A tres días del retiro de presidentes sudamericanos que convocó el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasilia, que será este martes 30, el excanciller de ese país y actual asesor presidencial Celso Amorim participó de manera virtual en el cierre del Coloquio Montevideo por la Integración Suramericana, este sábado, cuando confirmó que en esa instancia “se va a pedir una reintegración” de los países de la región, a través de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), pero sin “forzar” a los países que no estén interesados y dejando las puertas abiertas al diálogo con los que no integren formalmente ese ámbito.
En el encuentro semipresencial, con sede en el hotel Crystal Tower de Montevideo, también intervinieron a distancia el canciller argentino, Santiago Cafiero, y el excanciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa, entre otras personalidades vinculadas a la política exterior y la diplomacia. Si bien la inminente reunión en Brasilia, a la que ya confirmó que asistirá el presidente Luis Lacalle Pou, concentró buena parte del intercambio y de las consultas a Amorim, las disertaciones fueron más allá del caso puntual para referirse a la necesidad de fortalecer la cooperación entre los países sudamericanos, dado que los participantes compartieron como diagnóstico que la región atraviesa una etapa de desintegración.
Consultado sobre si se puede esperar que tras el evento del martes haya algún tipo de pronunciamiento, Amorim comenzó por destacar que “lo más importante es que la reunión exista” y, aunque aclaró que la organización del encuentro está a cargo de la cancillería brasileña con la “orientación” de Lula, apuntó que habrá “una declaración en la que se mencione la importancia de la integración”, así como temas vinculados, tales como “infraestructura, salud, defensa y comercio, por hablar de algunos, sin poner metas específicas para ninguno de ellos”.
“No sé si va a haber una referencia a la Unasur, me gustaría que sí. No quiero comentar lo que está en proceso de negociación porque puede ser negativo; hay por lo menos un país que tiene mucha resistencia a la Unasur, pero espero que se pueda lograr una referencia”, afirmó Amorim, sin mencionar explícitamente a Uruguay. Siguiendo esa línea, el asesor de Lula dijo que en el gobierno brasileño “hay una convicción de que la Unasur existe de todas maneras” porque su Tratado Constitutivo sigue vigente, “pero no se puede forzar a un país a entrar ni forzar los tiempos para aquellos que quieren regresar pero tienen procesos complejos”, reflexionó. Días atrás, Lacalle Pou reafirmó su parecer sobre el carácter “ideológico” del bloque, del que anunció la salida a escasos días de asumir el gobierno, en marzo de 2020.
Amorim también afirmó que “uno de los principios que estarán en la propuesta de Brasil es el pluralismo político” ya que, “no importa que sean de derecha o de izquierda”, los presidentes sudamericanos “deben tener una ocasión para discutir los grandes temas de la humanidad” y “es importante que intercambien posiciones”, incluso si no llegan “a posiciones comunes”. Por lo tanto, consideró que la reunión del martes será “un impulso a la integración sudamericana, siempre con la idea de que [la Unasur] no es excluyente” de otros ámbitos como las relaciones bilaterales o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Amorim adelantó que además del intercambio entre presidentes, a futuro “habrá reuniones ministeriales en varias áreas”. Por ejemplo, planteó que “para las cuestiones de integración monetaria se necesitará más tiempo”, en referencia a una de las ideas que manejó Lula, la de instaurar una moneda común, pero “en otras, como defensa, infraestructura, salud y comercio, creo que los que no son miembros de la Unasur porque están aún en proceso participarán lo mismo, podrán dar sus ideas”.
Un “hito” esperanzador
“Me da la sensación de que la reunión del martes va a ser un hito bastante importante en la historia de la integración latinoamericana”, reflexionó Nin Novoa durante su intervención, en la que calificó de “inconcebible” que “no exista un ámbito de intercambio de los gobiernos de América del Sur” en la actualidad, y admitió que el encuentro en Brasil le da “esperanzas” de que se va a conformar “un modelo que mantenga los objetivos” de la Unasur, “que están plenamente vigentes”.
“Tenemos que apostar con mucha fuerza a que exista el convencimiento de que este es un buen tratado para América del Sur”, señaló, y en esa línea agregó que “el reto de Lula es convencer a los países que se fueron de la Unasur de que este es un muy buen tratado”.
Para el exministro de Relaciones Exteriores del Frente Amplio, la Unasur “tuvo una muy mala prensa, sobre todo a partir de los países hegemónicos del norte, de 2016 en adelante, con las presidencias de [Donald] Trump [en Estados Unidos] y de [Sebastián] Piñera [en Chile]”. “Allí se ideologizó demasiado, cosa que nosotros no pudimos ver quizá. Nosotros los progresistas somos un poco ingenuos en ver las cosas que hace la derecha, y hubo un grupo de países que actuaron armónicamente para vaciarla de contenido [a la Unasur]”, analizó.
Nin Novoa mencionó la escasez de agua por la sequía que está azotando a Uruguay y planteó que precisamente el tratado de la Unasur establecía el cuidado de los recursos hídricos entre sus objetivos específicos, así como “la lucha contra el terrorismo, la corrupción, el narcotráfico”, temas en los que, a su entender, se precisa “una unidad de acción” para enfrentarlos. “La bondad del tratado es que está casi todo previsto”, subrayó.
En la misma línea que el expresidente José Mujica, quien participó en el coloquio el viernes, Nin Novoa consideró que hubo decisiones inapropiadas que contribuyeron al desmoronamiento del organismo, “como el consenso para elegir al secretario general de la organización”, que derivó en una suerte de “dictadura de la minoría”, porque “falta que uno diga que no para que las cosas no salgan”.
A su turno, Cafiero planteó que un proceso de integración en nuestra región debería tener seguro “un aspecto vinculado a la cuestión de la defensa”, y que “en esto la Unasur tuvo una dinámica muy relevante en su momento”, a través de la Escuela Sudamericana de Defensa, que también mencionó Amorim.
“Creo que la discusión y la mirada de la defensa desde una óptica regional es necesaria, no porque haya una hipótesis de conflicto, sino porque todos los países tenemos antecedentes con respecto a las fuerzas armadas, y creo que tener una articulación de las fuerzas armadas estrechamente vinculada con la democracia es necesario en nuestro tiempo”, valoró el canciller argentino.
En segundo término, sostuvo que la integración debería apostar a “lograr vectores de desarrollo de cadenas regionales de valor, de nuevas cadenas de suministro que nos generen autonomía” mediante el valor agregado de la producción, y como ejemplo mencionó la industria farmacéutica, que “a partir de la pandemia vimos cómo creció” en el continente.
En ese sentido, Cafiero consideró que la región “tiene que tener una iniciativa que defina la autonomía estratégica de nuestros pueblos”, evitando que los organismos multilaterales “terminen siendo un brazo disciplinador de los poderes fácticos o de Estados Unidos, que cuando quiere tener incidencia en nuestra región otorga o no otorga un crédito”.
En tanto, para el excanciller ecuatoriano Guillaume Long, la intención manifiesta de Argentina y Brasil de volver a la Unasur “le vuelve a dar un soplo de aire fresco”, pero sigue siendo un “gran reto” para Lula el hecho de “lograr que vuelvan los cinco que faltan: Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia y Ecuador”. Al igual que Nin Novoa, Long se mostró optimista al respecto: “Nadie mejor que Lula para lograr este equilibrio y, fundamentalmente a los países conservadores, como Uruguay, convencerlos de que la Unasur no es un proyecto ideológico”.
Es que, en su opinión, la Unasur no “nació como un club de amigos de la izquierda, pero esta idea está muy instalada”, y para contrastarla hay que “hablar mucho de pluralismo ideológico”.
“Nueva arquitectura”
En el coloquio, de forma presencial, también hubo representantes de la academia, como la analista internacional de la Universidad de la República Nastasia Barceló, quien en su análisis partió de la premisa de que “estamos desintegrados como América Latina”, pero que el contexto internacional actual “es una ventana de oportunidad para integrarnos, por tener una guerra global que impone la integración”.
También consideró que la Unasur en el pasado enfrentó algunos “obstáculos” de diseño, como “la idea del consenso”, que se traducía en “la necesidad de que todos lleguen a un acuerdo para tomar decisiones y aplicar políticas públicas regionales”. Para Barceló, en pos de superar esas dificultades “es necesario repensar una nueva arquitectura de la integración de América del Sur”, y como modelo a seguir propuso a la Unión Europea, “que puede llegar a ser positivo para nuestro continente con una aplicación debida”, porque “allí hay una política común pero no todos los países adhieren a esa política”; en cambio, “implica acordar en aspectos mínimos para la integración, por ejemplo, desde la infraestructura y la defensa”, y “no es necesario que todos los países formen parte de todos los mecanismos que la organización trae”.
La integración “no pertenece a fuerzas políticas o partidarias” ni “a los gobiernos de turno”
El coloquio finalizó con la elaboración de una declaración colectiva, que redactó el expresidente del Frente Amplio Javier Miranda. En el texto, las organizaciones y personalidades que formaron parte del encuentro –organizado por el Instituto Novos Paradigmas, con el apoyo de las fundaciones Liber Seregni y Friedrich Ebert Stiftung– plantean que “quizás la integración de América del Sur sea hoy más difícil, pero es, también, más necesaria” y que esta “no se consolida solamente con el aporte de los dirigentes políticos” sino que “requiere de los pueblos que la impulsen, la hagan propia, la sientan propia”.
Allí no hacen mención expresa a la Unasur como ámbito específico, y declaran que el proceso de integración debe convocar “a trabajadores y a empresarios, a intelectuales y campesinos, a estudiantes y artistas, a defensores del medio ambiente, de la igualdad de género, de la igualdad étnica y racial, de los derechos humanos, al diverso y pujante universo de las organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales de nuestra América del Sur”, porque “el proyecto histórico de la integración no pertenece a fuerzas políticas o partidarias o a los gobiernos de turno”.
“La integración es condición y posibilidad de la estabilidad política regional, y es también esencial para poner límites a los movimientos de la extrema derecha que amenazan la democracia y el avance en derechos fundamentales conquistados por los movimientos sociales a lo largo de décadas”, continúa el documento, en el que organizaciones, figuras de la política regional y académicos alientan “animadamente a este nuevo proceso de diálogo”, que tendrá como mojón la instancia del martes.
Los participantes del coloquio expresan su deseo de que “como resultado de este encuentro se ponga efectivamente en marcha un proceso de reactivación de la integración regional como demostración clara del compromiso con los intereses, la riqueza social y ambiental, y el protagonismo cultural plural de las sociedades de nuestra región”, y proponen que la próxima reunión Unión Europea-Celac “sea una buena oportunidad para expresar la mirada suramericana común”.