De acusador a acusado: en pocos días, Álvaro Garcé pasó de encarnar a un celoso guardián de información secreta a ser señalado como alguien no competente para el cargo de responsable de los servicios de inteligencia. Como recordarán, la semana pasada el abogado y docente denunció ante la Justicia al grupo de parlamentarios que lo recibió en régimen de comisión cerrada, con la convicción de que uno de ellos había filtrado el plan de trabajo que expuso allí.

Varias figuras del oficialismo, y especialmente del Partido Nacional, se prestaron a su iniciativa: la vicepresidenta Beatriz Argimón inició una investigación administrativa entre los legisladores; el ministro de Defensa Nacional, Javier García, habló de traición a la patria; y el mismísimo presidente, Luis Alberto Lacalle Pou, dijo que se trataba de un sabotaje a la seguridad nacional.

Pero, apenas iniciada la pericia judicial, surgieron indicios de que la documentación expuesta por TV Ciudad y por su director de informativos, Eduardo Preve, no era exactamente la misma que había llevado Garcé a la reunión.

A diferencia de la mayoría de los involucrados (y del resto de los uruguayos), Garcé disponía de información para detectar esta incongruencia. El error, que lo muestra como una persona poco idónea para el cargo que ocupa, sumado a lo que se ha percibido como un intento de desprestigiar al Parlamento, o a parte de sus integrantes, hizo que sonaran razonables las sugerencias de que el abogado deje de ser el responsable de la Secretaría de Información Estratégica. Los cuestionamientos a Garcé, además, ya no parten exclusivamente de la oposición.

También desde el punto de vista del gobierno es posible que se perciba la aventura judicial a la que se plegaron el presidente y la vicepresidenta de la República como otro intento fallido de dirimir en tribunales las diferencias con dirigentes del Frente Amplio. Se trata de una estrategia que también incluye el enfrentamiento legal con organizaciones sociales, que no viene dándole buenos resultados al oficialismo y que acumula un desgaste muy perjudicial para la convivencia política.

Julio y Pepe forever

Días de triunfos para el expresidente Julio María Sanguinetti. El martes presentó un libro de conversaciones con el también exmandatario José Mujica y concitó la atención generalizada (sí, fue tapa de la diaria.

También ese día se supo que su libro Agonía de una democracia ingresó a los planes de estudio de la Administración Nacional de la Educación Pública, al tiempo que se excluyeron los textos del historiador Carlos Demasi, reciente ganador de un premio Bartolomé Hidalgo por su trabajo sobre la transición democrática.

En pocas palabras, con la reforma educativa entra la “teoría de los dos demonios” para explicar la imposición de la dictadura y se difumina la idea de que se trató de una conjunción de intereses sectoriales e internacionales compleja. No es el único cambio en los programas de historia que traen los nuevos planes: también se eliminan las referencias a las violaciones a los derechos humanos, entre otras supresiones.

Mujica, por su parte, debió disculparse por una opinión sobre el impulso del movimiento feminista

Un poquito de antifútbol

El exmandamás de la FIFA Joseph Blatter dijo que la elección de Qatar como sede de la Copa del Mundo fue un error, aunque no por los mismos motivos que organizaciones de derechos humanos y varios gobiernos cuestionan la legitimación deportiva del gobierno qatarí.

Antes de que la correntada mundialista diluya estos cuestionamientos, este jueves habrá un debate organizado por Alianza Francesa y los colegas de Le Monde Diplomatique.

Biden vive y lucha

Se esperaba una “oleada republicana” en las elecciones de mitad de período estadounidense, pero la oposición conservadora consiguió muchos menos escaños de lo que se preveía, y además varias iniciativas progresistas, como el derecho al aborto y al uso de drogas recreativas, se impusieron plebiscitariamente en varios estados.

El presidente Joe Biden, igual que Lula da Silva en las recientes elecciones presidenciales brasileñas, había orientado la campaña como si fuera un enfrentamiento entre sectores democráticos y antidemocráticos, y su apuesta también rindió. El exmandatario Donald Trump, que apoyó a varios candidatos al Congreso y gobernaciones estatales derrotados, es visto como el gran perdedor del martes pasado, y ahora le surgió un rival claro dentro de su partido para las presidenciales de 2024.

Otras cosas que pasaron en estos días

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