Buen día. Este es un repaso parcial de algunos temas que nos ocuparon esta semana. Lo hace habitualmente José Gabriel Lagos, que hoy está de licencia.

La realización de la 76ª asamblea general ordinaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una buena oportunidad para tomar nota de las muchas formas en que nuestra realidad local se relaciona con la internacional o parece prescindir de ella.

El presidente Luis Lacalle Pou habló en la asamblea de la ONU, reiterando algunas líneas de argumentación que ya ha expuesto sobre la libertad responsable, el fracaso del mecanismo Covax y sus discrepancias con conceptos del filósofo Thomas Hobbes, pero tuvieron más eco su participación previa en una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y su no participación en la Conferencia de Durban contra el racismo, sumándose a un boicot que impulsa Israel alegando que es “antisemita”.

En el alineamiento con Israel, Uruguay fue acompañado por más de 30 Estados, pocos de ellos latinoamericanos. En la Celac, Lacalle Pou criticó a Cuba, Nicaragua y Venezuela por violar los derechos humanos, en un gesto que pudo tener, además de su contenido específico, la intención de contrapesar, a los ojos de Estados Unidos, la búsqueda de un tratado de libre comercio (TLC) con China.

Casualmente, esa intervención presidencial se cruzó con el escándalo de una grave violación de los derechos humanos en nuestro país, cuando se supo que un preso en el módulo 11 del ex Comcar había sido torturado durante casi dos meses por sus compañeros de celda, sin que los funcionarios se dieran por enterados, hasta que otras personas privadas de libertad tomaron la iniciativa de alertarlos.

El ministro Luis Alberto Heber dijo que estaba asombrado y avergonzado, y que no podía asegurar la inexistencia de atrocidades similares en perjuicio de otros presos. También dispuso el relevo del director de ese módulo, quien quedó a cargo de otros en el mismo establecimiento.

Este hecho sacudió un poco la indiferencia ante la terrible situación en las cárceles, que afecta a personas condenadas y sin condena, tanto en Uruguay como en el resto de la región y fuera de ella.

Compartimos problemas y dramas con el resto del mundo, pero a veces vamos a contramano de los intentos de solución. Iniciativas del gobierno de Joe Biden en Estados Unidos han reactivado la idea de aumentar los impuestos a la riqueza, pero aquí el Poder Ejecutivo insiste sobre la conveniencia de aliviar a los “malla oro”.

Nos encanta cuando el mundo se fija en Uruguay por algo en que nos destacamos, y recibimos con orgullo las noticias de que aquí se aporta a la investigación internacional para combatir el mal de Chagas o se anuncian avances en el diagnóstico temprano del Alzheimer, pero estamos en problemas, por nuestro escaso peso en la comunidad internacional, cuando tomamos decisiones que pueden irritar a países más poderosos.

Es difícil remar en esas circunstancias, y no ayuda que en negociaciones delicadas de política exterior, como las vinculadas a lo que haría el Mercosur ante un eventual TLC de Uruguay con China, irrumpan por su cuenta actores políticos locales, como lo hizo el senador Guido Manini Ríos esta semana, al discutir el asunto con el vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão.

Ya que estamos con Cabildo Abierto, es poco probable que tengan repercusión internacional los tuits de la diputada Inés Monzillo, pero tampoco contribuirían a la buena imagen internacional de Uruguay. La causa de la diversidad es mundial y tiene manifestaciones potentes en nuestro país; para Monzillo, se trata de “un circo patético” en el que participa, de forma “vergonzosa”, la vicepresidenta Beatriz Argimón.