El martes, día en que se celebraba el aniversario de la Jura de la Constitución, el sacerdote católico Omar França denunció que brigadas “antipasta” agreden a personas en situación de calle en Montevideo. El miércoles, se supo que en Salto una persona en situación de calle había sido prendida fuego.

Durante esta semana, además, comenzó a investigarse la denuncia de Gabriel Pérez, el hombre que fue torturado y entregado a la policía de Maldonado por un grupo de personas del balneario Ocean Park.

Se trata de hechos delictivos que están conectados por un creciente clima de violencia hacia los más vulnerables y que configuran un avance de lo que, sin muchas vueltas, puede llamarse “fascismo cotidiano”.

El problema del agua

La crisis está lejos de despejarse, pero ha llovido y se esperan más precipitaciones en estos días.

Es una suerte, porque la planta desalinizadora sigue sin llegar al país.

En cambio, la rotura de un dique construido en San José no habría significado un problema, de acuerdo a lo comunicado por OSE.

La demora en actuar y la improvisación son el centro de las críticas de la oposición al manejo de la crisis hídrica por parte de OSE.

Alguno, incluso, podría llegar a calcular en cuántas “represas de Casupá” se podrían construir con los barcos patrulleros que comprará la Armada. Otros, como el presidente del PIT-CNT, reclamaron que se los arme en astilleros uruguayos, en vez de comprarlos a España.

Cumbre en Bruselas

Culminó el encuentro entre los países de la Celac y la Unión Europea. Aunque todavía no hay plazos para el acuerdo entre Europa y el Mercosur, se arribó a compromisos de cuantiosas inversiones en nuestra región para promover el desarrollo de energías alternativas y combatir el cambio climático.

Sin embargo, una de esas fuentes de energía promovidas, el “hidrógeno verde”, es cuestionado por –nada menos– su uso de los acuíferos locales.

En todo caso, la cumbre se cerró con una declaración final bastante consensuada, aunque, debido a la oposición de países como Nicaragua, no se pudo condenar conjuntamente la invasión rusa a Ucrania, como querían los europeos. También lo quería el presidente chileno, Gabriel Boric, quien fue por ello acusado de actuar con inexperiencia juvenil por su par de Brasil, el veterano Lula da Silva. Fraternalmente, Boric sostuvo que, cuando pasen los años, la defensa principista de un país agredido envejecerá mejor que la tolerancia ante el agresor.

Como dándole la razón al chileno, Rusia anuló el compromiso que permitía la salida de cereales ucranianos desde puertos del Mar Negro.

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