A lo largo del viernes se llevó a cabo la LXV Cumbre de Presidentes de los Estados Parte del Mercosur y Estados Asociados (tal su nombre oficial), pero desde unos días antes el encuentro comenzó a generar novedades con impacto local, regional y aun global, como escribió Marcelo Pereira.

Los toques emotivos tuvieron lugar el jueves cuando los presidentes de Brasil y Colombia se trasladaron hasta la chacra del expresidente José Mujica en Rincón del Cerro para rendirle honores de Estado.

Los temas de fondo fueron dos: por un lado, las relaciones internas del bloque, más tensionadas desde el advenimiento de Javier Milei como mandatario de Argentina, que ahora asumió la presidencia semestral del organismo regional; y por otro, la firma del postergadísimo acuerdo Mercosur-Unión Europea, que enfrenta no pocas resistencias en el viejo continente.

La cumbre en sí fue escenario de gestos y señales de enfrentamiento entre los dos mayores socios del bloque. Milei repitió e intensificó las críticas al funcionamiento del Mercosur, que fueron secundadas con moderación por el presidente de nuestro país. Lula da Silva, en cambio, abogó por un modelo de integración regional que comprenda el bienestar ciudadano. ¿Podrá el próximo presidente de Uruguay suavizar las diferencias entre el brasileño y el argentino?

En todo caso, los mandatarios de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay anunciaron, junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (que desplegó una intensa actividad desde su arribo a Montevideo el jueves), la firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea. Eso no significa que ya esté funcionando: el protocolo para ponerlo en marcha es complejo y actores relevantes, como los gobiernos de Francia e Italia, ya expresaron su oposición a los términos negociados por los equipos técnicos. En nuestro país, la central sindical tambien se manifestó en contra del acuerdo.

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