Más allá de preferencias políticas, hay consenso en que lo que ocurra en Brasil este domingo será muy importante para la región y para el mundo. Camino a la segunda vuelta de las presidenciales, el expresidente Lula, de clara raíz izquierdista, ha conformado una alianza de sectores democráticos, que incluye a figuras y movimientos de un amplio espectro político. Enfrenta al actual mandatario, Jair Bolsonaro, que ha amenazado con no reconocer el resultado de las elecciones si, como indican las encuestas, el resultado no le es favorable.

En un inédito panorama de violencia, y mientras se esperaba un rebrote de la desinformación en las horas próximas a la votación, el debate entre ambos postulantes a la presidencia llevado a cabo el viernes de noche no pareció haber contribuido a calmar los ánimos.

El clima de extrema desconfianza y el avance de posturas alejadas de la discusión racional que tiene lugar en Brasil puede resultar chocante, pero conforma, en todo caso, una intensificación de tendencias que se observan en la región y en muchas otras partes. Es una situación que no se puede sostener por mucho tiempo, reflexiona Marcelo Pereira, aunque todavía no está claro a dónde lleva.

Lacalle lejos, Astesiano cerca

Mientras el presidente realizaba una visita exprés a Japón, donde, como en otros países, propuso realizar acuerdos comerciales al margen del Mercosur, en Uruguay su exjefe de custodias siguió dando novedades desde la cárcel:

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