En los últimos dos meses, hubo una seguidilla de apariciones públicas del presidente Luis Lacalle Pou. Estuvo en una fiesta en un balneario, en visitas a departamentos del interior, inaugurando obras viales o camineras en Durazno y Tacuarembó, en la inauguración de una cementera en Artigas, en la de un vivero de UPM en Sarandí del Yi, en obras en municipios de Montevideo, en la inauguración de Expo Avícola, en la fiesta del Rotary, en una remodelación del Centro de Rehabilitación Tiburcio Cachón, en la presentación del proyecto para ampliar el puerto montevideano, en el aniversario del Grito de Asencio -y, de paso, en la inauguración de una planta industrial-, en la apertura de la cosecha de arroz 2023, y en otras instancias más obvias e inevitables: la recepción de cartas credenciales a embajadores, la recepción al presidente brasileño Lula da Silva, el acto institucional por el 8M y la inauguración del año legislativo a principios de este mes.
Estas apariciones, y sus consecuentes declaraciones de ocasión, replicadas a diario en todos los medios, buscaron dejar atrás los meses de 2022 más complejos para el gobierno, que serán recordados por el caso del exjefe de custodia presidencial Alejandro Astesiano y el del narcotraficante Sebastián Marset. Como corolario de su fuerte presencia pública, el presidente tuvo esta semana tres entrevistas en grandes medios: una con Blanca Rodríguez en Canal 10, otra con Eduardo Feinmann para Radio Mitre, de Argentina, y una tercera para La Nación TV, de Argentina.
Esa necesidad de recuperar la centralidad, levantar el perfil y pasar al frente es parte de una explicación que recorre las entrañas del oficialismo; según consignó El País el 3 de marzo, el propio Luis Lacalle Pou pidió a sus socios “volver al centro del ring” tras la pérdida de proactividad y los embates por parte del Frente Amplio (FA). De hecho, es la primera vez desde que alcanzó la presidencia que se suceden encuestas consecutivas que alertan sobre tres factores que preocupan: una (aún moderada) baja de la imagen presidencial (esta semana se conoció una encuesta de Factum que indicó que 53% de los consultados confía poco o muy poco en el presidente), un creciente rechazo al gobierno en general (según la consulta de Opción, el gobierno mantiene 43% de aprobación sobre 29% de rechazo, pero se asienta la imagen negativa sobre el caso Astesiano y la caída del apoyo es de ocho puntos porcentuales en el último año calendario) y una preeminencia del FA en la intención de voto.
Sobre este tercer punto, los últimos números de la consultora Cifra dan que 43% votaría al FA y 38% a la coalición oficialista, con 19% de indecisos o votos en blanco; mientras que Equipos eleva la diferencia a 11 puntos porcentuales, otorgando 44% al Frente y 33% a la coalición de gobierno. El FA aparece entonces decididamente por encima del 40%, mientras que el Partido Nacional (PN) no consigue saltar su umbral del 30% de apoyos y los partidos de la coalición parecen perder centralidad. El panorama alertó a propios y extraños.
Ante la confirmación del oficialismo sobre la preocupación y las declaraciones de esta última semana, la visión de los especialistas en comunicación política es diferente, aunque tiene algunos puntos en común. Para el consultor y especialista Julián Kanarek, no hay novedad en las apariciones mediáticas de Lacalle Pou, ya que “responde a una dinámica que estableció de hablar cuando se inaugura el año legislativo”, aunque sí cree que se percibe novedad a partir de las dos entrevistas extensas en grandes medios, que no suelen replicarse durante el resto del año.
“Seguramente, responde a dos cosas, a algo ya planificado y a la sensación de ya poder pasar la página cuando el caso que involucra a su exjefe de seguridad llega a un acuerdo con la Justicia. Entonces hay una necesidad, pero además una expresión explícita en algunas reuniones políticas de pasar a la iniciativa en la ofensiva política, porque venía acostumbrado a ser el que marcaba la agenda, y ahora venía relegado porque la dinámica judicial lo había llevado a responder una serie de cosas. Esta presencia quiere marcar el inicio de volver a pararse en el centro del ring. Me parece que hay una sensación en la opinión pública de que sale ahora, pero creo que es de los pocos que ha seguido saliendo”, explicó Kanarek a la diaria.
Para el analista político Daniel Supervielle, “no ha cambiado la forma de relacionarse” de Lacalle Pou “con la gente y entre ella, ni aun cuando el viento le sopla en contra”. Para el autor de los libros La Positiva: secretos de la campaña de Luis Lacalle Pou y La libertad responsable, “la popularidad e imagen del presidente no se vio seriamente afectada, pese a la altísima exposición del tema Astesiano, porque Lacalle Pou es un fenómeno político popular que puede compararse con el del expresidente José Mujica; ambos son resilientes a la crítica”. En ese sentido, consideró que “contra todos los pronósticos, el líder político nacionalista es una figura de enorme arraigo y cariño popular, y cuando asume la responsabilidad del error de haber elegido a Astesiano para su seguridad personal, se hace cargo del tema y la opinión pública mayoritariamente le cree y le ratifica su apoyo”.
Por su parte, el politólogo e investigador Daniel Chasquetti sí observa “un intento del presidente y del gobierno por recuperar la agenda pública” a partir de la conciencia de que “el caso Astesiano y la infinita multiplicidad de ramificaciones generó mucho daño, como demostraron las encuestas de opinión pública”, y el juicio abreviado en el caso Astesiano y el 1º de marzo fueron “una coyuntura perfecta para recuperar el centro del ring, con esa metáfora boxística que utilizan”.
Mientras que Chasquetti ponderó los temas que intenta utilizar el gobierno para disputar la agenda (“Bajar impuestos, que es insignificante en términos reales, es una propuesta muy piola y cae bien en la población”, dijo), advirtió de todos modos que el caso Astesiano “no está cerrado”, a partir de los audios de la fiscal que han salido a la luz en los últimos días. El tema podría recobrar centralidad pese a que, como toda crisis –“cuando es bien abordada”, señala Kanarek– requiere un cierre. “Los únicos que pueden evaluar si ese cierre es el adecuado son los electores y la ciudadanía”, opinó en ese sentido Kanarek.
Por otra parte, si bien observa la caída pronunciada en los últimos meses de la imagen del gobierno, explicó que “el problema con estas mediciones es que no están viendo el catalizador del descontento ciudadano”. Y añadió: “Estamos viendo este caso específico [el de Astesiano] y, en realidad, la preocupación más grande de la ciudadanía tiene que ver con sus problemáticas diarias; la economía, la salud o la educación”.
El factor coalición
Si bien los números preocupan y todos están atentos, desde los distintos partidos de la coalición sostienen que no romperán el acuerdo sellado en el documento “Compromiso por el país” en 2019. Se trata de una novedad, porque es una de las coaliciones más duraderas en la historia del país. Incluso desde Cabildo Abierto (CA), al que algunos analistas apuntan con mayores dudas, señalaron a la diaria que no había ninguna intención rupturista.
Para Kanarek, la situación del Partido Colorado (PC) y de CA, golpeado uno por las renuncias y el otro por la notoria pérdida en intención de votos, lleva a un incentivo de conservación. “Salvo excepciones, todos los partidos del sistema en las últimas mediciones bajan y hay muchos más indecisos, eso hace que no haya muchos incentivos para salirse de la coalición, porque hay una sensación de riesgo de que desmarcarse o irse, algo que sería normal en tiempos de elecciones, sería penalizado por los votantes de esa gran pecera que vendría a ser la coalición, donde todos creen que puede haber trasvase de votos entre partidos”, explicó. Como ninguno de los partidos ha logrado crecer, corren más riesgo de perder que de ganar.
Chasquetti también opina que el PC “está muy débil y no tiene opción”, pero observa una posible fuga por el lado de CA, “el otro socio importante, porque ven que tienen mucho para perder y nada para ganar, porque las encuestas muestran que los votos de la coalición se los lleva todos el PN y ellos bajaron su intención de voto de 10% a 2% o 4%, nomás: creo que van a romper cerca de las elecciones”.
Desde el partido de Guido Manini Ríos, el diputado Álvaro Perrone sostuvo que la coalición se mantendría “a pesar de las diferencias, porque esta coalición no es de los políticos, sino que la reclamó la gente”. En ese sentido, profundizó y consideró que en la política uruguaya “ya no se está hablando tanto de partidos sino que se habla de coalición”. Si bien reconoció que presta atención a las encuestas, consideró que es apresurado mirar esos guarismos porque sólo CA tiene un candidato presidencial definido y eso cambia los números.
Consultado sobre el rol del presidente en la configuración y el sostenimiento de la coalición en todo el período de gobierno, Perrone remarcó que “Lacalle Pou tiene que ver mucho con la fortaleza de la coalición”. “Sabe manejar la alta popularidad que tiene y eso le da un plus a la hora de ejercer su cargo. Si bien hemos hecho críticas públicas y nos gustaría que se nos escuche más en temas económicos con algunas propuestas, no podemos dejar de reconocer esa actitud del presidente de llevar de la mejor manera el funcionamiento de la coalición. Y él no ha estado separado de los temas, está encima de muchas cosas, ejerce una presidencia delegando mucho menos. Eso ha ayudado al funcionamiento de la coalición. Y todos los socios también ayudaron muchísimo”, destacó.
Precisamente, otro de los miembros de la coalición, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, del Partido Independiente, indicó que la coalición se ha mantenido -y se va a mantener- “porque hay un programa que fue firmado por todos y que se está cumpliendo y, por lo tanto, las diferencias se tramitan de otra manera en la medida en que no afectan el compromiso firmado por el país”. Además, ponderó: “Hasta ahora hemos acordado la LUC [ley de urgente consideración], la ley de presupuesto, dos rendiciones de cuentas, el referéndum contra la LUC y la reforma educativa y media sanción a la reforma de la seguridad social, y es un conjunto de señales muy claras”. Desde el PC, la senadora Carmen Sanguinetti también valoró, en conversación con la diaria, la amplitud de la coalición, la multiplicidad de visiones y que, “en definitiva, a la hora de la toma de decisiones importantes o de votación de proyectos, eventualmente logró ponerse de acuerdo. La coalición vino para quedarse”.
En su revisión, la senadora blanca Carmen Asiaín identificó que durante mucho tiempo se planteó a la coalición como algo imposible, y consideró que “al tercer año de gobierno, la coalición ha pasado una prueba y con éxito y con creces”. Remarcó, al igual que Mieres, la cantidad de adversidades y proyectos afrontados. Y destacó especialmente el modo de funcionamiento coaligado: “Se sortearon esos proyectos y dificultades, justamente porque ningún proyecto de gobierno vino cerrado, sino que se planteaba y se iba modificando de acuerdo a los requerimientos de los distintos partidos y sectores dentro de ellos. Estos tres años han sido de aprendizaje y de conocimiento mutuo; pensemos que no conocíamos a los integrantes de estos partidos. De CA conocíamos al general Manini Ríos, pero sus integrantes eran absolutamente nuevos. También hubo renovación con el PC a través de Ciudadanos, y a la vez viejos líderes. En mi caso, había tenido actuación en la legislatura pasada, pero tampoco era de las más conocidas. Tuvimos un tiempo de aceitar y conocernos, y funcionó bien: para el poco tiempo que llevamos, creo que podemos decir que [la coalición] ha venido para quedarse y hay ánimo de todos sus integrantes de continuar, sirve a todos”.
Con relación a las encuestas, Asiaín destacó que, si bien hoy muestran al PN liderando la coalición, “todavía faltan dos años y es mucho”. “Quizás es muy temprano o las muestras todavía no parece que se condigan con la realidad de partidos que tenían 12% y ahora tengan el 3%. No es por desconfiar, sino que todavía hay muchos indecisos, pero votan dentro de la coalición. Y eso es otro fenómeno nuevo”, señaló.
“Por otro lado, en la vereda de enfrente hay un partido que lo único que se le conoce en los últimos años son críticas, pero no tiene una propuesta concreta ni en reforma educativa, ni en reforma de la seguridad social, en ninguno de los temas centrales para el futuro del país el FA nos ha mostrado qué hubieran hecho si estuvieran en nuestros zapatos”, apuntó, a la vez, Mieres.
Chasquetti cree que la preocupación en el oficialismo irá in crescendo y generará resquemores en la coalición. “Va a depender de factores como la evolución de la economía, la seguridad y cómo se cierre el asunto Astesiano. Y también el tema de la seguridad social, porque tiene costo electoral fuerte y es muy impopular; si CA apoya y la reforma sale, eso tiene costo electoral, pero capaz queda trancado en diputados y dejaría a todos conformes: a CA porque trancó, al PN porque cumplió la promesa de presentar la reforma. Es difícil que se apruebe, pero creo que tendrá costo electoral de hacerse”, explicó.
Sobre este último punto, el cabildante Perrone fue tajante: “La palabra ‘trancar’ la elimino de esta discusión. La reforma está en el Compromiso, pero había unos pocos renglones, y es una reforma muy pesada, en la que vienen cosas que realmente nos hacen dudar. Y si no estamos convencidos, no estamos dispuestos a levantar la mano. No marcamos esta diferencia por perfilismo o diferenciarnos en la coalición, pero hay cosas, como que las AFAP puedan hacer inversiones en el extranjero, que nos generan dudas respecto de qué pasaría y quién sería responsable si las inversiones salen mal y se pierde el ahorro de los trabajadores para su jubilación. Son preocupaciones reales, no por trancar algo”. Mientras propone seguir estudiando la reforma y que el financiamiento de la seguridad social provenga de la revisión a la exoneración que tienen los grandes capitales, así como de una revisión tributaria y la implementación de un IVA personalizado, Perrone pidió poner el foco en “esta Rendición de Cuentas, que es la última que puede aumentar el gasto”, y señaló que “la reforma, que requiere un consenso más grande y que ya tiene media sanción, puede esperar al próximo período de gobierno”.
Resta ver, entonces, la continuidad de la economía, la seguridad y la vida diaria de los ciudadanos, pero también si el factor Lacalle, que hasta ahora logró sostener coaligados y unidos a todos, puede destrabar ese eventual conflicto en puerta.