En el marco de la pandemia, el Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas del Teatro Solís y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de ña República organizaron un ciclo de conferencias virtuales junto con creadores y referentes de las artes escénicas, para intercambiar ideas sobre los nuevos usos de la virtualidad y sus modalidades, y las resonancias en el mensaje. Las conversaciones giran en torno a lo transmedia en las distintas disciplinas, pero también en el modo de comprenderla, y en cómo actúa sobre las expresiones artísticas del presente.

El teórico e investigador teatral argentino Jorge Dubatti ha sido pionero en abordajes escénicos y ha contribuido a abrir nuevos rumbos de pensamiento: sólo para dar una pista, en 2001 fundó la Escuela de Espectadores en Buenos Aires, y luego contribuyó a abrir otras 34 escuelas en el mundo, entre las que se encuentra la uruguaya, a cargo de María Esther Burgueño y Gabriela Braselli; fundó el Centro de Investigación en Historia y Teoría Teatral; publicó más de un centenar de libros sobre teatro, entre ensayos, antologías, compilaciones de estudios, diálogos con creadores y traducciones; dirige la cátedra de Historia del Teatro Universal en la Universidad de Buenos Aires, y ha sido uno de los teóricos que más han reflexionado sobre el avance neoliberalista y sus resonancias en la cultura.

Dubatti adelantó a la diaria que en este encuentro hablará sobre las nuevas políticas de la crítica en la “destotalización de los campos teatrales y la crisis de la crítica 'profesional'”. Es decir, “La democratización de los discursos críticos por los nuevos medios y soportes, los nuevos espectadores-críticos, las ‘escuelas’ de espectadores. El pasaje del espectador a secas al espectador-crítico y del crítico a secas al crítico-filósofo”.

¿A qué apunta con “destotalización de los campos teatrales”? Al “auge”, responde, “del teatro como micropoéticas y micropolíticas, al ‘cada loco con su tema’, a la caída de los grandes discursos de representación y el teatro como construcción de territorios de subjetividad alternativa”, tanto por las nuevas “teatralidades liminales” como “por la cantidad de estrenos y producciones”. Que, a fin de cuentas, conforman un “canon de multiplicidad, un ‘canon imposible’, una proliferación de formas y prácticas diversas, sumadas a la emancipación del espectador, por lo que ya no podemos percibir un ‘todo’, una ‘unidad’ del campo”. El ensayista plantea que esto pone en crisis tanto a las viejas epistemologías como al lugar del crítico “experto”. “No hay cuerpo de crítico que aguante ver 2.000 estrenos anuales en Buenos Aires. Por eso la necesidad de redefinir el rol del crítico desde una visión parcial”, indica.

Para los que quieran profundizar en su reflexión está disponible la conferencia que brindó para el Instituto Nacional de Teatro de Argentina sobre el tema del convivio y la pandemia: “Acontecimiento teatral, cuerpo y convivio: representaciones de la peste en el teatro argentino”.

Junto con Dubatti se presentarán el investigador e historiador especializado en la producción teatral del movimiento libertario argentino en el siglo XX Carlos Fos (quien además creó el Centro de Documentación de Teatro y Danza, y ha editado más de una treintena de libros), y el periodista, docente y crítico teatral Leonardo Flamia, que dedicará su presentación al “Teatro-ciborg en pandemia”, trazando un seguimiento de la serie teatral Dos hermanas, escrita por Anthony Fletcher y dirigida por Claudia Sánchez.

“Ante la nueva realidad y las nuevas formas de producción, la ‘crítica’ está obligada a redefinir ciertas categorías o proponer algunas nuevas, para así dar cuenta de nuevas formas de producción teatral”, propone Flamia. Señala que el “teatro-ciborg” es una propuesta para designar una forma de producción en la que tanto artistas como espectadores se valen de nuevas “prótesis” (cámaras web, transmisión por streaming) para crear un nuevo tipo de convivio teatral, redefiniendo la copresencia y las corporalidades del presente. “La presencia de comunicaciones virtuales a distancia en el teatro tiene muchos antecedentes”, dice, y como ejemplos locales recientes recuerda dos casos de 2018: Lontano, de Estíbaliz Solís (actriz y codirectora junto con Patricia Mallarini), y Latencia, también de Mallarini.

“Digamos que aquellas prótesis han cobrado mayor relevancia”, indica el crítico, y si bien no hay una “convivencia presencial” entre creadores y público, sí existe, plantea, una “convivencia virtual”. “La incomodidad se manifiesta en el cuestionamiento a la ‘teatralidad’ de esta nueva situación, pero creemos que, aun pasada la pandemia, esta práctica continuará desarrollándose junto a las anteriores formas teatrales”.