En conmemoración de un nuevo 20 de mayo, la Coordinadora L del Frente Amplio realizó una convocatoria pública frente a la casona de Punta Gorda sobre las 11.00 del sábado. Al lugar asistieron vecinos de la zona, exdetenidos en el período de la dictadura y legisladores como Charles Carrera, José Carlos Mahía, José Nunes, Óscar Andrade, Alejandro Sánchez y Gustavo Tato Olmos.
La casona, también conocida como “300 Carlos R” o “Infierno chico”, fue utilizada como centro clandestino de detención y torturas desde mayo de 1974 hasta noviembre de 1975 y fueron muchas las personas que terminaron muertas y desaparecidas allí.
La coordinadora aprovechó esta convocatoria no sólo para darle espacio a testimonios de personas retenidas y torturadas en “Infierno chico” y a vecinos de la casona, sino también para anunciar la campaña de junta de firmas para declarar la construcción sitio de memoria histórica.
En el encuentro, Pedro y Lucía Arzuaga, hermanos que fueron vecinos de la casa 300 Carlos R durante el tiempo en el que fue usada para tortura, recordaron la propiedad como “la casa de la tortura”. “Esa noche que ocuparon, todo el vecindario se despertó por la cantidad de helicópteros que llegaron, en cada casa se paró un militar armado con una metralleta. Fue bastante impresionante para un niño de 9 años”, relató Pedro, quien llamó a este episodio “el horror antes del horror”.
Lucía, quien era ya una adolescente en esa época, contó que ellos sabían que vivían en un barrio donde había una casa de torturas. “Desde el baño de mis abuelos veíamos gente colgada y desde el escritorio se veía entrar gente tapada y esposada”, manifestó. “Sabíamos que lo hacían para causar terror”, agregó.
Según Lucía Arzuaga, el final de este centro de tortura clandestina fue cuando el Partido Comunista puso un anuncio de que se vendía la casa a un “precio regalado”, además de agregar los horarios disponibles para conocer el lugar. Así fue como, ante la visita de tanta gente y las preguntas sobre la supuesta venta, los militares se llevaron a los presos a otras instalaciones.
Clarel de los Santos fue torturado en la Casona de Punta Gorda del 27 de octubre al 2 de noviembre de 1975. Allí fue víctima de “submarinos” y “plantones” durante horas en ambientes reducidos, junto a otras personas, todas desnudas. “No sé cuántos éramos exactamente, pero sé que más de 40 porque cuando llegábamos nos daban un número y a mí me dieron el 36”.
De los Santos contó que, en 1984, volvió a la casona para armar un suplemento con imágenes para el diario en el que trabajaba. Al llegar vio que estaban remodelando la casa y pidió hablar con el capataz para que les permita entrar a tomar fotos. “Cinco minutos nada más, que nos compromete”, dijo el capataz, ya que aún seguía la dictadura en ese momento. “Pude corroborar que en esos espacios tan reducidos estuve yo”, manifestó De los Santos.
Jorge Burgel fue la víctima de tortura número ocho que contó su experiencia en la casona. El 21 de octubre de 1975 fue secuestrado violentamente por cuatro o cinco personas de particular y fue llevado a la casona de Punta Gorda donde estuvo de plantón, vendado y atado, por unas 30 horas, hasta la noche del día siguiente. De allí lo llevaron a lo que después supo era la ex Cárcel del Pueblo, en la calle Paullier, lugar que funcionaba como depósito de personas detenidas. El 28 fue llevado nuevamente a Punta Gorda. “Fui sometido a submarinos en todo tipo de versiones, la colgada con los bazos hacia atrás, mientras que la casa se iba llenando de personas cada día más”, relató.
Giselle Petrides, quien pidió para ser la última en hablar, quiso contar la anécdota de su hermana y su cuñado: “Ellos se dieron cuenta por primera vez en tres meses de la fecha en la que vivían porque escucharon a los militares gritar por Defensor campeón”.
Para finalizar, habló Elena Zaffaroni, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, quien enfatizó en lo “importante que es volver a pensar en cómo se construyen las garantías de no repetición”. Además, invitó al acto público que se hará en junio con el objetivo de que las Fuerzas Armadas acaten las sentencias que se han proclamado en la Corte Interamericana. “Las Fuerzas Armadas siguen teniendo la información, siguen actuando a su propia discrecionalidad y no se han ajustado a lo que hay que ajustarse”, afirmó.
“Hoy es un día de mucha emoción, es el día que recoge el trabajo de todo un año, que lo muestra a todo el país, que nos impulsa a seguir estos trabajos de memoria, que son los que nos han dado tanta paz en la reconstrucción que vamos haciendo”, concluyó Zaffaroni sobre el final del encuentro.
La 28º Marcha del Silencio comenzará a las 19.00 en Juan D. Jackson y Avenida Rivera.