El fin de semana pasado circuló la sentencia que pende sobre el exsenador Gustavo Penadés, quien está imputado con prisión preventiva por más de 20 delitos sexuales. Lo que se conoció es tan impactante –violó y extorsionó al menos a un niño de 9 años, utilizaba su posición en instituciones sociales para cometer sus abusos– que el tema, como si fuera demasiado, casi desapareció del discurso político.

Hay que escribir “casi” porque el martes Luis Alberto Heber compareció voluntariamente ante el Senado y trató de explicar la naturaleza de la red de protección montada con funcionarios policiales para incidir en el juicio a Penadés. El ministro del Interior buscó desactivar los fuertes cuestionamientos que le valió este episodio, que seguramente será central, pero no único, en su próxima comparecencia, que no tendrá lugar en un ámbito tan relajado como el de una comisión, sino en el más tenso de una interpelación.

De todos modos, recordemos que la semana anterior los debates giraban en torno al tipo de condena que habían emitido los correligionarios nacionalistas de Penadés. Ahora, en cambio, lo que se conoció de la magnitud de sus crímenes obligará a pensar en clave más profunda sobre las relaciones entre poder e impunidad, y la credibilidad del sistema político se jugará bastante en el debate.

Para eso, también será central el rol de la Justicia. Por lo pronto, el viernes se supo que se extenderá la investigación al entorno de Penadés.

La sociedad del espectáculo

Sergio Massa resultó el más votado en las elecciones argentinas, pero lo que siguió fue tan intenso que la sorpresa inicial ya no es una sensación, sino un recuerdo remotísimo.

A saber: hubo un realineamiento de fuerzas en torno a los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta, y la opción por Javier Milei del expresidente Mauricio Macri y la candidata derrotada Patricia Bullrich hizo estallar a la coalición de derecha Juntos por el Cambio. La mayoría de los dirigentes de la Unión Cívica Radical, más figuras moderadas del partido de Macri (como Horacio Rodríguez Larreta), y ex-UCR, como Elisa Carrió, anunciaron su opción por la “neutralidad” en el balotaje y su disgusto por la decisión inconsulta de Macri.

Massa, por su parte, viene logrando equilibrar la confirmación de apoyos con el distanciamiento simbólico del kirchnerismo, al tiempo que las apariciones mediáticas de su rival no hacen sino confirmar la consigna de su campaña de que será una elección entre racionalidad e irracionalidad.

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