“La Teja es Progreso y Progreso es La Teja”, suelen repetir en el barrio y la frase está ligada al deseo de los fundadores del club, entre los que estaba José Vázquez, abuelo de quien luego sería el primer presidente en lograr un título con la institución. Este domingo el barrio y el club despidieron a su hijo más célebre, Tabaré Vázquez, y la atmósfera especial se sentía varias cuadras antes de llegar al Cementerio de La Teja.
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Las camisetas rojas y amarillas de Progreso cobraban brillo bajo el sol de Carlos María Ramírez. El otro clima, el que se respiraba en la calle, pasaba de ratos solemnes a otros de euforia, gritos y cánticos a modo de homenaje al líder frenteamplista, que falleció en la madrugada previa. Las formas de mencionarlo, las anécdotas y los lamentos que se escuchaban al pasar permitían dimensionar que el barrio despedía a un personaje carismático y popular, criado y conectado con sus calles y la gente del lugar.
“Me atrevo a decir, sin dudar, que yo no hubiera logrado lo que hice sin ella: [María Auxiliadora] fue el factor total. Sin María Auxiliadora no hubiera sido nada”. Tabaré Vázquez (El legado, Canal 10)
“Es uno de los mejores hijos de este barrio obrero y solidario”, dijo a la diaria Jorge Meroni, alcalde del Municipio A, que abarca el oeste de Montevideo, del que La Teja es un símbolo. Desde su fundación, a mediados del siglo XIX, el barrio estuvo poblado por gente trabajadora, que construyó sus casas con techos de tejas a dos aguas, por lo que ese sobrenombre se terminó imponiendo al original Pueblo Victoria. Luego vendrían a comienzos del siglo pasado las fábricas y las industrias a la zona, y el saladero que después dio paso a la planta de refinación de petróleo de ANCAP, otro ícono del barrio.
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El hijo que La Teja despidió con tristeza y orgullo nació hace 80 años en una humilde casa en la calle Heredia, a unas diez cuadras de donde este domingo lo recordaron miles de personas. Sus padres, Héctor Vázquez, funcionario de ANCAP y sindicalista, y Elena Rosas, ama de casa, luego se mudaron a la calle Benito Riquet, donde aún hoy vive Elena, hermana de Tabaré.
“Mi padre había sido dirigente de ANCAP, destituido, preso. Mi abuelo fue fundador de Progreso; eran españoles, anarquistas […] Me crie en La Teja, un barrio de gente trabajadora. Había una esquina donde nos reuníamos con la barra. Cuando se necesitaba, salíamos a juntar alimentos para las ollas sindicales de la zona”. Tabaré Vázquez en el libro Conversaciones con Tabaré Vázquez (2003), Carlos Liscano
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“Aunque vivía hace años en el Prado, él nunca se fue de La Teja. Cuando salió electo intendente [en la elección de noviembre de 1989] hizo el acto de festejo en la plaza Lafone, y su despedida del gobierno y del pueblo frenteamplista [con un acto en febrero de este año] fue también en La Teja”, rememoró Meroni.
Otro símbolo que liga al barrio con Tabaré es el club Arbolito, a la vuelta de la plaza Lafone, del que fue fundador el 1º de marzo de 1958 –ese mismo día, pero 47 años después, Vázquez asumió como el primer presidente de izquierda en la historia del Uruguay–. En el Arbolito hubo carnaval, deporte, actividades sociales y recreativas, olla popular y una policlínica donde el médico Vázquez atendía a los niños del barrio.
Seguramente desde la casa familiar de la calle Riquet podían oírse este domingo los cánticos con los que el pueblo despidió al dos veces presidente, con una canción surgida precisamente en los triunfos electorales: “Y ya lo ve, y ya lo ve, el presidente es Tabaré”. La escena se completó con banderas del Frente Amplio, tambores y fuertes aplausos antes, durante y después del pasaje del cortejo fúnebre. También hubo gritos de impotencia y de agradecimiento, en especial uno que sobresalió por su reiteración: “Gracias, Tabaré”. La frase también fue retratada por varios que llevaron pancartas y fotos con su imagen.
“Sirvió a su país y en base al esfuerzo obtuvo logros importantes. Fue el presidente de los uruguayos”. Luis Lacalle Pou
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Uno de los más emocionados entre el público era César Alvarenga, unos años mayor que Tabaré, pero que contó que no dudó en caminar las cuadras que hay entre su casa y Carlos María Ramírez para despedir al “Taba”, un “amigo y compañero” a quien conocía del barrio y del fútbol. Es que aparte de su conexión con La Teja, la historia y la vida de Tabaré Vázquez están fuertemente ligadas al club del barrio, Progreso.
El sueño del club social, cumplido y vigente
Así como la carrera política de Vázquez tiene hitos que permiten catalogarlo como un ser especial o decisivo, lo mismo aplica para su relación con la historia deportiva de Progreso. Asumió la presidencia en 1979 y ese mismo año el equipo logró el campeonato de la Segunda División, que se festejó en el estadio Centenario y luego con una caravana popular que recorrió todo Montevideo, en tiempos de dictadura militar y libertades recortadas.
“Tabaré ha fallecido, pero estoy seguro de que no se irá del corazón y el alma de una gran mayoría de los uruguayos”. Rodolfo Nin Novoa
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De ahí en adelante vinieron años prósperos en lo deportivo y también de expansión social del club. En 1981 se remodeló el estadio Paladino, dos años después comenzó a funcionar un comedor infantil –liderado por Ramona Villar, definida como “la matriarca” de La Teja y Progreso– y el equipo llegó a competir en la Copa Libertadores. Hacia 1989, cuando ya Vázquez se perfilaba como líder político, consiguió su último y mayor logro como presidente del club del barrio: el título de Primera División, con Saúl Rivero como entrenador y Johnny Miqueiro como goleador.
Por todo eso y más, su partida “deja un vacío muy importante en Progreso, porque fue un referente del club”, contó este domingo Raúl Figuerola, compañero de tribuna de Vázquez y hoy gerente de la institución. En declaraciones a Telemundo, recordó al ex mandatario como un hombre “solidario y siempre atento a lo que pasaba en el club”.
Para ilustrar esa cercanía con Progreso, Figuerola relató que con la llegada de la pandemia se reflotó la olla popular en el club y la familia Vázquez era la que aportaba las garrafas de gas. “Se va a extrañar esa presencia. Fue un gran dirigente, un gran político y sobre todo una gran persona, siempre lo tendremos presente”, aseguró el actual gerente de Progreso.
“Fiel a sus convicciones, puso una bisagra permitiendo que el progresismo llegara al gobierno del Uruguay”. Alberto Fernández, presidente de Argentina
Fabián Cannobio, actual presidente de la institución y ex futbolista, vivió su niñez en el club Arbolito y jugando al baby fútbol en Progreso, siempre con la figura de Tabaré como referente del barrio. En declaraciones al diario El Observador, Cannobio aseguró que la ligación entre el barrio y el club es una realidad tangible en el día a día, de la que Vázquez es responsable: “Lo de Progreso es La Teja y La Teja es Progreso es tal cual, no es una frase hecha. Acá todos nos preocupamos por todos y creo que en gran parte eso lo ha generado él”, señaló.
Para Vázquez, la relación entre el club y el barrio viene desde los orígenes, y así lo recordó hace tres años cuando participó en la celebración de los 100 años de Progreso: “Algunos [de los fundadores] querían tener un cuadro para ir a ver jugar los sábados o domingos. Otros un club donde reunirse con la familia a comer un asado o una pasta casera. Otros soñaban con ver en algún momento a Progreso jugar en Primera y contra los clubes grandes. Pero todos pensaron en un club con dimensión social y barrial. Desde ese momento La Teja fue Progreso, lo es y lo seguirá siendo”.
A ese binomio que forman el club y el barrio desde este domingo habrá que agregarle un nombre, porque La Teja y Progreso también son Tabaré Vázquez.