El primer presidente de izquierda de Colombia asumió el domingo pasado. Es un hecho histórico, pero ¿por qué empezar este repaso hablando de él? Un poco es para variar, pero también porque el viernes Gustavo Petro hizo referencia a nuestro país a raíz del “caso Marset”, que usó para ilustrar las ramificaciones regionales del problema del narcotráfico.

El asunto había acaparado titulares en los primeros días de la semana, porque la justicia de Colombia acusó al uruguayo Sebastián Marset de haber ideado el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, ocurrido el 10 de mayo.

Lo grave es que este compatriota, requerido en varios países y actualmente prófugo, había podido salir de Dubai, donde estaba detenido, porque el gobierno uruguayo le expidió un nuevo pasaporte. En mayo, el Ministerio del Interior y Cancillería habían cruzado acusaciones por el desatino y ahora se disponen a modificar la normativa que lo hizo posible.

Volviendo a Petro, en estos días publicamos un artículo sobre la simbología que trasuntan sus gestos recientes y otro sobre los desafíos que deberá transitar.

Entre otras cosas, Petro tendrá que lidiar con poderosas organizaciones de narcotráfico, y para ello planteó la legalización de varias drogas como forma de atacar al negocio mafioso; entre otras cosas, será asesorado por uruguayos que lideraron la regulación de la marihuana. En un sentido parecido respecto a la necesidad de legalizar sustancias se expresó Daniel Radío, actual secretario nacional de Drogas de Uruguay.

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