Desde hace pocas horas, cuando Yamandú Orsi recibió la banda presidencial de Luis Lacalle Pou, el líder nacionalista dejó de ser mandatario. Su estatus de expresidente está fresquito, pero nunca es demasiado temprano como para evaluar a un político que se encargó de la presidencia durante cinco años. la diaria consultó a analistas en política y a figuras políticas para saber de qué hablamos cuando hablamos de Lacalle Pou como presidente.

Para Mariana Pomiés, directora de la consultora Cifra, Lacalle Pou “sale fortalecido” de su mandato, “porque se va con una evaluación de gestión muy alta, por encima de lo que fue su votación de noviembre de 2019”. Además, también sale “con un nivel alto de popularidad y de reconocimiento como el líder de la coalición”. Agregó que tiene acumulación política para ganar un nuevo gobierno, pero “va a depender mucho de cómo le vaya” al Frente Amplio (FA) en la administración que recién comienza, porque la coalición de izquierda “ya tiene historia de continuar si le va muy bien”.

Además, Pomiés subrayó que la buena evolución del expresidente “no quiere decir que todo lo del gobierno” que se fue “sea bien evaluado”; de hecho, Lacalle Pou “es mejor evaluado que muchas de las cosas que pasaron en el gobierno”. “Ahí hay un valor personal”, acotó. Sostuvo que Lacalle Pou cultivó un gobierno “muy presidencialista”, en el que “todo estaba centrado en él”, era “quien tomaba las decisiones y quien repartía entre los partidos que formaban la coalición”. Sin embargo, dijo que a raíz de las diversas crisis por las que atravesó esta administración “el gobierno en general pudo haber sido afectado”, pero a Lacalle Pou “no le pegó en su imagen ni en su popularidad, por su propia estrategia de comunicación y de manejo personal de su imagen”.

La directora de Cifra dijo que el mandatario “siempre estuvo dispuesto a hablar, estaba en todos lados”, por lo tanto, “tuvo un acierto al someterse a las preguntas y responder”, aunque “para mucha gente no era convincente en cuanto a deslindar al gobierno, pero en lo personal lograba desmarcarse”. Agregó que Lacalle Pou es de los presidentes “que manejaron mejor la comunicación con la gente, muy directa”, similar al exmandatario José Mujica, aunque “en un estilo muy distinto”, porque el frenteamplista “tiene algo más popular y un poco más filosófico, dice cosas que trascienden mucho más”.

Por último, subrayó que la intensidad de actividades diarias que tuvo Lacalle Pou en su gobierno, como ir a la inauguración de una planta, presentarse en una cosecha y otras del estilo, “no lo hizo nadie” antes, pero “no lo podía hacer un hombre de la edad de Mujica, de Tabaré Vázquez ni de Jorge Batlle”, porque “es un desgaste físico impresionante”. Además de la edad, dijo que para esa alta exposición también jugó la época, por la tecnología -Lacalle Pou fue el primer presidente uruguayo con cuenta en X, por ejemplo-, “que ayuda a que sea más visible en todos lados”. “Sin duda que a él lo favoreció esto, pero lo supo aprovechar. Otros no lo han aprovechado”, finalizó.

Cardarello: “Capacidad de comunicación y de cercanía”

El politólogo Antonio Cardarello sostuvo que durante la campaña de 2019 “Lacalle Pou tenía un saldo negativo en su imagen, era más la gente que lo rechazaba que la que le caía simpático”, y esa es la explicación de por qué tuvo menos votos en el balotaje de 2019 (cerca de 6% menos) que la suma de los partidos de la coalición en la primera vuelta.

Señaló que en el primer año de su gobierno, en 2020, con la gestión de la pandemia de coronavirus, creó “el capital político”, sobre todo al mostrar “la muy buena capacidad de comunicación política”. El politólogo sostuvo que antes de asumir a Lacalle Pou se lo solía criticar, “por lo menos indirectamente”, porque “provenía de cuna de oro, su carrera política había sido allanada y vivía en La Tahona”. Sin embargo, “mostró una capacidad de comunicación y de cercanía con la gente, en parte por estar presente en todos los hogares durante la pandemia, casi todos los días, para dar buenas y malas noticias”.

Cardarello sostuvo que más allá de la pandemia “hay un quiebre”, una vez que se aprobó la ley de urgente consideración (LUC), a mediados de 2020, que empezó a generar “cierto ruido, con ese proyecto de 500 artículos, que finalmente fueron 476”. Esto le dio la oportunidad al FA, “que había tenido un 2020 muy complicado, porque no sólo venía de la derrota electoral, sino que es muy difícil hacer oposición a un gobierno que afronta una crisis externa”.

“La segunda parte del gobierno está jalonada por los hechos de corrupción o de desprolijidades en el entorno del gobierno”, agregó, sobre todo por los casos de Alejandro Astesiano (el exjefe de seguridad de Presidencia), el pasaporte otorgado al narcotraficante Sebastián Marset, la renuncia de varios ministros, como la de Germán Cardoso (Turismo), y también el caso del exsenador blanco Gustavo Penadés, que está en prisión preventiva por 22 delitos sexuales.

Cardarello subrayó “el muy buen manejo” de Lacalle Pou, “de lograr deslindarse” de la mayoría de esos hechos, “de que la culpa siempre cayera en subordinados y no directamente en el presidente, que en último término era el que tomaba las decisiones”. “En 2019 dijo que él siempre era el último responsable, pero luego, en los hechos, los que pagaron los platos rotos fueron otros”, finalizó.

Bianchi: liderazgo “confirmado” pero “en construcción”

Aparte de la comunicación, Cardarello destacó que Lacalle Pou tuvo “muchos legisladores en el Parlamento y gente en el gobierno que daba la cara por él y salía a defender las decisiones” que tomaba. Una de esas legisladoras, que suele estar bien al frente en la trinchera, tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación tradicionales, es la senadora Graciela Bianchi, quien ha dicho más de una vez que se define como “luisista”.

Bianchi sostuvo que Lacalle Pou como presidente “se mostró tal cual es”, porque “había muchos prejuicios sobre él”, como que era “el cheto de La Tahona” y “no había trabajado”, cuando en realidad era legislador “desde los 26 años”. Sostuvo que cuando lo conoció, en 2013, al pasarse al Partido Nacional, “inmediatamente” se dio cuenta de que era “como se manifiesta, cercano a la gente, sencillo, firme cuando lo tiene que ser y con un plan estratégico”. Además, dijo que es “seguro cuando toma decisiones y no le importan las consecuencias negativas para él”. “Esa es la confirmación del liderazgo de Luis. Y en el gobierno se manifestó tal cual es”, insistió.

Para Bianchi, Lacalle Pou en su gobierno llegó a una etapa de consolidación de su liderazgo, pero no está “acabado”, sino que “está siempre en construcción”, por lo tanto, su liderazgo puede seguir creciendo ahora que ya no está en la presidencia. Aseguró que la decisión del exmandatario de ir a trabajar al Centro de Estudios para el Desarrollo muestra “que está dispuesto a reconocer que puede aprender más y que necesita mejorar su formación en pos de su liderazgo”.

La senadora destacó cómo comunicó Lacalle Pou, “incluso cuando se calló, porque él podría haber hablado mucho más”, por ejemplo, sobre “el episodio Astesiano” o “las grabaciones de Carolina Ache” (la exsubsecretaria de la cancillería, envuelta en el caso Marset). “Sin embargo, él comunicó lo que quiso, lo que entendía que tenía que comunicar, no hizo panfleto de la situación a favor de él, dejó que la gente razonara”, sostuvo.

Además, Bianchi aseguró que “todas las acciones de él, ya sean orales o de actos de su gestión, están precedidas de un razonamiento que a veces es estratégico”. Por último, dijo que el saldo de Lacalle Pou como presidente es positivo, “a pesar” de que la coalición perdió las elecciones, y aclaró: “Perdimos nosotros, no perdió él”. Concluyó con que ahora es más “luisista” que antes, si es que eso “es posible”.

Nane: “Es una forma de comunicación que no construye ciudadanía sino personalismo”

Hay quienes tienen visiones muy opuestas a la de Bianchi, como la senadora del FA Silvia Nane. Antes que nada, sostuvo que Lacalle Pou “encarna un estereotipo de clase y de política” con el que no comulga, y subrayó que “la comunicación es un elemento de la política pero no puede ser el factor primordial”. Dijo que parte de la estrategia de la comunicación del gobierno anterior fue centrarla en el presidente y eso refuerza “lo individual y lo personalista por sobre lo colectivo”. “Como yo creo primero en lo colectivo, es una forma de comunicación que me parece que no construye ciudadanía, sino personalismo y caudillismo, y todo eso está también muy asociado en la figura del presidente a aspectos muy patriarcales de la política”, expresó.

Además, Nane hizo hincapié en la comunicación personalista también para el llamado “caso Astesiano”, porque “ponerle nombre y apellido a un caso con toda esa corrupción a nivel institucional personaliza el problema”, cuando en realidad “no es Astesiano”, sino “todo lo que propició Astesiano”. También puso como ejemplo el caso de Penadés, en particular cuando Lacalle Pou lo respaldó en una rueda de prensa, en mayo de 2023, y señaló: “Sería un mal amigo si no le creo”.

En estos casos Nane ve que Lacalle Pou actuó “con esa especie de impunidad que da pertenecer a una cierta clase en este país”, de erguirse “en una representatividad y sobre todo en unos modos que nada tienen que ver con lo institucional”, y aclaró que por “clase” se refiere a “una clase patricia, por supuesto”, no a una política, porque directamente no cree que exista la “clase política”.

Además, la senadora frenteamplista puso en duda que Lacalle Pou haya logrado sortear las crisis de su gobierno, “porque las instituciones quedaron profundamente heridas” y, en todo caso, si Lacalle Pou salió indemne como figura política, “también es un problema de la democracia y la república”.

“Justamente, esta construcción tan personalista e individual, que parece que el presidente es un ser humano aislado del mundo y de sus conciudadanos, es una visión miope de lo que puede haber pasado en el contexto de toda una sociedad. No se puede separar, y deberíamos cuestionarnos si, después de todas estas circunstancias, una personalidad política sale indemne: ¿no nos estará fallando algún mecanismo de control o una visión crítica sobre nosotros mismos?”, preguntó.

Por último, Nane recordó el episodio en el que Lacalle Pou fue consultado por el decreto que firmó para flexibilizar la política antitabaco, en 2022, en el que, con ironía, reconoció que el pedido surgió de la tabacalera Montepaz: “Hay como un sentimiento de impunidad de clase, de que lo digo y no me importa, porque me siento con el derecho a decir lo que quiera. Es como una especie de ejercicio individual que desconoce la investidura institucional a la que uno se debe cuando está en esa función”.