Aunque se denominó Primer Encuentro de Feminismos del Frente Amplio (FA), no es la primera vez que feministas de izquierda y militantes del FA se encuentran. Estos encuentros se han dado desde la creación del partido en 1971, cuando se constituyó la Primera Comisión de Mujeres, autorizada por Liber Seregni, como recordó la histórica referente Margarita Percovich en la apertura de la actividad, en la mañana de este sábado. En ese momento no se definían “feministas”, pero el camino estaba claro: “luchábamos por los derechos de las mujeres y queríamos cambiar la sociedad patriarcal”, detalló Percovich, que integró organizaciones sociales y fue una de las creadoras de la Bancada Femenina en el Parlamento.
El vínculo entre izquierda y feminismo fue caracterizado por la historiadora Ana Laura Di Giorgi como “un amor no correspondido”. Patricia González, presidenta de la Comisión de Género y Feminismos del FA, dijo a la diaria que las tensiones entre la izquierda y los feminismos son “de forma y de contenido”.
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Para González, la tensión “de forma” tiene que ver con cómo militar feministamente (es decir, “con una organización horizontal y participativa”) dentro de una organización política “burocrática y jerárquica”. Y esto “limita la participación de las mujeres”.
Identificar las limitaciones en la participación dentro del FA “tiene que hacernos replantear cómo se construye nuestra ciudadanía y cómo vamos a dar las discusiones programáticas sobre todos los temas -continuó González-, cómo vamos a leer las desigualdades en la pobreza, el trabajo, las tareas de cuidados, todos los temas tienen que ser mirados desde ahí”. “Hay que tensar sin romper”, dijo después en la apertura.
Sobre la tensión de contenido, Patricia señaló la “contradicción principal” que se arrastra desde hace décadas sobre “si es más importante la clase o el género, y cómo se intersectan las luchas contra las desigualdades”. En este sentido, tanto ella como el presidente del FA, Fernando Pereira, remarcaron que la paridad será una parte central de las discusiones programáticas y que hacia allí va la fuerza política de cara a las próximas elecciones.
Además, Pereira remarcó el desafío de “ser coherentes con lo que escribimos”, para que el FA sea antipatriarcal y antirracista “arriba y abajo del estrado”.
Entre la militancia presente, estuvieron durante la apertura los posibles precandidatos presidenciales y actuales intendentes, Yamandú Orsi (Canelones) y Carolina Cosse (Montevideo). Orsi destacó, en diálogo con la diaria, que es un encuentro “necesario y aleccionante” para discutir sobre roles y estigmatizaciones en una cultura política machista. Como varón militante dijo que es más lo que tenía “para aprender que para aportar”, no sólo en la deconstrucción de las masculinidades, sino sobre qué hacer cuando se cometen actos de violencia o acoso: “Todavía es difícil hablarlo entre nosotros, aunque somos los del problema; lo abordamos si una compañera plantea el tema”.
Por su parte, Cosse destacó el encuentro como “una demostración de militancia y compromiso de las mujeres frenteamplistas” que le aportan “cuidado y humanismo” a la práctica política, “no mirar para el costado cuando se comete una injusticia” y “estar luchando por la igualdad en todos los sectores de la sociedad”.
Dos mesas regidas por las preguntas “¿por qué una izquierda feminista?” y “¿qué enfoques son necesarios incorporar?” inauguraron las actividades de la mañana. Por la tarde, se desarrollarán en distintos locales de sectores del FA 15 mesas de diálogo sobre ejes tan diversos y complementarios como la incorporación de la perspectiva feminista y antirracista en el FA y en el sindicalismo, la creación de espacios de militancia libres de violencia y acoso, el desafío de construir otras masculinidades y formas de ejercer el poder, las maternidades feministas, el ecologismo, la participación intergeneracional y de personas con discapacidad, la descentralización, la cultura como herramienta de construcción y transformación, bajo la expectativa expresada por González de que “hacer de una manera diferente es abrir puertas”.
Atravesadas por la violencia
Una de las mesas de diálogo más concurridas de la primera jornada del encuentro fue “Ámbitos de militancia política: espacios libres de violencias y acoso. Violencia de género en el Frente Amplio. Acciones para su prevención y combate”. La instancia se desarrolló en el primer piso de la Huella de Seregni, colmado y con participantes que tuvieron que ir a otros locales porque no cabía nadie más.
Es que la violencia basada en género es un problema que atraviesa a la sociedad uruguaya, por ende, a sus fuerzas políticas. Las militantes del FA manifestaron su preocupación por mejorar las respuestas ante estas situaciones. Si bien en los últimos tiempos tuvieron algunos casos nombrados en la opinión pública, ninguno fue mencionado con nombre y apellido durante el debate.
La mesa fue dinamizada por las palabras de Liliana Pertuy, Margarita Percovich y Tatiana Antúnez. Las primeras dos referentes se encargaron de historizar cómo lograron conquistar avances en la participación femenina a la interna del FA y en ámbitos de gobierno, articulados territorialmente con militantes barriales para establecer una “sinergia” entre la agenda partidaria y las necesidades de las vecinas, que redunde en fortalecer una agenda de derechos.
También recordaron qué potestades y qué limitaciones tiene el Tribunal de Conducta Política (TCP) para abordar las denuncias de violencia política basada en género que pueden recibir. Subrayaron que se debe establecer con mayor claridad qué casos pueden tomar el TCP y mejorar el Protocolo de Violencia Política Basada en Género, que “se hizo en un momento difícil, con bastante indiferencia de nuestros dirigentes”, recordó Percovich.
Pertuy dijo que la violencia política basada en género (VPBG) es una forma de violencia “que busca limitar la participación política de las mujeres” y que hay que “encarar instrumentos para sancionar” estas acciones, pero que “la violencia no es un tema de protocolo administrativo: es un problema político”. Exhortó a “no bastardear las propias herramientas que creamos” y señaló que al Tribunal de Conducta Política llegan “reclamos que son [se refería a que parecen] de ONG, y esto no es una ONG: es un partido político, donde hay diversidades. Nos juntamos para disputar el poder, porque queremos transformar la realidad”.
Si bien el TCP elaboró en 2021 un reglamento de procedimiento para el tratamiento de las denuncias de VPBG, Percovich informó sobre lo que desde la Comisión de Género y Feminismos del FA sugieren que hay que modificar para mejorar las respuestas: reformar el protocolo; modificar los estatutos, ya que “son lo único que se respeta en el FA” (“Si leyeran los reglamentos no nos llegarían las denuncias que nos llegan”, agregó); analizar cada hecho que se desea denunciar para saber “si se enmarca en la violencia generalizada de las relaciones interpersonales militantes o si está dirigida hacia una persona, claramente por su género”.
Otra preocupación, que expusieron tanto las oradoras como las militantes que hablaron al finalizar la exposición de la mesa, fue cómo preservar la privacidad y confidencialidad de las denunciantes, al considerar que pasaron de tener decenas de denuncias “cajoneadas”, a ser tomadas en cuenta en la actual Presidencia del FA pero abordadas en instancias como el Plenario Nacional, donde se terminó sabiendo quién denunciaba a quién, generando una revictimización.
En cuanto a la “readecuación estatutaria”, Antúnez detalló que estas modificaciones se plantearán en el próximo congreso programático del FA y que se aborde en un congreso estatutario. El grupo de trabajo que trabaja en esa readecuación –siguió la militante comunista– “nació para pensar cómo abordar casos de violencia privada que llegaban al partido, pero derivó en pensar cómo esto afecta la ética política, es decir, lo que hace a un militante de izquierda, en función de documentos que establecen nuestros principios y valores”.
Para Antúnez será una discusión que llevará tiempo porque “en marcos generales está todo dicho, pero hay que bajar a tierra los procedimientos, considerando el Protocolo que ya existe: cómo se procede si hay una denuncia penal o en lo civil, si hay una medida cautelar, si hay un hecho consumado y, entre medio, la preservación de las mujeres denunciantes para no revictimizar ni quedar expuestas. Tenemos que seguir regulando las formas de proceder, para que esto sea claro y garantista de los derechos de quienes han sido violentadas”.
Varias militantes que hablaron después de las oradoras manifestaron la dificultad para canalizar las denuncias que llegan a los comités de base y para acompañar esos casos, señalando la necesidad de contar con espacios de formación específica para esto, así como espacios de escucha terapéutica –incluso con profesionales de Psicología.
Antúnez dijo a la diaria que es urgente “construir un forma de relacionarnos que ayude a crear mecanismos para que estas situaciones se canalicen de una forma adecuada”. Esto también “alivianaría la recarga que tienen las compañeras a cargo del área de género en el comité, en una departamental, en su partido, y la culpabilización de la que son objeto si esa denuncia no se resuelve. Porque nos pasa de sentir que terminamos siendo las personas que violentamos. Hay que entender y hay que confiar en que la compañera que está en esa comisión, secretaría o partido, defendiendo determinadas banderas, va a querer hacer lo mejor. No podemos seguir sobre la base de pensar que todo el tiempo estamos encubriendo violentos”.
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