Los saben los ajedrecistas y lo saben los boxeadores: ocupar el centro proporciona ventajas tácticas. Esa parece ser la posición del Frente Amplio en el discurso de los principales candidatos oficialistas. Tiene cierta lógica, ya que que casi todas las encuestas lo dan como favorito para ganar las próximas elecciones nacionales, aunque no se comprende del todo que el nacionalista Álvaro Delgado ocupe tiempo de su gira relámpago por Buenos Aires en hablar de la política de seguridad pública del Frente Amplio, o en discutir los matices de la condena al régimen de Nicolás Maduro.

Del mismo modo, resulta entendible la frustración del candidato blanco por no poder debatir antes de la primera vuelta con su adversario frenteamplista Yamandú Orsi, aunque no es tan evidente la conexión que establece entre esa ausencia y la frialdad que percibe en el electorado.

Tal vez sí sea más clara la táctica del colorado Andrés Ojeda, que busca mostrarse como el más idóneo para enfrentarse a Orsi como forma de cosechar apoyos entre los nacionalistas ahora mismo, en octubre.

Otra “carencia” del Frente, la de un plan de gobierno completo, es tema para varios nacionalistas, aunque la insistencia no hace sino devolver el control de la conversación a los frenteamplistas, que, además, tienen el balance de sus gestiones entre 2005 y 2020 como herramienta de discusión.

Sobre el significado del creciente protagonismo discursivo del frenteamplismo habla nuestro editorial. Como empezamos hablando de disciplinas asociadas a lo deportivo, me permito citar a un exdirigente aurinegro que buscaba resaltar la hegemonía simbólica de su club: “Los que somos de Peñarol hablamos de Peñarol y los que no son de Peñarol también hablan de Peñarol”.

También pasó en estos días

Para leer con tiempo