Los autos solamente podrán cruzar 18 de Julio. Bicicletas, ómnibus y sobre todo peatones se adueñarán de la avenida arteria, de la calle órgano. En el carril que hoy ocupan los buses habrá plantas, bancos, kioscos y hasta algún espectáculo artístico, a la medida del más o menos apurado trajín chancletero de la avenida/vidriera más larga de la ciudad.

La Intendencia de Montevideo (IM) todavía desarrolla el proyecto ejecutivo y define detalles de las obras físicas, pero parece decidida: quiere transformar 18 de Julio y que sea un modelo para estudiar. En tres meses abrirá la licitación para las obras e invertirá cuatro millones y medio de dólares en un año. El martes presentará la idea a los actores involucrados.

“¿El transporte colectivo tal y como lo tenemos hoy en 18 de Julio es un ejemplo de eficiencia? No. Tenemos mucho para hacer. ¿Las veredas son suficientes? Tampoco”, se responde Ramón Méndez, coordinador del proyecto. Promete que la avenida será reformada para mediados de 2019, aunque todavía diseñan aspectos técnicos. El plan de la comuna es que las obras comiencen después del verano y duren un año. Creen, además, que 18 tiene más “potencial de desarrollo”, dice Méndez, director de Planificación, uno de los cinco departamentos de la comuna involucrados en la reforma.

De Fortune a 18

Méndez, doctor en Ciencias Físicas, fue uno de los 46 hombres más influyentes del mundo en 2016, según la revista Fortune. El mérito: haber capitaneado el cambio de matriz energética desde la Dirección Nacional de Energía. También fue director nacional de Cambio Climático y desde hace años es un hombre cercano al intendente Daniel Martínez.

El principal responsable de la ciudad ha repetido su voluntad de hacer cambios en el sistema de transporte, aunque sin explicitar demasiado qué o cómo. Se escucha que Montevideo debe ser una ciudad más eficiente; 18 de Julio será una especie de conejillo de indias para un nuevo modelo de desarrollo urbano.

En el piso 25 del palacio municipal se ve casi toda la ciudad de Montevideo, desde la playa del Cerro hasta el Cerrito de la Victoria. La avenida se muestra simétrica, con sus carriles diferenciados, con los cordones pintados, los autos ordenados por los semáforos. Parece una maqueta.

A Méndez le gusta mirar de lejos. El miércoles tenía un telescopio recostado contra la ventana de su oficina, orientado al norte de la capital. Es aficionado a la astronomía. Llega a su oficina luego de evaluar el tránsito en Paso de la Arena. Está agitado. Habla de 18 de Julio sin que medie pregunta.

Menos coche y meta pata

Ocho de cada 100 personas que recorren 18 de Julio lo hacen en auto. Pero el espacio destinado para carros particulares es la mitad del lugar disponible entre las fachadas de la arteria que es más bien un órgano comercial, cultural, social y hasta político.

En hora pico la surcan hasta 300 ómnibus y más de 5.000 peatones la pisotean por manzana con indolencia. El transporte público en la arteria/órgano “muestra una de sus principales caras negativas”, confiesa Méndez.

El hombre del telescopio coordina las simulaciones de tráfico y la planificación del timming semafórico para evitar la acumulación de ómnibus en las paradas. El transporte colectivo por 18 de Julio quedará sujeto a cumplir unos tiempos tales que, asegura Méndez, desaparecerán los buses apiñados uno atrás del otro, esperando que el pasaje suba y baje.

A lo largo de 18, la velocidad promedio de los ómnibus no es mucho mayor que las piernas del peatón por momentos. Siete, seis, cinco kilómetros por hora pueden poner los bondis en la tarde, cuando todos vuelven a casa. Caminar los tres kilómetros que separan Plaza Independencia y el Obelisco lleva 30 minutos. El ómnibus, en hora pico, puede llegar a demorar 20.

La arteria está medio taponeada y tose. Las emisiones de material particulado en el aire habitualmente están al límite, a veces incluso por encima del estándar. “Tenemos un nivel de contaminación atmosférica al límite tolerable. Hay cosas por hacer”, dice Méndez.

Nada mejor para reducir las emisiones que usar las piernas, mover el esqueleto o privilegiar el espacio público. “Precisamos ensanchar algunos tramos de veredas. Queremos darle más espacio al peatón y para algunos servicios”, proyecta el jerarca. Piensa en renovar fachadas, seguir regulando la cartelería y aprovechar el espacio de las plazas para asociarlas a actividades culturales, incluso en momentos de baja circulación de peatones.

En la primera etapa del proyecto, que será presentado este martes a vecinos, autoridades y comerciantes, no se verán grandes obras físicas. La intervención urbana ensanchará el espacio del peatón con ornamentos verdes, bancos o macetas.

En la segunda etapa, Méndez imagina elevar el nivel de la calle en los cruces para que sea el auto el que suba y no el peatón el que baje (algo que ya se hizo en algunas esquinas de Ciudad Vieja).

Bicis al centro

Las bicicletas tendrán su ciclovía de dos manos con semáforos y circularán por el medio de la calle. El lomo de la Cuchilla Grande que repta al río, desde el Obelisco hasta Plaza Independencia, se conoce como 18 de Julio y es ideal para pedalear porque es plano.

“Si colocás la bicisenda por los costados de la calle el peatón tiende a invadir el corredor del ciclista y al subir al ómnibus debe atravesar el corredor ciclista. La ciclovía en el centro protege. Aunque parezca paradójico, el ciclista queda protegido por el tránsito vehicular”, dice Méndez. La ciclovía arterial se acoplará a otras. La Intendencia estudia la creación de una red interconectada, uniendo las que ya existen a otras que se crearán.

Bondi

Hay 30 líneas de ómnibus distintas que llevan y traen gentes por la avenida. “Estamos trabajando en un proyecto que no está cerrado, pero queremos reducir fuertemente el número de líneas que ingresan a 18 de Julio”, adelanta Méndez, con cautela.

“La subida al ómnibus debe ser más rápida”, dice. Se muestra confiado en que se mejorará el tiempo para ir de punta a punta. “La principal preocupación es reducir los tiempos de traslado”, subraya Méndez.

“Cuando el proyecto esté totalmente terminado, los buses serán eléctricos”, aventura, sin mirar el telescopio. “Pero será un proceso paulatino de recambio”, porque el costo de hacerlo de una vez es impagable.

El hombre de Fortune y de Martínez asegura que los ómnibus eléctricos no tienen ruidos ni contaminan. “Generan mayor velocidad en el tránsito y mayor calidad en el viaje a bordo: aire acondicionado, sin ruidos, moderno, wifi, piso bajo”. Para Méndez, el proyecto de 18 de Julio “es una visión modélica de Montevideo, a donde queremos ir desde todo punto de vista”. “Si queremos que la gente se baje del vehículo particular y se suba al transporte público tenemos que hacerlo más interesante, atractivo y eficiente desde muchos puntos de vista”, opina.

18 vio pasar carruajes, tram ways eléctricos y a caballo, trolley buses, aquellos roncos Leyland escupiendo humo negro y deprimiendo con medias luces. Ahora parece que se despedirá de los bondis ruidosos, medio torpes y brutos. ¿Qué vendrá después? Quién sabe.