“Pacto de caballeros”: la frase no sólo resultó anacrónica, sino también muy desafortunada. Lo que quería decir el senador blanco que usó esa expresión en diálogo con la diaria era que había consenso en el Parlamento para tramitar rápidamente el desafuero del senador Gustavo Penadés, y es comprensible el deseo de los legisladores de despejar cuanto antes el camino a la Justicia, evitar mayores perjuicios a la imagen de las instituciones democráticas y, en algunos casos, reducir daños políticos.

No obstante, esa prisa, que presupone la ausencia de un debate en la cámara, también puede tomarse como una forma de minimizar el tema del abuso y la explotación de menores, que –recordemos– es de lo que se acusa al dirigente nacionalista cuyo desafuero solicitó la Justicia.

Quizá por las connotaciones en ese sentido que desató la referencia a un “pacto”, el desafuero exprés quedó descartado y, por iniciativa de la oposición, se seguirá el proceso usual, que implica el tratamiento previo del asunto, aunque sea con rapidez, por parte de la Comisión de Constitución y Legislación del Senado.

Ocurre, además, que lo que se viene conociendo sobre la investigación parece agravar la situación de Penadés. Especialmente su declaración de que ignoraba la edad de las personas a las que pagaba por sexo y la acumulación de denunciantes en su contra. La abogada de varios de estos, por si fuera poco, dio a entender que por lo menos en un caso no cabía lugar a dudas sobre la minoridad de la víctima.

Ante este panorama, el presidente Lacalle Pou, que había voceado su cercanía con Penadés y su confianza en él, ahora prefirió adoptar una actitud más cauta.

Está previsto que el desafuero se consume a principios de la semana que viene, y entonces veremos cómo el Senado equilibra la necesidad de dejar avanzar la investigación judicial con el reconocimiento de la cada vez más probable gravedad del caso.

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