjudica los problemas al otro, son pocos los dirigentes de izquierda que han asumido responsabilidades. De los pocos que lo han hecho está Lula y llega al gobierno con alianzas con partidos variopintos. ¿Cuál fue la política de alianza del FA en 15 años? Llegó solo. El otro [el Partido Nacional] juntó todo, tierra y escombros.
El presidente es muy inteligente, yo no lo subestimo. Mucha gente creyó que era el Luis Lacalle Pou de 2014, pero no era, aprendió. Instalaron en 2019 que el ciclo del Frente Amplio había terminado -obviamente, el tema Sendic, etcétera- y lograron que la sociedad fuera asimilando que después de tres períodos de gobierno era hora de dar vuelta la página. Habían instalado el tema, pero no tenían la herramienta para sacar al FA. Al Partido Nacional solo no le daba, entonces armó una coalición y ganaron. Por 40.000 votos, pero ganaron. Se fumó una pandemia, tres años de gobierno y sigue todavía pujando, no es poca cosa. Me parece que es muy interesante, pero no es novedoso, porque en el 71 el FA hizo lo mismo con los democratacristianos y marxistas, aunque no ganó.
Hoy casi 50% de la población tiene cobijo en una gran sombrilla del FA, pero no están todos. Entonces, sería muy inteligente abrir un sombrillón, que las puntas casi toquen las del otro, y ahí abajo el FA tendrá su sombrilla, nosotros tendremos la nuestra y otros la de ellos.
¿Te parece que si el FA no busca alianzas llegó a un techo?
Yo creo que lo tiene claro la mayoría de los frenteamplistas, el FA hoy tiene un techo. Decime qué cosas han cambiado en tres años para que los 185.000 que se fueron en octubre hoy vuelvan contentos. No ha cambiado mucho. ¿Dónde nos sentimos cómodos nosotros? Ahí, en ese sombrillón. ¿Dónde nos ubicamos deportivamente? Ni en la Ámsterdam ni en la Colombes, en la Olímpica hacia la izquierda.
¿Has hablado en detalle de tu propuesta con Fernando Pereira?
Con Fernando Pereira intercambiamos cada tanto. Creo que, sin hablar mucho, hay coincidencias. El discurso de cierre del acto que tuvo el FA el fin de semana apunta a eso. El discurso de Pepe [Mujica] y el canario Yamandú [Orsi] en el congreso del MPP también apunta a eso. ¿Significa que estamos abrazados? No, estamos juntos, pero no abrazados. Tenemos coincidencias y diferencias, lo mismo que esta coalición de gobierno que está gobernando.
También has dicho que apoyarías a Yamandú Orsi. ¿El objetivo del grupo es terminar acumulando para su candidatura?
Lo conozco mucho y sé que es un terrible tipo y que ha gobernado bien en Canelones, y, de lo que hay de oferta en la góndola, yo saco a Orsi. La idea del grupo es, primero, generar un espacio político de acumulación con alianzas. Después se verá. El que está propuesto hoy para la candidatura, por su grupo político, es Orsi. Hay que esperar un poco más.
Yendo a la creación del grupo, ¿quiénes lo integran? ¿Definieron el nombre?
Lo que te puedo decir es que no hay ningún nombre con gestión anterior, ni que haya hecho una militancia política activa. No tenemos esa figurita. Hay 30 propuestas de nombres para el partido y estamos levantando firmas para presentar ante la Corte Electoral. La idea es salir antes de las vacaciones de julio.
¿Qué diferenciaría a este partido de los demás? ¿Cómo piensan llegarle al descreído?
No creo que sea sólo para ese nicho. Yo me he encontrado a mucha gente frenteamplista que está dispuesta a dar una mano.
Es todo un desafío hablarle al frenteamplista y al votante de los partidos tradicionales al mismo tiempo.
No creo. Hay compañeros que tienen un discurso que está circunscripto a una pecera específica. Si los peces son medio Ultratón, mi discurso va a ser Ultratón. [Pero] si te eligen el domingo, ¿al otro día qué discurso vas a tener?, ¿vas a seguir con el mismo? Ahora tenés que pescar en la gran pecera y la gran pecera no come de ahí. No deja de ser un mentidero, porque tenés dos discursos. ¿Cómo hacés para que no sea un mentidero tu propuesta? Hay 20% de gente que no se identifica. Algo tiene que haber, lo que pasa es que nadie escarbó en por qué la gente está descreída. ¿No será por una falta de autocrítica? Capaz es algo de eso. La idea es tener una voz política en este desierto de ideas, propuestas, confrontación y planes. Por ejemplo, yo te puedo decir que es valiente plantear la reforma educativa. El FA, con mayoría parlamentaria y crecimiento económico, la propuso en 2014 y no la hizo.
El contenido [de la actual reforma] está lejísimo de la necesidad que tienen, principalmente, los chiquilines de contexto crítico, y de eso puedo discutir con cualquiera. La cuestiono, pero como partido opositor tengo que proponer una alternativa, un plan B. La reforma de la seguridad social es mala, perfecto, ¿cuál es la propuesta? Hace 20 años que sabemos que hay que hacer reforma, lo que pasa es que esas reformas ahuyentan votos, patean urnas. Entonces, primó el interés político-partidario [por sobre el] interés de la gente. Estuvimos gastando un punto y medio promedio del PIB por año bancando las desigualdades e injusticias del sistema de la seguridad social. Tenemos una Caja Militar que pasaba la aspiradora con 500 millones de dólares anuales y la bancamos porque no había que toquetear, pero algún día va a haber que toquetear.
¿Qué balance hacés de la situación actual del gobierno?
El gobierno se ha llenado la boca en el último tiempo con el crecimiento económico. Reciben a un país con casi cinco puntos de déficit fiscal, un agujero enorme, y hoy anda en 2,5 puntos. La gran pregunta que no le hacen al gobierno es cómo lo logró. Se logró de muchas maneras, pero hay dos o tres que son clave: la caída del salario real -ahí hay un ahorro enorme-, la poca inversión que se hizo. Gran parte de ese ahorro se hizo del bolsillo de la gente, entonces hay crecimiento económico, pero no hay derrame. ¿Dónde está? En algún bolsillo está, porque nadie mea agua bendita, santo acá no hay. No gobernaron para las mayorías. El FA sí gobernó para las mayorías y creo que de 2005 a 2010 fue el mejor gobierno que tuvo este país, por lejos. Este gobierno, a diferencia de aquel, con el signo herrerista que lo caracteriza, en la parte económica gobernó para una minoría. Estoy en contra de aquellos que dicen que el gobierno no tiene rumbo. ¡Tiene rumbo! ¿Cómo no va a tener rumbo? No menosprecien ni descalifiquen, sabe mucho más que nosotros por dónde va. Tiene claro a dónde ir. El saber a dónde va te posiciona para saber qué debés hacer para contrarrestarlo.