La entrega, el 8 de julio, de una cantidad de firmas que prácticamente asegura la realización de un referéndum sobre 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) marcó un cambio importante en la agenda política de este año y, posiblemente, en la del próximo.
Esta semana, varios dirigentes políticos del oficialismo que habían evitado hablar del tema, incluido el presidente de la República, debieron pronunciarse sobre qué postura -o más bien, qué grado de compromiso- adoptarán de cara a la consulta popular. La coalición gobernante deberá trabajar mucho para coordinar una defensa del aglomerado de normas que reunió en la LUC, aunque la intervención simultánea de algunas figuras no debería llamar la atención.
En ese esquema, la seguridad pública se perfiló como uno de los ejes del futuro debate, y el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, se vio en el centro de varios intercambios sobre la gestión de su cartera. Como se recordará, Heber debió asumir el cargo recientemente tras el fallecimiento de Jorge Larrañaga. Los asuntos relacionados con la actividad policial no tenían, hasta que asumió el puesto, un gran destaque en el discurso público de Heber, pero ahora (quizás por causa de esa ausencia previa) el novel ministro se muestra como un defensor a ultranza de su fuerza. En pocos días no solo publicitó datos de baja de delitos, que otros actores relativizan, sino que también se mostró partidario de un mayor control policial sobre la actividad de los clubes cannábicos, y, especialmente, dirigió un ataque generalizado a los fiscales a partir de un caso puntual en el que se condenó el accionar policial, lo que también generó respuestas públicas. Todo esto, atravesado por una defensa de la LUC como sostén del combate a la delincuencia.
El “predebate” sobre la impugnación de la LUC también intensificó los ataques al movimiento sindical. Aunque los cuestionamientos por parte de los grupos que integran la coalición gobernante no son novedosos, el protagonismo del PIT-CNT en la campaña de recolección de firmas y la centralidad que seguramente tenga en la discusión de cara al referéndum han puesto al sindicalismo en la mira del discurso conservador.
Aunque desplazado de los primeros planos (gracias a la mejora de los indicadores, entre otras cosas), el coronavirus sigue en la agenda. La vacunación alcanzó un pico simbólico al llegar a dos millones de inmunizados y el paso siguiente es empezar a trabajar en el “núcleo duro” de personas que no se han agendado para recibir las inyecciones. Un esperado desafío, además, finalmente se presentó: el viernes se detectó la presencia de la variante delta del virus, aunque hay un optimismo moderado acerca de su impacto dado el avance de la vacunación.
En el plano internacional, varias disputas de soberanía acapararon titulares. Por un lado, se encontraron pruebas de la intromisión del gobierno de Argentina, cuando Mauricio Macri era presidente, en las maniobras que culminaron con la disposición de Evo Morales y la imposición de un régimen dirigido por Jeanine Áñez. Por otro lado, se confirmó que desde el entorno de Vladimir Putin se buscó influir en las elecciones estadounidenses para favorecer la candidatura de Donald Trump, y las razones que tenían los rusos para favorecerlo seguramente no agraden al ex presidente estadounidense. A su vez, los Estados Unidos tienen probada presencia histórica, posible presencia actual y buscada presencia futura en el destino de Cuba, donde en estos momentos gran parte de la población reclama cambios.
Para el final, una nueva recomendación “de la casa”: nuestro suplemento de Economía cumplió un año y lo celebramos con un concurso especial.