¿Es un debate televisivo una buena manera de formarse una opinión sobre un tema trascendente? ¿Qué características debería tener para alcanzar un determinado nivel de calidad? Son preguntas lícitas y parecen estar detrás del movimiento que llevó al director del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (Secan), Gerardo Sotelo, a resolver, tras haber afirmado lo contrario, que la televisión pública no retransmitirá el intercambio entre el frenteamplista Óscar Andrade y el cabildante Guido Manini Ríos el próximo martes.

De hecho, resulta poco comprensible que la formulación de cuestiones relativas a la información y comunicación tan pertinentes para el funcionamiento democrático hayan servido como fundamento para no difundir un debate en torno a los 135 artículos de la LUC que serán sometidos a juicio popular el 27 de marzo.

También llama la atención que, aunque en su caso no hubo explicaciones, los canales abiertos privados de Montevideo coincidieran con el medio oficial en no transmitir el debate entre Andrade y Manini. Para los cabildantes, se trata de una manifestación de la desconfianza que hay desde el núcleo gobernante hacia el general retirado y su partido.

Habría que ver también qué piensan Sotelo y las cabezas de los canales privados sobre “darle aire” a un senador comunista y exdirigente sindical de la construcción como Andrade. O qué piensan de la conveniencia de darle masividad a un debate en la coyuntura que marcan las encuestas, aunque mientras algunas muestran que la popularidad del presidente sigue siendo alta, otras indican que esa popularidad no se traduciría en un resultado favorable al gobierno el 27 de marzo.

Otro debate, más intenso pero menos enfocado en personas que en instituciones, nos ha tenido ocupados en esta segunda mitad de febrero: el que suscitó la decisión del PIT-CNT de convocar a un paro general el 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. El asunto causó malestar en organizaciones feministas, hubo explicaciones de parte de la central sindical y también indicios de que seguramente se revea la medida. Pero el desencuentro –más allá de expresiones oportunistas surgidas en otras tiendas– es parte de la larga relación entre las izquierdas y los feminismos aquí y en muchas partes.

Los anuncios de los resultados económicos por parte del gobierno también han sido fuente de controversia. Mientras que desde el oficialismo se destacan algunos datos que indicarían una recuperación económica, desde la oposición se señala que la mejoría está lejos de llegar a la mayoría de la población. En todo caso, se trata de variables, énfasis y omisiones que adquieren un cariz distinto cuando se las analiza en el largo plazo.