Luiz Inácio Lula da Silva, protagonista mayor de la historia contemporánea, terminó su primera visita al exterior como nuevo presidente de Brasil, en la que señaló que está dispuesto a liderar varios cambios en la región, tanto comerciales como políticos.

El martes estuvo en Argentina para reintegrar a Brasil a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), de la que el país había salido durante el gobierno de Jair Bolsonaro. Allí, Lula habló a favor de la revitalización de la unidad regional, explicó –junto al presidente argentino, Alberto Fernández– el camino que imagina para el Mercosur, y también expuso la necesidad de coaligar a las fuerzas democráticas ante la radicalización de los grupos de extrema derecha, evidente, sobre todo, en su país.

Al día siguiente, Lula vino a Uruguay, en parte para retribuir el gesto de Luis Lacalle Pou, que el 1° de enero había asistido a su asunción en Brasilia junto a los expresidentes José Mujica y Julio María Sanguinetti. El gesto también tiene otros destinatarios, ya que el presidente uruguayo –como dejó claro su discurso disonante en la cumbre de la Celac– no representa a sectores automáticamente alineados con el lulismo, y, justamente por eso, el buen trato recíproco se convierte en señales hacia los liberales de centroderecha con los que Lula gobierna en Brasil y con los que busca hacer alianzas en la región. Lacalle, ahora locatario,se mostró más receptivo y todo indica que el gobierno uruguayo aceptará la oportunidad de revisar su política exterior, especialmente el controvertido proyecto de hacer un TLC con China sin tener en cuenta a los socios del Mercosur.

Quienes sí tienen afinidad con Lula y su Partido de los Trabajadores son los frenteamplistas, aunque la forma en la que sus dirigentes buscaron capitalizar la cercanía con el mandatario brasileño dejó al descubierto tensiones preelectorales. Lula recibió un reconocimiento de parte de la intendenta de Montevideo y pronunció un discurso junto a ella en la explanada municipal. Esto no fue bien visto por el intendente canario, Yamandú Orsi, que volvió a aprovechar el padrinazgo de José Mujica para reunirse con Lula. Distintos dirigentes del Frente Amplio lamentaron estos nuevos desacuerdos.

Lula, en cambio, parece estar pensando en un escenario político más amplio que el de la República Oriental del Uruguay (o el de la República Argentina), si atendemos a lo que dijo aquí sobre sus ideas acerca de la gobernanza mundial. A la vez, es el mayor exponente actual de una serie histórica de líderes latinoamericanos cuya voluntad transformadora se expresa tanto en acciones como en discursos.

Heber como tragedia y comedia

El plan del ministro Luis Alberto Heber de contratar a exreclusos para que disuadan a los delincuentes de cometer asesinatos fue duramente criticado por el ex director de seguridad ciudadana Gustavo Leal, que hizo una ronda mediática. Las críticas de Leal cobraron notoriedad tras un impactante artículo que publicó en nuestras páginas, en el que relata cómo las bandas de criminales ganaron el control territorial del barrio Peñarol. “Ya puso en alerta a los criminales y expuso a los policías a represalias. Se deberá hacer responsable”, le dice a Heber. Otros especialistas se sumaron a los cuestionamientos de Leal, en un contexto de aumento sostenido de la cantidad de homicidios.

Como si se tratara de una parodia, en la semana fue noticia el robo de un arma, además de otros bienes, del que fue víctima Heber mientras veraneaba en Rocha.

Otros fuegos

La sequía, además de complicar al agro, es un factor en los incendios que se suceden. Esta semana cobraron notoriedad los de Piriápolis y los que se produjeron en la zona de La Floresta. En las redes, piden que quienes pasan en auto por la ruta Interbalnearia dejen bidones con agua.

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