Las efemérides convocan a la memoria colectiva e invitan a pensar futuros. Este año se cumplen números redondos de hechos significativos que las habilitan. Ocurrió así con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado y la Huelga General y los 40 de las movilizaciones de 1983, en particular la Semana del Estudiante.

Además, Montevideo se apronta a celebrar sus 300 años, visto su proceso fundacional iniciado a finales de 2023. Cuando en diciembre de 1723 Bruno Mauricio de Zabala, entonces gobernador del Río de la Plata, tomó conocimiento de que varios barcos surtos en la bahía con soldados portugueses pretendían asentarse en la península de San José, comenzó las acciones para su inmediato desalojo y posterior fundación de la ciudad de Montevideo.

La cifra redonda arriesga a dejar en un cono de sombra efemérides montevideanas más modestas, menos públicas, pero no por ello de escaso valor para el colectivo ciudadano. Entre ellas, elijo recordar los 25 años de un hito fundamental en términos de “proyecto de ciudad”.

El 10 de setiembre de 1998 (hace pocas semanas se cumplió), la Junta Departamental de Montevideo, por amplia mayoría, aprobó el Decreto 28.242. La norma tenía sólo tres artículos; el primero de ellos dice: “Apruébase el ‘Plan Montevideo’ (Plan de Ordenamiento Territorial 1998-2005)”. Si bien se interpuso un recurso ante la Cámara de Diputados, este no prosperó y el Plan quedó firme.

Mariano Arana, por entonces intendente, compareció ante ese cuerpo el 18 de diciembre de 1997 para presentarlo. En esa oportunidad decía: “Es la apuesta de toda una generación, la apuesta que esta generación de montevideanos realiza para el futuro, para aquellos que vendrán a sucedernos”; afirmación que hoy, luego de su desaparición física, cobra un sentido muy especial.

Complementando esa idea, en un texto disponible en el sitio de la Intendencia de Montevideo se dice: “Este plan inauguró en Uruguay una manera de entender la ciudad y el territorio, a la vez que propone su ordenamiento. Ha sido un antecedente para todo el país en materia de ordenamiento territorial y un referente fundamental para la posteriormente aprobada Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible (2008). Se trata de un instrumento abarcativo y complejo, integrador de políticas, que abordó integralmente al territorio de la capital del país y trazó un plan general para el departamento y la ciudad capital”.

En ese proceso participaron cientos de técnicos y funcionarios, así como en las instancias de consulta y participación lo hicieron miles de personas y decenas de organizaciones sociales, gremios e instituciones, que aportaron opiniones, sugerencias y propuestas, lo que se recoge en su “Memoria de participación”. A partir de ese hito, se desplegó en torno al Plan y a su gestión un complejo de aprendizajes y saberes, iniciativas proyectuales y realizaciones, que con acierto Eleonora Leicht denominó “Sistema Montevideo”.1 En ese momento de fusión y de síntesis, se encontraron diversas tradiciones, miradas e ideas de ciudad, que a modo de “hilos rotos”, como los denomina Laura Alemán en su tesis de maestría, se fueron desarrollando, divergiendo, discontinuando y también articulando en la peripecia de Montevideo en el siglo XX. Se alcanzó así una síntesis, controvertible y controversial, pero de alto valor político y cultural, que tuvo un impacto determinante en lo que ocurrió en décadas posteriores, anticipando en muchos aspectos a la Ley 18.308, de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, de junio de 2008.

Un mundo, un país y una ciudad nuevos: algunos cambios ocurridos

Pero esa síntesis hoy ya no es suficiente. No da cuenta de las transformaciones sociales y territoriales ocurridas ni contempla la nueva cultura social e institucional. El Plan de 1998 ya no es eficiente para encauzar las tensiones, ideas y propuestas de cada día, por lo que se debe recurrir a artificios y a decisiones puntuales que habiliten, sin una mirada global, procesos de cambio.

Hoy tenemos problemas diferentes y diferentes oportunidades. Ha cambiado el acceso a la información y el conocimiento. Desde el punto de vista de las personas, recordemos que las comunicaciones distaban mucho de la conectividad instantánea actual; hacia 1998 la telefonía celular no estaba siquiera generalizada, se contaba con limitado acceso a internet y uso del correo electrónico muy poco desarrollados y para fines específicos. Desde lo institucional, baste pensar las transformaciones operadas en este tiempo, el desarrollo de los sistemas de información geográfica, la infraestructura de datos espaciales, las aplicaciones informáticas, la experiencia de gestión.

Los cambios de los últimos 25 años alteraron la cotidianidad de las personas, familias y grupos sociales, y con ello la relación de cada quien con el tiempo y con el espacio, el uso de la ciudad; pero además de los elementos subjetivos se suman las transformaciones en el mundo del trabajo y de la producción, con importantes consecuencias en las relaciones laborales, la vida familiar y social.

Mirar hacia adelante, construir futuros

25 años han pasado desde que se aprobó el Plan, 15 años tiene la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, y diez han cumplido las Directrices Departamentales de Ordenamiento Territorial de Montevideo, que confirmaron y desarrollaron en clave de la ley las principales apuestas de 1998.

Llegó el momento de construir un nuevo acuerdo. Una construcción apoyada en una mirada global, estratégica, inteligente y situada en un contexto nacional-regional y metropolitano.

Se trata de una profunda necesidad cultural: repensar Montevideo en términos de las actuales condiciones no sólo materiales, sino también espirituales y de convivencia.

Con ese ánimo estratégico, es insoslayable integrar aspectos fundamentales de sostenibilidad, para la ciudad densa, compacta, heterogénea, híbrida, compleja, interactiva que imaginamos. Que conlleva equilibrios nuevos y nuevos dinamismos entre las lógicas pública, privada y social. En ese camino, se requiere renaturalizar áreas urbanizadas, con infraestructuras clásicas y con infraestructuras verdes y azules, incluyendo respuestas al cambio climático y la variabilidad. La mejora de las condiciones de vida y de habitabilidad requiere promover la intensificación residencial de las áreas servidas, bien localizadas, que admiten mayores densidades y nuevas actividades. La lectura de la ciudad en clave de género y como ciudad cuidadora deberá infiltrar transversalmente toda propuesta. Y será insoslayable el abordaje sistémico de la movilidad centrado en la política del tiempo, estructurado desde lo público, priorizando el transporte colectivo de pasajeros y la movilidad urbana sostenible y activa, particularmente de bicicletas, así como la mejora de la caminabilidad, en particular con la pacificación de entornos de edificios escolares y centros sociales y comerciales.

Capacidades tenemos; hay que usarlas

Cuando se elaboró el Plan Montevideo, internet tenía alcance limitado, los sistemas de información geográfica apenas se conocían y las herramientas de procesamiento de información y expresión eran muy precarias. No había ni experiencia ni herramientas para cuestiones tan relevantes como la intervención en el hábitat precario, o considerar la dimensión de género en la planificación.

Hoy estamos en un estadio superior, tenemos más personas formadas a nivel técnico y académico en diferentes campos disciplinares, disponemos de instrumental de gestión, legislación y acceso a tecnologías avanzadas. El avance sustantivo en áreas de conocimiento vinculadas a las ciencias sociales, la antropología social, las ingenierías, las ciencias ambientales, el urbanismo y el ordenamiento del territorio, entre otras, nos posiciona en un lugar más sólido y de mayor potencial transformador. Disponemos de importantes paquetes de datos económicos, sociales, ambientales, de movilidad, entre otros; en pocos meses, con la información que emane del censo de población y vivienda podremos corroborar o controvertir algunas proyecciones y disponer de una visión ajustada acerca de quiénes somos y cómo nos hemos movido y afincado en el territorio. Nuestras capacidades analíticas son inmensas, permiten no solamente entender y describir la realidad, sino además interpretar tendencias y eventualmente anticiparse a procesos que apenas se insinúan. Quizás nuestros mayores déficits o limitaciones no estén en esas capacidades incorporadas en las últimas décadas. Muy probablemente se encuentren en dos lugares: en la dificultad de articulación y sinergia en el campo político e institucional, y en la ausencia de ideas estructurantes para imaginar futuros.

¿Volveremos a pensar juntos en un nuevo proyecto de ciudad?

Si partimos de reconocer que nuestras ciudades, entre ellas Montevideo, fundamentalmente están dadas, el necesario “nuevo proyecto de ciudad” no debe ser confundido con un proyecto alternativo o de desarrollo expansivo.

El proyecto que imagino requiere un enfoque sistémico, de alcance largo, que supere las propuestas particulares y que parta de lo existente para definir una nueva articulación territorial metropolitana expresada en un modelo territorial y una estrategia consistentes.

Se necesita un guion, una visión estructural ordenadora, que se base en lo preexistente y canalice nuevas propuestas, incluyendo las que emerjan de la sociedad o del sector privado.

Javier Fernández Castro decía en Café de las Ciudades: “La impostergable construcción de un nuevo modelo de gestión en el siglo XXI nos debe encontrar, en cambio y consecuentemente, en la tarea de reapropiar aquellos viejos paradigmas de intervención probada que hemos sabido acumular en la memoria, atendiendo en el presente los evidentes cambios de sujetos y escenarios que la reacción ha generado, sumando además nuevas expresiones en manifestación de derechos recientemente explicitados”.2 Con sus palabras, Javier nos recuerda que las ciudades (su planificación, su gestión) deben contemplar la permanencia y el cambio, el proyecto y la propuesta de transformación, aquello de lo que tanto nos hablaba Mariano Arana.

En ese mismo número de Café de las Ciudades sostuve: “No hay ciudad sin espacio público, ni espacio público sin ciudadanas y ciudadanos que lo habiten. La ciudad pública, la que conocimos hasta el último tercio del siglo XX, con sus luces y sombras, se organizaba en torno a las calles y las plazas, al comercio de cercanía, a la escuela y a la fábrica. Aun desigual, aun injusta, esa ciudad reflejaba el anhelo democrático que al menos desde la Revolución Francesa guio los grandes movimientos sociales de transformación hasta nuestros días. [...] El desafío de recuperar las ciudades y los territorios para sus habitantes supone rescatarlas de las tendencias –aparentemente irrefrenables– de los vaivenes económicos y productivos que se manifiestan en el extractivismo urbano fuera de control. Retomar el camino de imaginar futuros y trabajar organizadamente y de forma colectiva para alcanzarlos. La esencia del proyecto es imaginar lo que aún no existe. [...] Una sociedad que sea capaz de imaginar, de proyectar futuros, será una sociedad más libre y más justa. En esos términos es que quiero volver a levantar la necesidad de contar con ‘proyectos de ciudad’ (o de territorio si correspondiera): convocar a construir en forma participativa y democrática imaginarios colectivos que operen como incentivos para la acción pública”.

Existe una imperiosa necesidad de ese proyecto de ciudad que haga posible, desde una perspectiva de derechos, encaminar y articular las energías sociales que confluyan en la conformación y calificación del territorio que habitamos.

Se trata de una profunda necesidad cultural: repensar Montevideo en términos de las actuales condiciones no sólo materiales, sino también espirituales y de convivencia. Ello determina una impostergable necesidad política e institucional.

Estoy absolutamente convencido de que ese es el camino que debemos retomar para Montevideo.

Salvador Schelotto es arquitecto y docente universitario.


  1. Constructo que explica en su tesis doctoral recientemente premiada. 

  2. En “De memorias, proyectos y proporciones”, Café de las Ciudades 226, octubre de 2023. Recuperado de: https://cafedelasciudades.com.ar/articulos/de-memorias-proyectos-y-proporciones/