El presidente Luis Lacalle Pou anunció el jueves la presentación formal, “en unos días”, del proyecto de ley de urgente consideración (LUC) que había dejado en suspenso debido a la emergencia sanitaria.

Hay que suponer que se refería al ingreso de la iniciativa en el Poder Legislativo, y que “en unos días” quiere decir pronto. El secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, habló ayer de “15 o 20 días”.

En un período de conferencias de prensa casi diarias por parte del Poder Ejecutivo, que el presidente apelara a un tuit para comunicar algo de este calibre no pareció lo más pertinente, pero más impertinente es la idea de que comience el tratamiento parlamentario del proyecto de LUC.

Hoy es de altísima prioridad cuidar el clima de la convivencia. El gran problema de estos 502 artículos es que, por el contrario, dividen al país.

Lacalle Pou ha decidido cometer un grave error, y esto debería resultar evidente incluso para quienes comparten el contenido de ese proyecto. En estos tiempos, es de altísima prioridad cuidar el clima de la convivencia, para propiciar la cooperación y la solidaridad. El gran problema de estos 502 artículos es que, por el contrario, dividen al país.

El miércoles 8, en conferencia de prensa, el presidente se atribuyó el manejo de un “panel de control” con tres perillas, que regulan lo sanitario, lo social y lo económico. Cada uno tiene derecho a fantasear acerca de su omnipotencia como más le plazca, pero de todos modos hay una cuarta variable que no mencionó, de relevancia crucial: la política.

Sería una enorme equivocación política activar ahora los numerosos conflictos que trae consigo la LUC. También lo sería aprovechar esta coyuntura, en la que aumentan el poder y el prestigio de las figuras ejecutivas, para ventajear en otro terreno.

En segundo lugar –cuesta creer que alguien no lo vea– las actuales urgencias del país son otras. Ha surgido una gran cantidad de prioridades nuevas, no sólo vinculadas con el cuidado de la salud física y mental de la población, sino también con la amortiguación de los efectos sociales de la emergencia, con un reparto justo de los costos y esfuerzos, y con la planificación de cómo saldremos de la crisis.

Sobre esto último cabe señalar, además, que cuando pase este período habrá que evaluar en qué situación quedamos para definir, entre otras cosas, cuáles van a ser las urgencias: probablemente no sean las mismas que identificaron los redactores del proyecto de LUC, considerando el estado del país antes de que comenzara la presente crisis.

Es posible que parte del apuro de Lacalle Pou tenga que ver con que el Poder Ejecutivo debe presentar antes del 1º de julio su primera Rendición de Cuentas, y antes del 1º de setiembre su proyecto de Presupuesto Nacional. Ambas cosas demandarán un trabajo parlamentario intenso, y no es lo ideal que su tratamiento se superponga con el de la LUC, pero si así ocurriera, no sería nada dramático. A gran parte de la población le ha tocado y le tocará vivir situaciones mucho más difíciles este año.