La obra empieza al final de una jornada laboral. No es un trabajo cualquiera. Tiene algo de Gran Hermano, de universo cerrado, esa convivencia de cuatro “chabones” en un yacimiento petrolífero en la Patagonia. Y son cuatro actrices las que se ensucian la cara, se ponen bigote y explayan las piernas. Hacen de hombres pero no pretenden parodiarlos. A Pilar Gamboa le toca el personaje del macho alfa, el que se siente desafiado cuando llega el nuevo a imponer sus reglas. El espectáculo se llama Petróleo y es la quinta puesta en escena de la compañía porteña Piel de Lava y la que hizo sonar su peculiar nombre fuera del circuito independiente.
El año pasado trajeron al Solís Parlamento, la pieza en la que Gamboa era la mediadora de acento gallego, en un rol que le calzó perfecto porque su abuela y su madre eran españolas. Esta vez asegura que le pasó algo inédito: “Es como si hubiese encarnado algo de años. Me doy cuenta de que es como un poder que tenemos las actrices y los actores, la observación sin mucha estrategia. Y cuando empecé a probar la masculinidad en el cuerpo, me empezó a aparecer este engendro que hago, que es una sumatoria de un montón de hombres que pasaron por mi vida”.
Gamboa dice que no se centró en los clichés, porque “ama” a su personaje, o por lo menos lo entiende: “Medio chiflada parezco, pero como que es una víctima de los mandatos de la masculinidad, y a la vez un ser sensible que no se permite serlo. Entonces, con esa especie de fricción, siento que es un personaje entrañable, una especie de montaña rusa. Viste que hay hombres que sobreactúan la masculinidad”.
Con los ensayos fueron descubriendo la ventaja, “una herramienta muy interesante para sobrevivir en el mundo (que está pensado básicamente para los hombres)”, subraya. “Nos sentíamos con cierto poder, como si haber habitado la masculinidad nos hubiese dado una carta para combatir. Me dio herramientas para hablar de dinero, para un montón de cosas”.
Petróleo es una obra emblemática del grupo. “Se gestó en el Sarmiento, que es un teatro que depende del teatro San Martín, que es municipal, dentro de una retrospectiva que propuso Vivi Tellas, que era la curadora. Nos llamó para hacer una especie de residencia escénica. Surgió de haber estado seis meses juntas en ensayos pagos, que no nos había pasado nunca”.
Gamboa señala una continuidad en la línea creativa del grupo: “Hay una obra nuestra que se llama Tren, en la que hacíamos a unas pastoras religiosas que iban a dar una conferencia. Siempre es empezar a investigar mundos con los que tenemos un supuesto prejuicio. Con esta, todas descubrimos que tenemos la masculinidad más cerca de lo que pensábamos”.
En la mitad del proceso dieron con un libro del antropólogo Hernán Palermo: “Estábamos creando desde un lugar medio ciego, y todo lo que veníamos improvisando él lo había puesto en un lado teórico y nos enriqueció mucho”. Aprendieron que “son trabajos muy hostiles, porque están en un desierto de viento, frío y tierra y ven a su familia muy poco. Están obligados a convivir adentro de un tráiler; la escenografía tiene casi la escala exacta”, cuenta Gamboa.
“Se tienen que cocinar y dormir en cuchetas. Los espacios son chicos, los cuerpos se rozan. Después está la metáfora que nos empezó a surgir a borbotones, del pozo petrolero, del fracking, de la idea de una máquina que perfora la tierra como un falo que entra y no para de destruir. La dramaturgia nos quedó casi como un cuento clásico, porque ¿qué pasa si ese pozo en algún momento deja de producir?”, se pregunta. “Petróleo nos reveló que el género es una perfo, que a veces estás actuando y quizás todo está más en el medio. Por eso la obra tuvo esa llegada, porque es una mirada empática sobre la masculinidad. Nos podría haber salido una más guerrera, pero nos salió esta”.
Malabares de rodajes y ensayos
En una coyuntura complicada para los argentinos, Pilar Gamboa está más activa que nunca. Da entrevistas mientras supervisa por teléfono cómo están sus hijos, de cuatro y dos años, baraja guiones de las series de televisión en las que participa y cuenta sobre próximos estrenos y viajes y hasta de cómo aceptó hacer algún toro. “Justo estoy en un momento buenísimo, pero siento el privilegio de estarlo. Soy de las pocas”, recalca.
Mientras que la serie División Palermo acaba de llevarse un premio Emmy Internacional en mejor comedia, se supo que Envidiosa tendrá tercera y cuarta temporada. En esta serie, Gamboa interpreta a la hermana de la protagonista, y en División Palermo es Sofía, una integrante de un escuadrón urbano de personas con distintas discapacidades. La actriz añade el dato de que a poco de aceptar el papel de una mujer en silla de ruedas se enteró de que estaba embarazada, así que hubo que disimular su vientre incluso durante las escenas de sexo.
Entre papeles que van del desborde a la vena vulnerable, como el que le tocó en la película 30 noches con mi ex, Gamboa muestra su gracia para la comedia. “Creo que la de División Palermo tiene una coraza más grande, ella es más cínica, es más ácida, es un poco más oscura que el personaje de Envidiosa, que es una hippie con seguro médico, conectada con la naturaleza. Pero me es difícil hacer personajes a los que no se les pueda ver nunca la sensibilidad”.
Sobre todo, es alguien que transmite cercanía. En un ámbito en el que son habituales los retoques estéticos, Gamboa se presta, por ejemplo, a escenas que critican su nariz. “Ya tengo 45 años y estoy intentando lograr niveles de seguridad”, comenta sobre eso. “Siento que está bueno que se nos empiece a ver de verdad a las actrices. Hay una clave que me interesa trabajar. Pero no es fácil, porque estamos muy expuestas. Yo no me miro con el monitor, no voy nunca a chequearme nada. Porque si no, siento que es una estafa el paso del tiempo. Quiero poder ver envejecer a una mujer en cámara. Pero bueno, no es fácil sostenerlo, por eso tampoco me pongo juzgona. Por lo pronto, estoy haciendo un trabajo interno para intentar no conectar con eso”.
A la lista de series hay que sumar Sombras, por supuesto, una obra de Romina Paula que hace junto con Esteban Lamothe, Esteban Bigliardi y Susana Pampín, con la que irá en mayo al festival Kunsten, en Bélgica. Y en cualquier momento se estrena en Flow una historia escrita por Malena Pichot en la que Gamboa comparte pantalla con Julián Lucero, Alan Sabbagh y Georgina Barbarossa. “Arranqué el rodaje recansada y fue una inyección de vida. Son dos amigas que cuando eran chicas, eran viudas negras, que son estas minas que seducen a tipos, van a la casa, los drogan y los roban. Son ocho capítulos en tono de comedia total. Y si lo que pasó en el set se ve aunque sea un 60%, va a ser una bomba”, asegura.
Gamboa es la más popular de las Piel de Lava, pero para ella esa pandilla con la que se encontró hace más de 20 años, su red, es prioritaria. “No hay concesiones en eso. Si tengo una gira con Piel de Lava y tengo que arreglar algo en lo comercial, digo ‘che, estos días no puedo filmar’. Sigue siendo mi militancia, mi bandera, porque me gusta estar con mis amigas, básicamente. La vida después es revertiginosa. Estamos juntas hace tanto tiempo… Pasaron novios, pasaron mudanzas, pasaron muertes, pasaron hijos y seguimos ahí, sosteniendo desde el amor. Hago malabares, pero eso no lo descuido”.
Petróleo. Teatro Solís, este miércoles y jueves a las 20.00. Entradas desde $ 400. 2x1 para la diaria en las localidades de $ 1.400.