Danubio y Nacional cerraron la fecha 11 del Clausura con un empate 0-0. El resultado vacío parece poco para lo que se vio, que a grandes rasgos fue un partido dinámico y con buen trato de pelota, pero la falta de definición y las buenas tareas defensivas también hicieron lo suyo.

1. Cuestión de escuelas

Danubio y Nacional tienen sus historias. Si en la previa se ve un cartel, luminoso, radiante, que llama a ver fútbol en horario vespertino central, que dice esos nombres, la mayoría de los espectadores prestaría atención o se mandaría a ver la película porque todo atrae: los actores principales, los de reparto, las tribunas del Mincheff de Lazaroff. También, inevitablemente, la altura de la temporada, que ya es más que alta y se encuentra en las últimas funciones, con los tricolores buscando el título y con los danubianos aspirando a meterse en copas internacionales.

El cartel es una cosa y la película en sí es otra. Cuántas veces nos sentimos estafados, ni se sabe: incontables. Ahora, cuántas veces el film salió bueno: también incontables. En el medio, las veces que pasamos la tarde sin aburrirnos ni deslumbrarnos. Algo de esto último pasó en el primer tiempo, donde Danubio y Nacional plantearon un ida y vuelta rápido, ágil, un tanto desprolijo, pero con intenciones verticales, ofensivas. La pelota agradecida.

Fue Danubio el que creó más por fuera. Lucas Sanseviero, de los mejores volantes por fuera de la temporada, fue un azote por la derecha y generó chances que no aprovecharon sus compañeros de reparto. También hubo una donde él no pudo meterla, aunque conviene decir que fue porque Ignacio Suárez, arquero tricolor que está ocupando el lugar de Luis Mejía –convocado por la selección panameña–, sacó a relucir sus reflejos para tirar al córner una pelota que se metía tras el cabezazo de Sanseviero a centro de Leandro Sosa. Minutos antes Enrique Femia se había perdido el 1-0, en ese caso atropellando la pelota y mandándola afuera.

Nacional, más que ir por las bandas, fue por el centro. Tal vez abusó de buscar a Maximiliano Gómez por arriba. Danubio, sabiendo que Gómez juega muy bien posteando de espaldas al arco, cerró bien el entorno del delantero, dejando casi sin juego a Christian Ebere. El nigeriano se las rebuscó solo, sin embargo, y casi convierte luego de dejar por el camino al argentino Mateo Rinaldi. Luciano Boggio y Nicolás Lodeiro, por el medio, tampoco pudieron incidir con claridad más allá de los intentos individuales que hicieron. Para colmo de males, Lodeiro se fue expulsado tras un planchazo.

2. Un poco de intensidad

La expulsión marcó el segundo tiempo. Por lógicas de juego, Nacional se replegó y se paró como para jugar de contragolpe, y con el paso de los minutos fue metiéndose más atrás porque Danubio lo obligó. La franja ganó campo y pelota, intentó seguir abriendo la cancha y generar profundidad por las bandas, pero le faltó definición en su más amplia acepción: malos tiros al arco, decisiones equivocadas en la última zona, con pases cuando la jugada necesitaba tiro y viceversa. Danubio insistió, pero no pudo romper la galleta.

Nacional, hay que decirlo, se cerró bien y clausuró bastante bien su zona final, tanto por arriba como por abajo, con buenos desempeños del colombiano Julián Millán y Sebastián Coates. Algunas contras sacó el tricolor, sobre todo cuando entró Lucas Villalba, pero fueron galopadas solitarias, sin compañeros que leyeran la jugada o pudieran acompañarla.

Al fin y al cabo, con el 0-0, ninguno de los dos obtuvo el resultado que quería o necesitaba. Danubio ve diluir su chance de colarse en clasificación a la Copa Sudamericana para la temporada que viene; Nacional tenía una buena chance de ponerse a tiro de Peñarol, líder del Clausura, que había dejado puntos ante Miramar Misiones, pero tampoco lo logró.